No hay disimulo que valga

Se puede defender uno a sí mismo, claro. Pero es mal negocio hacerlo con la verdad de cuerpo presente. Otros caídos en desgracia, como José Manuel Arnáiz, han sabido recolocarse y volver al camino recto que marcan los que de verdad tienen el dinero. Pero la vía plateada lo tiene difícil, porque además de la duda razonable sobre si sabría hacerlo, está la imposibilidad de recuperar la confianza de los que hace tiempo tomaron la decisión. Con afectada retórica intentó en vano defenderse, junto a Antonio Isasi, ante los popes. Tan en vano fue, que uno de los verdaderos inversores de estos lares le espetó: ?Yo no he venido a escucharles, he venido a echarles?. Que se haya retrasado la salida tiene la explicación un poco anticuada de ese agosto caluroso y latente en el que la vida va al golpito. ¿A esta alturas, hombre, pero si ya existe Internet?