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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Las cuatro encrucijadas de Coalición Canaria

Comisión de control de RTVC del Parlamento de Canarias celebrada en mayo de 2016

Carlos Sosa

1.- El “no” a Podemos. La actual dirigencia de Coalición Canaria no quiere ni oír hablar de apoyar a Podemos en un hipotético escenario en el que el partido de Pablo Iglesias pudiera encabezar o formar parte del próximo Gobierno de España. Es una decisión que no ha sido tomada formalmente por los órganos competentes del partido, lo que llena de extrañeza a muchos de sus dirigentes no tinerfeños. Quizás sea la presencia amenazante de las marcas colaterales de Podemos en enclaves tan sensibles como la Laguna lo que retrae a los líderes de ATI a la hora de pensar ser socios de esa formación.

Pero el “no” a Podemos entraña automáticamente la negativa a apoyar un hipotético Gobierno nacional del PSOE, el actual socio nacionalista en Canarias, el que sostiene al Gobierno de Fernando Clavijo. O dicho de otro modo, esa postura, adoptada sin conocer el escenario que arroje el 26J conduce inexorablemente a un Gobierno del Partido Popular, justo la querencia hacia la que se vienen inclinando desde hace más de un año los actuales responsables de Coalición Canaria.

Porque sólo caben dos opciones: o un Gobierno progresista formado por Podemos y el PSOE, o un Gobierno conservador encabezado por el PP con cualquier fórmula de apoyo o de abstención en la que habrían de participar Ciudadanos y el PSOE, con Coalición Canaria haciendo –entonces sí- de acompañamiento.

Por lo tanto, situemos en el departamento de perretas electoralistas los gestos de reproche y hasta de media rebelión contra Madrid que se vienen produciendo estas últimas semanas. Lo que quiere CC es un nuevo escenario político nacional liderado por el PP que le permita sacudirse en Canarias a su socio socialista.

2.- Una profunda crisis ambientalista. Cuando se toca el territorio como elemento vertebrador de una comunidad se toca lo que en esencia es una de las banderas de cualquier partido nacionalista que se precie. El Gobierno de Fernando Clavijo tiene el firme propósito de meterle mano al territorio de Canarias con una Ley del Suelo que, a medida que se acerca a su tramitación parlamentaria, va acumulando detractores. Y muchos de ellos más que cualificados, tanto en lo científico como en lo político y en lo social.

Los denodados esfuerzos tanto del presidente como de su consejera de Política Territorial, Nieves Lady Barreto, por proclamar las excelencias conservacionistas del proyecto legislativo se tropiezan permanentemente con las interpretaciones contrarias de colectivos y de profesionales, que justo sostienen lo contrario.

Porque a ojos de muchas personas, este partido nacionalista va a desentenderse de la preservación del territorio. De momento, este texto sólo ha recibido el aplauso unánime de los empresarios y de sus asociaciones patronales, lo que muestra a las claras cuáles son sus cualidades más acentuadas.

Pero si la Ley del Suelo amenaza con una quiebra en el cuerpo social, también será causa de disputa dentro del pacto de gobierno con los socialistas, algunos de los cuales ya no se esconden para mostrar su discrepancia. Pero ése es un mal menor que Clavijo y los suyos incluso desean que se produzca.

Unan a esto el caos reinante en la parte ambientalista de la Consejería de Política Territorial. Desde hace un mes estamos esperando en este periódico una respuesta oficial de ese departamento acerca de la fecha en la que se prevé crear el Observatorio para el Cambio Climático, anunciado para el pasado mes de marzo desde el otoño pasado. El proyecto, tan necesario como estratégico en este Archipiélago especialmente sensible por sus cualidades naturales, por la fuerte vinculación de la naturaleza con el turismo y por la concienciación ciudadana cada vez más potente, duerme el sueño de los justos.

Mientras, el departamento de Medio Ambiente, del que es responsable la ex concejala lagunera lanza comunicados triunfales y anuncios imposibles, como la “contaminación cero del mar canario”. Tal cual.

Sumen el retraso inmoral en la penetración de las renovables (gracias, Soria) y el empeño del actual Gobierno por introducir el gas como combustible de transición para que el retraso sea todavía más clamoroso y ya tienen compuesto perfectamente el cuadro de la ausencia de proyecto ambiental de este Gobierno.

Nada que ver con el Gobierno de Paulino Rivero, que logró acercarse a posturas más conservacionistas gracias a su guerra contra las prospecciones petrolíferas, el principio del fin de la hegemonía del PP.

3.- El esperpento de la Tele Canaria.- Otro símbolo del nacionalismo canario, la Radiotelevisión Pública de Canarias, se viene abajo ante la premeditada inacción del Gobierno de Clavijo. El presidente espera pacientemente a que el invento se deshaga por completo para conseguir cambiar la ley que la sacó de los designios gubernamentales para entregar todo su control al Parlamento. No se esconde para decirlo: “Quisieron que fuera de todos y ahora no es de nadie”.

Eso hay que traducirlo de la manera más simple, a la par que certera: que vuelva a manos del Gobierno, de donde nunca debió salir, que ya nos encargaremos nosotros de que funcione como un reloj. Y volver a las andadas, claro.

Las declaraciones del presidente Clavijo sobre las responsabilidades de la actual situación de la radio y la televisión públicas de Canarias ofenden a la inteligencia: si quisieron democratizarla y profesionalizarla, que apechuguen los de la comisión de control en el Parlamento, ha dicho. Y si quieren que el Gobierno afloje la pasta, que nos presenten un plan de cómo se la van a gastar. Inaudito. No le conviene decir que los dos grupos que sustentan a su Gobierno son los que tienen mayoría en la Cámara y que si hay que hacer cambios en la ley sin que pierda su esencia, hay capacidad para hacerlo. Y una cosa más: lo que mande el Parlamento lo tiene que hacer el Gobierno, sin condiciones ni componendas. Estaría bueno.

Lo ocurrido esta semana en el consejo rector de RTVC ha sido más de lo mismo: absoluta falta de liderazgo, escaso respeto por la legalidad vigente, ausencia de proyecto sólido… lo que contribuye, evidentemente, al escenario que conviene al Gobierno: que se desintegre, que ya vendremos nosotros a recomponerla.

4.- ¿Y si no sale Oramas? Pero el problema más inminente al que se enfrenta Coalición Canaria es la posible pérdida de su única diputada, Ana Oramas, que vuelve a encabezar la candidatura por Santa Cruz de Tenerife. Las encuestas, incluida la del CIS, otorga escasas opciones, pero ese acta se tambalea en estos momentos también entre el Partido Popular y el Partido Socialista. De confirmarse los peores presagios, CC vería confirmada su profunda crisis, dramática en islas como Gran Canaria, con un liderazgo claramente escorado hacia Tenerife pero con pérdida notable de apoyo popular.

Sólo el PP puede salvarles. 

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