Sobre este blog

El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

A las 23.15, 10 euros para bocatas

La Guardia Civil hizo su aparición un par de horas después, cuando otro lumbrera de la compañía apareció ofreciendo, a voz en grito, nuevas hojas de reclamaciones internas de la compañía. Era la fórmula que habían escogido para entretener a los sufridos clientes. Eso y llamar nuevamente a la Guardia Civil, que en esta segunda ocasión ya no se constituyó en el lugar de los hechos en forma de cuatro educados agentes uniformados, sino como operativo formado por dos armarios roperos con muy malas pulgas y pocas ganas de escuchar las quejas de los usuarios. La amenaza fue clara: si hay incidentes, arreamos y para el calabozo. La astucia con la que opera Spanair para tomar el pelo a sus clientes es magistral. Sabedora la compañía de que aquel vuelo se iba a demorar al menos tres horas (finalmente fueron casi cinco), el personal destacado en el aeropuerto de Barcelona esperó hasta el límite para ofrecer a los afectados el socorrido vale de diez euros para una merienda o cena. Eran las 23.25 horas, con la mayoría de los establecimientos de restauración del aeropuerto ya cerrados, con el McDonald que no acepta el vale y con el Pan's and Company sin materia prima ante tamaña avalancha de cabreados hambrientos. El que pudo comió algo y el que no, se esperó a llegar a casa. El vuelo, que debía haber aterrizado en Gran Canaria a las 23.30, lo hizo a las 03.20 horas. Para que Spanair nos niegue que su afición favorita no es joderle la vida a los canarios.

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