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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

El final de esta Televisión Canaria

Plató de informativos de la Televisión Canaria

Carlos Sosa

El concurso “cumple con todas las garantías jurídicas”; está “totalmente ajustado a Derecho”, y de él “no se oculta nada”; “dejemos trabajar a la mesa de contratación”. Esas soflamas se pronunciaron hace ahora apenas un mes, ante la Comisión de Control de Radiotelevisión Canaria en el Parlamento regional, y su autor fue el todavía presidente de su consejo rector, Santiago Negrín. Ha sido hasta el momento la última comparecencia pública del máximo responsable de la debacle que se cierne sobre los dos medios de comunicación públicos de Canarias porque desde entonces nada se sabe de él mientras el prestigio te la tele y su credibilidad se hunden hasta registros que parecían imposibles y la audiencia la abandona de manera alarmante.

Treinta días después de aquella comparecencia triunfal, esa mesa de contratación para la que pidió libertad de movimientos le ha plantado a Negrín en todo el rostro una papeleta de desplante frente a la que 48 horas después todavía ha sido incapaz de reaccionar. O al menos de hacerlo como establecen las normas de un diligente responsable público que ha de velar por los presupuestos que maneja y que ve cómo un concurso millonario (144 millones de euros) salta por los aires a manos de la misma mesa de contratación a la que dice haber entregado un concurso limpio, transparente y perfectamente legal.

No opina lo mismo esa mesa de contratación, cuyos miembros, alertados por la secretaria del consejo rector del ente, única persona con conocimientos jurídicos y experiencia en contratación pública, han decidido pedir la paralización del concurso de informativos para la Televisión Canaria antes de que el asunto llegue a reventarles a ellos en la cara. Han preferido trasladar esa experiencia a Negrín, lo que debe haberle provocado tal descomposición que ha decidido esconderse a pesar de los constantes requerimientos de información que la prensa le hizo este jueves a raíz de las informaciones que se publicaban.

Negrín y su mano derecha, la también periodista Daida Rodríguez, han vuelto a ejercer de ocultistas y censores negando la más elemental información de lo que está ocurriendo en un órgano público que cuesta a los canarios más de 42 millones de euros al año y sin que ningún responsable político de rango superior, verbigracia el presidente del Gobierno, Fernando Clavijo, haya tenido la gallardía política de pedirle que presenten de inmediato sus dimisiones.

Negrín y Rodríguez son los máximos responsables de lo que ha venido ocurriendo en RTVC desde que quedara desarticulado el consejo rector por la dimisión de dos de sus vocales y se evidenciara el fracaso de un nombramiento alocado. Acto seguido, es responsable el Gobierno, que se ha desentendido negligentemente de cualquier competencia, generando una situación dantesca a la que luego se sumó el PSOE picando en el anzuelo que le lanzó Coalición Canaria, deseosa de alargar la agonía de Negrín hasta el momento de adjudicar ese polémico concurso para luego, como es norma de la casa, tirarlo como quien tira un pañuelo de papel cuando ya lo ha utilizado convenientemente.

Mención especial merece el Tribunal Administrativo de Contratos Públicos, el famoso tribunal de Pedro Gómez, sujeto a la disciplina de la consejera de Hacienda, Rosa Dávila, que impuso al incauto funcionario que no hubiera pronunciamiento sobre los recursos contra un concurso que nació viciado y sobre el que todavía, a pesar de los requerimientos de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, sigue sin pronunciarse. Sin olvidar, por supuesto, al artífice en la sombra de este disparate, el viceconsejero de Comunicación del Gobierno, José Luis Méndez, que ha dirigido con singular maestría a todos (y todas), de dentro y de fuera, de aquí y de allá, los que se creyeron que en eso de manipular un medio público y dos privados y mangonear un concurso consiste el poder.

Unos por acción, otros por omisión y los demás por complicidad son responsables de la debacle que se cierne sobre una televisión pública que ahora queda en ridículo, que se va a ver obligada a suspender su concurso de informativos, prorrogar el actual contrato y ponerse de inmediato a disposición de las fuerzas parlamentarias para verificar si, como dicen muchas de ellas, están dispuestas a acabar con esta situación insostenible. Lo primero será destituir a Negrín y a su mano derecha, montar un órgano de gestión eficaz y altamente cualificado que tome el rumbo del ente y aplique todas las fórmulas legales a su alcance para convertir en verdaderamente público este servicio público, desterrando de los Informativos la modalidad de externalización y abrazando los modelos que funcionan en el mundo, entre otros el que implantó Fran Llorente en TVE en la etapa de Zapatero.

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