Las granadas amistades de Pedro San Ginés

Todas son joyas del mismo joyero, aunque unas resplandecen con mayor fulgor gracias a factores como el tiempo transcurrido al calorcito de las instituciones o a los necesarios disimulos que obliga la investidura institucional. Pero el caso es que al socaire de la detención del abogado Felipe Fernández Camero, uno de los elementos clave de las trapisondas urbanísticas y legales lanzaroteñas, hemos empezado a encajar piezas que aparentaban dispersas. Claro que para tales menesteres ha sido precisa la irrupción de elementos soldadores, por ejemplo, el presidente del Cabildo conejero, Pedro San Ginés, un personaje que algún día habría de merecer un estudio biográfico en profundidad. En el último pleno de la Corporación volvió a demostrar ante la ciudadanía la pasta de que está hecho y la profunda irritación que para él supone la existencia misma del PSOE, y dentro de este partido, de los que han tenido la desgraciada ocurrencia de denunciar la corrupción en la isla de Lanzarote. El presidente insular no está imputado en ninguna causa de corrupción de cuantas se investiga, pero varias de sus decisiones van dirigidas a facilitar a que el régimen corrupto imperante tenga una existencia algo más placentera.