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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

La izquierda barre en Canarias con un aviso de CC

Victoria Rosell y Meri Pita analizan los resultados del 28A

Carlos Sosa

La llamada al voto progresista contra el auge de la extrema derecha ha dado sus frutos en Canarias. No solamente se ha producido la esperada victoria del PSOE en las dos provincias, sino que Podemos ha dado la sorpresa aguantando su posición de las elecciones de 2016 a pesar del fuerte retroceso sufrido a escala nacional y ha derrotado y humillado al que ganó en 2016, el PP, que pierde más de 160.000 votos en justa traslación de la debacle nacional que, sin embargo, no hará asumir responsabilidades a Pablo Casado.

Asier Antona, el presidente regional del PP, tendrá que afrontar las inminentes elecciones autonómicas con una grave crisis interna y otra de pérdida de respaldo electoral consecuencia directa de la quiebra nacional de las derechas y el abrupto viraje ultra que ejecutó Pablo Casado bajo la inspiración de José María Aznar, el derrotado intelectual de las elecciones del 28A.

La derrota del PP en Canarias tiene un regusto especial para Unidas Podemos. O más concretamente para su número uno por Las Palmas, la magistrada Victoria Rosell. Derrotar en su circunscripción electoral al partido que la expulsó con trampas de la vida política en 2016, y hacerlo manteniendo los dos diputados obtenidos entonces, es una expresión infrecuente de la justicia política. Es cierto que aquel partido lo dirigía entonces José Manuel Soria, ahora fuera de la política y de alguna manera derrotado junto a su apadrinado Casado; y que Asier Antona se desmarcó de inmediato de su antecesor en prácticamente todo. Pero que Rosell vuelva al puesto de diputada que se vio obligada a abandonar por una denuncia que se demostró falsa y que encima lo haga derrotando al partido de Soria tiene un valor indiscutible.

Pero además del triunfo de la izquierda en Canarias, este domingo ha mostrado algunas evidencias verdaderamente notables.

Una de ellas es que Coalición Canaria no está muerta. Los resultados obtenidos por Ana Oramas por la circunscripción de Santa Cruz de Tenerife, duplicando el número de escaños y superando su resultado anterior en casi 40.000 votos, resultan uno de los datos más relevantes de lo ocurrido en estas elecciones generales en Canarias. Oramas y su partido en Tenerife hicieron una campaña soberbia, como siempre trufada de fondos institucionales, fijando entre una buena parte del electorado de esa isla la idea de que una voz canaria en el Congreso de los Diputados resulta imprescindible para los intereses de Canarias.

Ese electorado, sin embargo, no aplicó fríamente a su voto las líneas rojas que tanto Oramas como su partido impusieron en el tablero de la política nacional: “No apoyaremos ningún gobierno apoyado por Vox o por Podemos”. Tal veto, aplicado a los resultados de este domingo, limita la influencia de CC en el contexto nacional a un acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos en el que, además, los votos de Ana Oramas y de Guadalupe González Taño, la inesperada nueva diputada canaria, fueran decisivos.

La primera condición puede darse si tanto Albert Rivera como Pedro Sánchez incumplen sus acuerdos orgánicos (el primero) y sus promesas ante la militancia la noche de este mismo domingo (el segundo) y alcanzan un acuerdo de gobierno. Pero aún en el hipotético caso de que Sánchez pueda convertirse en presidente gracias a Ciudadanos, ningún otro grupo parlamentario ni cualquier diputada o diputado, por muy arrecho que se ponga, tendrá ninguna capacidad de influencia.

Por lo tanto, las dos diputadas obtenidas por Coalición Canaria pueden considerarse el resultado de una amarga victoria si se comparan sus resultados con los de 2016, pero de un resultado extraordinario si se aplican al consumo doméstico: Coalición Canaria se fortalece de cara a las inminentes elecciones autonómicas del 26 de mayo, para las que partían con la etiqueta de derrotada.

Todos los partidos infectados de corrupción aplican como bálsamo los resultados electorales cuando de limpiar su imagen se trata. Coalición Canaria no va a ser menos y a partir de este mismo lunes veremos a sus dirigentes pregonar que los casos de corrupción que le han afectado y que le afectan son perdonados por los electores, o al menos quedan amortizados. De este modo, la reciente sentencia firme de La Teresitas, dictada por el Tribunal Supremo, y la imputación de Fernando Clavijo por el caso Grúas, serán asumidas a beneficio de inventario por Coalición Canaria, como si ambos escándalos formaran parte del paisaje sin más influencia que la sombra que puedan proyectar dependiendo de quien le ponga el foco encima.

Sin embargo, pese a tan espectacular resultado, si se le compara con las últimas convocatorias electorales y pese a gobernar en el Archipiélago desde hace casi tres décadas, Coalición Canaria ocupa el quinto lugar en las preferencias de los canarios en una contienda nacional. Y eso que para frenar la debacle en la provincia de Las Palmas, y más concretamente en la isla de Gran Canaria, CC se alió con lo más antiguo del nacionalismo español y el insularismo canarión (Unidos por Gran Canaria) y con una formación cuya lideresa ya no se convence ni siquiera a sí misma (Nardy Barrios, de Compromiso por Gran Canaria). En la isla redonda, esa coalición multicolor quedó en la séptima posición, por detrás de Nueva Canarias y de Vox.

Frente al éxito de Coalición Canaria en Tenerife, resulta evidente el fracaso de Nueva Canarias en la provincia de Las Palmas. El diputado Pedro Quevedo, que tan buenos resultados propagandísticos consiguió para la formación en la negociación de los últimos presupuestos del Partido Popular, se ha quedado fuera de la carrera de San Jerónimo, víctima del voto útil hacia el Partido Socialista, con el que consiguió su acta gracias a la alianza.

Por lo demás, los canarios debemos felicitarnos de ser una de las pocas comunidades autónomas que ha logrado frenar la entrada de la ultraderecha de Vox. Los escándalos en los que se vieron envueltos sus dirigentes de la provincia de Las Palmas, revelados por este periódico, además del freno que puede haber imprimido el nacionalismo canario y la reacción de las izquierdas, han frustrado los deseos de unos candidatos perfectamente desconocidos a los que no hemos conseguido escuchar su voz en toda la campaña en aplicación de la doctrina nacional: cuanto más callados, mejor.

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