Sobre este blog

El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

No hay manera de sepultar al Mamotreto

2004: las fuerzas vivas (y las más espabiladas también) se reunían para exigir el impulso a las grandes obras tinerfeñas.

Junio de 2004. Se celebraba en el recinto ferial de Santa Cruz de Tenerife la primera (y por supuesto solemne) reunión del Foro para el Progreso y el Futuro de Tenerife, promovido por los próceres más activos del tinerfeñismo azuzados (“ya está bien”) por el periódico El Día. En su portada del día siguiente, el diario titulaba a cinco columnas “Tenerife, en pie”, y destacaba el objetivo de la iniciativa: “Defender e impulsar de manera firme las grandes obras e infraestructuras que tiene pendiente esta isla”. Igualmente aparecían con grandes caracteres las encendidas opiniones de dignísimas personalidades del mundo político y económico de la isla, como Ignacio González, por entonces presidente de la Cámara de Comercio, que literalmente exigía “que se inicien cuanto antes los proyectos previstos”. En las fotografías podía verse a lo más granado de la sociedad tinerfeña, con Ricardo Melchior –a la sazón presidente del Cabildo- a la cabeza, acompañado en la primera fila del acto por ilustres imputados como Miguel Zerolo o Luis Suárez Trenor (ex presidente de la Autoridad Portuaria), o Berto González Reverón, ex alcalde de Arona. No faltaron Rudi Núñez, Miguel Becerra, Nacho González (hijo), Ana Oramas, Álvaro Arvelo… o la dirigencia del PP, con Cristina Tavío y Ángel Llanos a la cabeza. La exigencia eterna de esas élites empresariales y políticas, últimamente algo más descarriadas desde la desaparición de su aglutinador, el editor de El Día, José Rodríguez, ha sido la de culminar obras y proyectos que se consideran esenciales para el progreso de la isla, eufemismo tras el que realmente se esconde el progreso personal de media docena –no más- de prebostes que manejan el cotarro. Los dos ejemplos más elocuentes son el puerto de Granadilla y la operación de Las Teresitas, donde de momento sólo han ganado ellos y sus satélites y han perdido las arcas públicas, los intereses de los ciudadanos y, por supuesto, el medio ambiente, que acostumbra a colocarse en estos foros en el último lugar de las prioridades. Lo raro de estas escaramuzas de la plutocracia tinerfeña es cuando a ellas, de manera sorprendente, se les une un elemento que hasta ahora teníamos localizado en la trastienda, trabajando para la causa pero sin significarse especialmente. Las hablamos de José Ángel Domínguez Anadón. Y familia.

Experto en Derecho Penal

¿Qué hace Domínguez Anadón defendiendo a los condenados por el caso Mamotreto? Digamos, para situar a los más despistados, que esta causa ha sido la primera que ha llegado a juicio del caso de Las Teresitas de la que fue desgajada, y se ha despachado con duras condenas para varios concejales y funcionarios del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife por prevaricación urbanística y por delitos contra la ordenación del territorio. El que fuera redactor del Plan General de la ciudad de 1992 lideró los últimos meses de 2014 y los primeros de este 2015 una combativa campaña contra la primera condena y en favor por tanto de los condenados, tratando de crear un ambiente propicio para que en la segunda resolución, la de la Audiencia Provincial, se corrigiera lo que considera un error pericial “al confundir la clase (y normativa) del suelo”, entre otros. En un artículo publicado el pasado día 20 en El País, con el que trataba de replicar a un reportaje anterior de Pedro Murillo, corresponsal en Tenerife, Anadón llega a afirmar que no hay caso Mamotreto porque en realidad se trata de “imperfecciones en el cruce de papeles [entre administraciones públicas] pero no consta el dolo, ni la trama ni el delito penal (sic) por ninguna parte”. Es decir, que el arquitecto no sólo enmienda la plana a los jueces en las consideraciones técnicas por haberse fiado de un perito designado para la ocasión y no de él y de su sabiduría, sino que también se permite entrar a consideraciones relacionadas con el Código Penal. Un crack. La contaminación sobre Anadón de corrientes como la de aquel Foro para el Progreso, para el que todo vale con tal de que los de siempre hagan sus negocios, se evidencia en afirmaciones tan arriesgadas como esta: “Es injusto criminalizar a una obra pública en suelo público y destinada a prestar un servicio público en base a sospechas sobre su limpieza de sangre”. Es decir, que un responsable público, valiéndose de esa inspiración divina que le otorga su poder, y amparándose en que lo que hace lo hace por el bien de los súbditos, puede saltarse a la torera las leyes que es el primer obligado a cumplir. En todo caso, sostiene en su artículo, no hay corrupción, sino errores administrativos interpretables. Pues pongamos que no hay corrupción y que se delinquió por el bien común porque, siempre según los jueces, allí se delinquió, como se barrunta que se delinquió en toda la actuación global de Las Teresitas, comportamiento del que el Mamotreto, según este arquitecto, quedó inmune. Y si se delinquió y la sentencia es firme, sus autores ya pueden ser considerados delincuentes, sean o no sen sus delitos los que asimilamos vulgarmente como relativos a la corrupción.

Primero está Plasencia

Resulta llamativa la entrega a la causa de Domínguez Anadón, que ni estuvo encartado ni teóricamente tuvo nada que ver con el proyecto de Perrault. Hasta que tiramos un poquito del hilo y dimos con el ovillo, o con lo que aparenta ser el ovillo: José Ángel Domínguez Anadón forma parte natural del clan de los Domínguezclan de los Domínguez que podemos decir que lo dirige su primo, el abogado Antonio Domínguez Vila, letrado de Antonio Plasencia y asesor de su patronal, Fepeco. En el clan hay más de un Domínguez Anadón, por supuesto. También está Javier, ese solícito arquitecto que asesora al mismo empresario, tanto desde la barrera privada como desde la pública. En una conversación telefónica captada por la Policía en el marco de la operación de Las Teresitas se nos descubre a un Javier Domínguez Anadón como un hombre del sistema. En esa conversación, del día 2 de marzo de 2007, hablan Rodolfo Núñez, ex presidente de CajaCanarias, y Antonio Plasencia, socio al 50% del pelotazo de Las Teresitas de Ignacio González.

Plasencia: El martes por la mañana nos vemos entonces.

Núñez: El martes por la mañana bajo yo y ya dejamos todo este tema...

Plasencia: Fijamos la estrategia, fijamos (ininteligible) otras propiedades alternativas; el lunes tengo yo una reunión con Javier Domínguez Anadón que está llevando el plan, y me dijo ¡mira!, yo tengo que hablar contigo claro y determinante en estas cosas, y tal, primero estás tú que nadie y tal, ¿no?

Núñez: De acuerdo

Plasencia: Él lo está llevando en nombre del Ayuntamiento, pero también…

Núñez: Es que eso es muy..

Plasencia:… lo está llevando al nombre de esa gente

Núñez: Es que es muy importante la opinión de Javier ahí, ¿sabes?

Plasencia: Bueno…

Núñez: Javier tú sabes, además que es el hombre en el que confía todo el mundo, ¿no?

Plasencia: Mira, vamos a hacer lo siguiente: si yo consigo, eh, si el lunes o el martes, la hora que… bueno, no, Javier quedó en venir el lunes a las ocho, ¿tú no puedes estar a las ocho el lunes aquí?

Núñez: Claro que puedo estar a las ocho el lunes ahí…

Plasencia: Bueno, pues a las ocho estás en la oficina, ¿de acuerdo?

Núñez: Yo estoy a las ocho el lunes ahí y hablamos…

Plasencia: Y así hablamos los tres y tú, y tú oyes y así te haces una composición de lugar.

Respaldo mediático, no jurídico

Todo parecía funcionar a la perfección en este sistema de poder y de intereses que campa a sus anchas en Tenerife hasta que cayó como un mazazo la primera sentencia judicial que envía a prisión nada menos que a personajes claves del entramado ático como Manuel Parejo, concejal de Urbanismo en los eufóricos años de los pelotazos. Había que tapar esa brecha abierta por los jueces para impedir que por ella pudiera colarse todo lo que puede venir a continuación y pare evitar que el sistema empezara a desmoronarse al caer uno de los suyos. Fracasada la vía penal (ver la sentencia de la Audiencia Provincial), puesta en manos de Eligio Hernández, los poderes nada ocultos eligieron a José Ángel Domínguez Anadón como cabecilla de una campaña de presión a la justicia en la que involucraron a muchos, desde el Colegio de Arquitectos hasta la mayoría de los medios de comunicación locales, que se contagian con facilidad de la doctrina que emana de los generosos departamentos de comunicación y publicidad de las empresas más señeras de la cosa. Hasta se publicó una crónica basada en el testimonio de un “conocido jurista de esta ciudad” que desde el anonimato elogiaba a Domínguez Anadón por su gesta. “Esperemos que se rectifique antes de agravar aún más la injusticia cometida con los ahora condenados”. Si no fuera porque a Eligio Hernández le gusta más salir en una foto que a un tonto un lápiz, casi diríamos que el reputado jurista era él. La denuncia pública de Anadón, decía el redactor de la pieza, firmada con el seudónimo colectivo de A.D. (Diario de Avisos vuelto del revés), “ha desvelado las carencias procesales en un caso que en la actualidad se encuentra en fase de ejecución de sentencia que está a punto de enviar a la cárcel a tres de los condenados y provocar el despido de tres funcionarios del Ayuntamiento que han sido inhabilitados”. Diario de Avisos está fuertemente apoyado por Antonio Plasencia, el empresario que tiene a los Domínguez y a los Anadón en nómina y uno de los que más boletos tenía para hacerse con la explotación del parquin del Mamotreto en esa lotería que tanta fortuna ha repartido siempre en este entorno del que les hablamos. La campaña encabezada por Anadón no funcionó y tras ser ratificada la sentencia de instancia en la Audiencia Provincial, la causa se ha remitido al Tribunal Constitucional donde seguramente serán empleados los mismos argumentos para tratar de probar que se han vulnerado los derechos de los justiciables. A ver si tienen suerte y El País les publica otra pieza para presionar a esa última instancia.

Se fue la Copa del Rey

Ha resultado un éxito promocional la Copa del Rey de Baloncesto, celebrada este fin de semana en Las Palmas de Gran Canaria. Eso no se puede poner en duda porque este tipo de acontecimientos vinculados a deportes de amplio seguimiento –salvo extrañas excepciones- llevan aparejada una alta difusión. La cada vez más numerosa afición canaria al basket disfrutó de lo lindo con sus equipos favoritos de la ACB, y la eliminación temprana del Herbalife no la desmovilizó en absoluto. El torneo ha servido además para reforzar el valor que ha tenido la única inversión de calado llevada a cabo en Gran Canaria en estos años de crisis, el pabellón Gran Canaria Arena (denominación provisional a la espera de los tribunales), una instalación a la que es preciso sacarle todo el jugo de sus posibilidades previa mejora de algunas de las deficiencias que algún invitado dice haber detectado. Por ejemplo, los accesos, en los que hubo pitadas de los aficionados por la lentitud del proceso. Bien la organización a pesar de un fallo clamoroso que requiere explicaciones por parte de alguien: la instalación sobre la arena (y perdón de nuevo por lo de arena) de Las Canteras de unas estructuras que resultaban afectadas por la marea alta es una apoteósica metedura de pata sólo atribuible a quien no reside en puerto de mar. Los esfuerzos de alguna prensa afecta de achacar a las “condiciones climatológicas” el traslado de esa Fan Zone al veterano Centro Insular de Deportes resultaron patéticos, sobre todo después de que en esta misma sección, con al menos 12 horas de antelación, alertáramos de esas circunstancias tan notables. ¿Cuánto costaron esas estructuras? ¿Devolverán el dinero quienes se equivocaron? ¿No contaron esos cerebros con la asistencia técnica local de alguien que les explicara que la marea sube y está todo estudiado para calcular hasta dónde?

Lo que dijeron las redes

Aparte de una ingente cantidad de comentarios exclusivamente deportivos, las redes sociales también se ocuparon con profusión de otros aspectos colaterales de esta fase final de la Copa del Rey de la ACB. Cabreó mucho a la inmensa mayoría la tradicional pitada que los aficionados culés dedicaron el Gran Canaria Arena (provisional) al himno nacional de España, unas críticas desproporcionadas si se atiende a la circunstancia de que tampoco eran tantos los seguidores blaugranas que actuaron así y que el gesto fue ampliamente eclipsado por un sonoro aplauso del resto del pabellón, con un Juan José Cardona, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, como enfebrecido, batiendo palmas a un ritmo vertiginoso. La reacción en las redes consiguió sin duda el efecto que los protestantes pretendían: que se sepa más allá de las paredes de un pabellón que siguen pitando al himno en presencia del rey. Otro aspecto colateral que también generó discusión en las redes fue la eliminación del Gran Canaria, momento que los críticos aprovecharon para recordar que un club de esa categoría, con más de 7 millones de euros de presupuesto (entre los cinco más altos de la ACB) no puede estar dirigido por un político, verbigracia Lucas Bravo de Laguna, que tuvo que pasarlo terriblemente mal este domingo al no salir en todas las fotos que desearía, básicamente por exigencias del protocolo; ni sentarse al lado del rey, como seguramente él habría soñado por ser como es de la estirpe de Lucke Skywalker.

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