El poder disuasorio de los ''juicios paralelos''

Sólo 24 horas después de que una juez de Primera Instancia vetara la presencia de periodistas en una sala de vistas donde se dilucidaba el honor de un político, la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas nos ha sorprendido dando un altísimo realce al papel de los medios informativos en los procesos penales, concretamente en las causas en fase de instrucción. Para reforzar aún más su decisión de ordenar la puesta en libertad del concejal del PIL Antonio Machín, la sala llega a afirmar, en cuanto “a la reiteración delictiva” del preso, que “desde luego, a la vista de la repercusión mediática que ha tenido este procedimiento en la isla conejera, no parece que se le ocurra ni al imputado pedir o aceptar, ni a un empresario ofrecer o pagar comisión alguna, por lo que no se considera que exista temor de que el imputado vuelva a cometer este delito de cohecho”. O sea, que gracias a la prensa podemos poner en libertad al imputado porque no se va a atrever a delinquir de nuevo, so pena de ver aparecer sus fotos en los periódicos. ¿Qué fue, entonces, de los juicios paralelos? ¿Qué fue de todos los imputados conocidos o por conocer que no han escarmentado y siguen mamando a manos llenas? ¿No tenía la sala algún argumento de mayor peso para garantizar que el preso se vaya a portar bien, al menos durante una temporada?