Y de sus propias trampas

Las cosas de Ángel Cervantes son, como ha quedado dicho aquí, para ser estudiadas en la Facultad de Derecho. Ya saben que fue el encargado de vestir el machango de todas las trastadas que hizo Arnáiz en el puerto, las suyas propias y las que ejecutó por encargo de Soria y Mauricio. Para tratar de anular su despido, llegó a plantear en su demanda que el presidente del puerto no está capacitado para las altas y bajas de personal porque el acuerdo del consejo de administración que le facultaba para ello jamás fue enviado para su publicación en el boletín. El acuerdo es de 2003 y el que tenía que mandarlo al boletín era él mismo, que precisamente fue contratado por un presidente -José Manuel Hernández- por esa misma modalidad que él denuncia ahora. O sea, que ni siquiera su contratación fue válida. Por lo tanto, al no haber contratación, no hay despido. Ni haciendo demandas propias atina, oiga.