La sanidad de Lifeblood

¿Se imaginan a Soria de vicepresidente del Gobierno y consejero de Economía y Hacienda en la actual coyuntura? Pues no hace falta que hagan mucho esfuerzo porque esas dos responsabilidades las simultaneó entre el verano de 2007 y el otoño de 2010. Y los resultados fueron catastróficos, como acreditan las cuentas que dejó de la Comunidad Autónoma. Hasta en dos ocasiones fue requerido por carta desde el Ministerio de Economía y Hacienda para que se ajustara a las exigencias contables del Estado, y ni puñetero caso que hizo. Él repite como una cotorra que fueron otros los que dejaron la contabilidad canaria hecha una birria, cuando la realidad es que es ahora, con consejeros de otro partido, cuando se han saneado hasta casi convertir a Canarias en la comunidad autónoma más cumplidora en relación al déficit y a la deuda. Pero sigamos, ¿se imaginan a un consejero del PP al frente de industria y energía en estos momentos? Lo estuvo en época de vacas flacas un tal Luis Soria, y con el viento de las renovables soplando a favor, fue incapaz de desarrollar el concurso eólico sin corrupción. Ahora es una consejera socialista la que trata de minimizar el cero en que el otro Soria, José Manuel, ha metido a las energías limpias, con un claro perjuicio para Canarias. ¿Y la sanidad? No hace falta estrujarse la cabeza para imaginarse cómo sería la sanidad canaria en manos de una consejera como Mercedes Roldós, disciplinada como ninguna a la hora no solo de aceptar imposiciones como las de la anulación del aseguramiento a los inmigrantes, sino para comerse concursos como el del caso Lifeblood, que hubiera supuesto de no quedar anulado por corrupción, tener que estar pagando ahora 20 millones de euros anuales solo por la hemodiálisis.