La soberbia de Soria

A José Manuel Soria las vacaciones le relajan, tanto que se olvida de controlar sus impulsos más profundos y reaparecen los tics que intenta dominar ante la opinión pública. De otra manera no se entiende el antidemocrático gesto mostrado durante su primera comparecencia tras el estío como presidente del Cabildo de Gran Canaria, allí donde se siente cómodo, parapetado por su taca-taca ante la canallesca periodística. Ante la pregunta de un colega (no fuimos nosotros, de verdad) sobre el reciente viaje a Noruega realizado por la también luz y guía del Partido Popular de Canarias invitado por el empresario turístico Björn Lyng, Soria se limitó a replicar: “¿Alguna otra pregunta?” Patada y a seguir sobre las libertades propias de un sistema democrático, empezando por el derecho de información. Acogiose Soria, al parecer, a aquel otro que se repite en las películas americanas de policías y ladrones: “Tiene derecho a guardar silencio y todo lo que diga podrá ser utilizado en su contra”.