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Sobre este blog

El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

El triatlon que acabó en vergüenza

Que una ciudad organice y celebre actos deportivos es muy positivo. Que determinados actos deportivos ocasionan el cierre de calles y las consecuentes molestias para los usuarios, es máxima asumida por el común de los vecinos. Que Las Palmas de Gran Canaria se convierte en un caos cada vez que se celebra un acontecimiento deportivo, una cabalgata o una manifestación va a misa. Ocurrió este domingo nuevamente, esta vez con ocasión del Triatlón organizado por el Regimiento de Infantería Canarias 50, que quiso estrenarse en este atractivo mundo del escaparate deportivo para mayor gloria de sus tenientes coroneles y sus coroneles y de las autoridades civiles locales, cronista oficial incluido. 400 soldados tomaron literalmente las calles de la capital convenientemente apoyados por un inusitado número de agentes de la Policía Local, que si en otras ocasiones los echamos de menos, el domingo los vimos por pareja o por trío en cada intersección, como si en vez de una prueba para 300 deportistas nos encontrásemos ante la marathon de Nueva York. Porque los espacios reservados para el desarrollo de la prueba fueron ciertamente desproporcionados: tres carriles de la Avenida Marítima, gran parte del Paseo de Chil, Rafael Cabrera prácticamente a la mitad... Y el Paseo de Las Canteras reducido a apenas metro y medio de pasillo por el que tenían que moverse los transeúntes (a la altura de Sagasta eran obligados a bajarse a la calle) en el día de mayor afluencia de la semana y sin poder usar una terraza porque no se podían instalar.

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