A ver si (casi) todo fue un espejismo

Empiezan a aparecer flotando en las tranquilas aguas de la bahía de La Luz preocupantes restos que evidencian que alguien que por allí transitó en un pasado reciente no fue tan sólido como se pensaba, alguien que creimos siempre un impecable gestor de lo público que había dado un impulso indiscutible al principal puerto de esta zona del Atlántico. Se llama Javier Sánchez-Simón, y precisamente por esa fama consiguió ser el último pez gordo del PP en el Gobierno que formaron después de mayo socialistas y nacionalistas. Ahora que afloran esos primeros datos sobre su gestión al frente de la Autoridad Portuaria nos preguntamos si Sánchez-Simón se equivocó o los equivocados son los que aseguran que dejó al Puerto con 150 millones de deuda, en términos actuales y de moda, el 150% de su PIB, vamos, en zona de rescate. Y nos empezamos a llevar las manos a la cabeza en una mezcla de perplejidad y de sonrojo por lo ocurrido -y es otro ejemplo de primera edición- con el dique Reina Sofía. Pensado para ser financiado con 25 millones de la Autoridad Portuaria y con 50 de fondos europeos, Sánchez-Simón perdió la ayuda de la UE y el timbalazo ha terminado costando al organismo 80 millones de nada, es decir, un pufo de 55, más de la tercera parte de la deuda que ha dejado.