Un médico de urgencias se enfrenta a tres años de cárcel por la muerte de un paciente que bebió veneno por error

Urgencias del Hospital Insular. (FOTOGRAMA DE RTVC)

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Un médico del servicio de Urgencias del Hospital Insular de Gran Canaria se enfrenta a una pena de tres años de cárcel por la muerte de un joven de 19 años a quien dio el alta tras practicarle dos lavados de estómago y dos endoscopias para tratar una intoxicación por la ingesta accidental de un pesticida venenoso que confundió con un refresco. La Fiscalía de Las Palmas acusa al facultativo, M.A.P., de un delito de homicidio imprudente por infringir “la más elemental diligencia profesional”, que exigía el ingreso hospitalario para el control y la vigilancia terapéutica del paciente y la administración de sustancias para disminuir la absorción del producto tóxico.

Los hechos se remontan al 11 de febrero de 2014. Según el relato del Ministerio Público, el paciente fue derivado al Insular en ambulancia desde el centro de salud de El Calero, en Telde, a donde acudió tras haber bebido por error de una botella de Nestea que había sido rellenada con un herbicida, de nombre comercial Reglone. Se trata de un compuesto, el diquat o dicuat, de alta toxicidad y riesgo para el ser humano, que se utiliza en agricultura para eliminar la maleza. El producto se mezcla con un mojante, el Agral, que aumenta la cobertura del herbicida.

El joven ingresó en el Hospital Insular en torno a las diez de la noche, dos horas después de haber ingerido el veneno. El médico ahora acusado le aplicó una sonda, le realizó una endoscopia y un lavado de estómago del que extrajo “un contenido amarillento”. Mientras, la familia del paciente trataba de averiguar qué pesticida había tomado, ya que no lo conocía con exactitud, y de conseguir el prospecto y la etiqueta del producto. La Fiscalía relata en su escrito de calificación que los parientes del joven solicitaron que se analizara el contenido de la botella para determinar así la sustancia concreta y que se movilizaron para llevar al hospital garrafas originales de los productos que bebió, tras acudir a un negocio que los comercializaba.

En un momento dado, y siempre según la descripción de hechos del Ministerio Público, la madre preguntó al especialista en urgencias si su hijo podía volver a casa esa misma noche, a lo que el médico le respondió: “Señora, ¿cómo se lo va a llevar si se ha envenenado?”.

Sin embargo, tras haberle realizado dos lavados de estómago y dos endoscopias, el facultativo del Servicio Canario de Salud acabó dando el alta al paciente, a quien diagnosticó una intoxicación por herbicida y una gastritis leve y recetó un protector gástrico (Omeprazol). La Fiscalía remarca que la madre del intoxicado le advirtió en dos ocasiones de que ya disponía de los prospectos del herbicida, pero el acusado le contestó entonces “que no hacía falta porque su hijo se encontraba bien” y que tan solo había sido “un susto”.

El joven pasó “una mala noche” en su casa en Telde y se despertó con flemas y visión borrosa, por lo que sus padres decidieron acudir de nuevo a urgencias, en este caso al ambulatorio de San Gregorio, al mediodía del 12 de febrero. La médica que lo atendió en este servicio recomendó, a la vista del alta de la noche anterior, de que el Omeprazol tiene entre sus efectos secundarios el de visión borrosa y de que los parámetros de exploración no detectaron ninguna alteración, que sus familiares lo mantuvieran en observación durante las siguientes horas y que, en caso de que no experimentase una mejoría, volviese a urgencias del hospital.

Las alarmas saltaron esa misma tarde, en torno a las 20.30 horas, cuando, siguiendo las indicaciones de la facultativa del centro de salud de San Gregorio, se presentaron en el Insular al advertir que, además de los problemas de visión, el joven comenzó “a decir cosas totalmente incoherentes, como si se le hubiese ido la cabeza”. A pesar de que en el hospital conocían el motivo por el que había estado allí la noche anterior, tuvo que esperar más de media hora para ser atendido. Le hicieron analíticas y pidieron a los padres los prospectos del pesticida. Recién entrada la madrugada del día 13 fue ingresado en la Unidad de Medicina Intensiva (UMI), donde acabaría falleciendo horas después, sobre las 11.30 horas, como consecuencia de un fallo multiorgánico. El “debido tratamiento” aplicado en esta ocasión resultó insuficiente.

El escrito de acusación de la Fiscalía subraya que, ante la sospecha de ingestión, aunque sea en cantidades mínimas, de un preparado que contenga diquat o dicuat, se requiere un tratamiento urgente y un ingreso hospitalario para controlar al paciente y suministrarle sustancias que disminuyan la absorción del producto venenoso. El Ministerio Público remarca que el médico acusado no ordenó ninguna de estas actuaciones y que, en cambio, dio el alta al paciente “sin haberse producido la eliminación terapéutica del tóxico”, ya que los lavados de estómagos no “consta que sean efectivos a tal fin”, y sin haber adoptado ninguna medida para evitar absorberlo al torrente sanguineo, lo que derivó en que “posteriormente la asistencia médica fuese inútil”.

Por ello le considera autor de un delito de homicidio por imprudencia, tipificado en el artículo 142.1 del Código Penal, solicita la apertura de juicio oral y pide una pena de tres años de prisión y la inhabilitación para el desempeño de cualquier profesión sanitaria en clínicas o consultorios públicos o privados durante el mismo tiempo.

La investigación se inició en el Juzgado de Instrucción número 2 de Las Palmas de Gran Canaria, cuyo titular es Rafael Passaro, tras una denuncia presentada por los familiares de la víctima.

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