Castillos de Lanzarote: una historia de piratas y corsarios

Dos cañones custodian la puerta del Castillo de San Gabriel. VIAJAR AHORA

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El frente costero de la ciudad de Arrecife, capital de Lanzarote, está marcado por la sucesión de enormes playones de arenas claras, zonas rocosas y charcos de gran tamaño. Costa ideal para el turismo del siglo XXI que busca tranquilidad, sol y buenos lugares dónde acercarse al mar sin peligro. Y el litoral de esta parte de la isla canaria reúne esos requisitos. Grandes bahías tranquilas al socaire de las corrientes y el oleaje que también son buena cosa para las artes de la navegación. Y como no todos los siglos son igual de tranquilos, es habitual que en estos enclaves de la costa los que nos precedieron tomaran precauciones.

Como sucedió en el resto del Archipiélago, Lanzarote fue objetivo frecuente de ataques de piratas o escuadras de otras naciones desde que la isla se incorporó a la convulsa realidad europea. Fruto de este historial de violencia, se construyeron castillos, atalayas y torres que formaron un precario sistema de defensas que hizo frente al ataque de ingleses, portugueses, holandeses, franceses, moriscos y argelinos. En total, 13 ataques que se sucedieron entre 1459 y 1762 y que tuvieron un elevadísimo costo en vidas, secuestros y daños.

En la capital, decíamos, la particular configuración de la costa, plagada de arrecifes que le dan el nombre, la convierten en uno de los puertos naturales más importantes de las islas; lugar de salida de los excedentes agrícolas y, sobre todo, de los afamadísimos vinos conejeros (ver reportaje sobre La Geria). Y por lo tanto objetivo prioritario de los piratas y corsarios. Por ello no extraña que la rada arrecifeña estuviera guardada por dos baterías de artillería. El famoso Puente de las Bolas salva el pequeño brazo de mar que separa la costanera de la capital y los Islotes del Quemado.

Situado en un lugar privilegiado, desde el que se domina gran parte del litoral de la ciudad, se encuentra el Castillo de San Gabriel (Dirección: Antiguo muelle sn; Tel: (+34) 928 811 762; Horario: MV 10.00 – 13.00 y 16.00 – 19.00 S 10.00 – 13.00) un castillete en forma de diamante construido a finales del siglo XVI por el afamado ingeniero militar Leonardo Torriani y reconstruido parcialmente en el XVIII. Hoy alberga una pequeña muestra sobre la historia del lugar y piezas arqueológicas.

Al norte del puerto, y en conexión con la fortaleza del Quemado, se levanta el Castillo de San José (Dirección: Carretera de los Castillos sn; Tel: (+34) 928 812 321; Horario: LD 10.00 – 20.00) una construcción que se levantó ya en el siglo XVIII para complementar la potencia de fuego del vecino Castillo de San Gabriel y cerrar, en combinación con éste, la bahía de Arrecife por su flanco norte. Esta batería costera se encuentra en perfecto estado de conservación por lo que la visita ayuda a comprender los fundamentos de la construcción militar española.

Hoy, este espacio de gran relevancia histórica, alberga un interesante museo de arte contemporáneo donde se exhiben obras del genial artista local César Manrique y otros creadores de la talla de Antoni Tapies, Manolo Millares u Óscar Domínguez. Un atractivo más que se suma a la posibilidad de ver, por dentro, como se organizaba el espacio de estas baterías costeras diseñadas para impedir los desembarcos de fuerzas enemigas.

Protegiendo la zona sur

En torno a las playas de Yaiza y Del Papagayo se establecieron los primeros europeos que llegaron a la isla con intención de quedarse allá por los inicios del siglo XV. Los normandos de Jean de Bethencourt levantaron una pequeña fortaleza de piedra que recibió el rimbombante nombre de ‘El Rubicón’. San Marcial del Rubicón (Dirección: Playa de los Pozos sn –Acceso por carretera a Papagayo-; Horario: LD 9.00 – 19.00) es hoy uno de los yacimientos arqueológicos más interesantes de la isla por su importancia histórica. De la antigua fortificación apenas quedan los cimientos, algunas estructuras que se han interpretado como pozos de agua y los restos de la Ermita de San Marcial, que fue la primera catedral de las islas. Ya en plena urbanización turística de Playa Blanca se encuentra el Castillo del Águila (Acceso por Calle Castillo del Águila), una pequeña torre circular artillada de mediados del siglo XVIII que servía para vigilar la costa sur de la isla y proteger a los escasos vecinos que vivían en la zona.

El último castillo de esta lista de fortificaciones es, sin embargo, el más importante y antiguo de las edificaciones militares construidas en la isla. La localidad de Teguise fue, durante siglos, la capital de Lanzarote (ver guía de Teguise). Ciudad blanca repleta de viejos palacetes, iglesias y conventos que se extiende chata a los pies del imponente Volcán del Guanapay. Y justamente en la cima de este volcán se construyó el Castillo de Santa Bárbara (Dirección: Acceso desde Avenida Gran Aldea; Tel: (+34) 928 845 001 y (+34) 686 470 376; Horario: LD 10.00 – 16.00), una fortaleza construida a inicios del siglo XVI (y remodelada también por Leonardo Torriani) que servía para proteger a la población local de los saqueos a los que, cada tanto, los piratas y corsarios sometían a la isla. Hoy, la fortaleza alberga un más que interesante museo sobre la piratería y sus efectos en la historia insular. Maquetas de barcos, cañones, paneles, mapas y piezas de la época ayudan al viajero inquieto a comprender el porqué de estas fortificaciones que hemos visitado.

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