Desde Punta Arenas a Chiloé: de travesía por los imponentes fiordos del sur de Chile

Paredes de hielo en el Glaciar Grey, en Torres del Paine (Chile). VIAJAR AHORA

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Puerto Natales es una ciudad modesta . Lejos de la monumentalidad de la vecina Punta Arenas , capital de la región magallánica chilena, la pequeña localidad, achaparrada en torno a su importante puerto pesquero, tiene la imagen típica de un lugar de frontera. Casas de madera y chapa, calles que rara vez se llenan de gente y un mar frío e inhóspito completan esta postal típicamente patagona. Más allá de las últimas casas, las estepas, las manchas de bosques de lengas y ñirres y las montañas acentúan esta imagen de último refugio. Aún así, miles de viajeros llegan cada año hasta la ciudad, que actúa de puerta de entrada del espectacular Parque Nacional de Torres del Paine y de puerto de salida de las rutas navales que recorren los recovecos de los canales patagónicos, un laberinto espectacular de fiordos, islas, pasajes y canales que convierte a esta parte de la costa de Sudamérica en una de las más espectaculares del mundo.

Puerto Natales nació a principios del XX como centro de aprovisionamiento para los ganaderos de la zona y, a su vez, puerto de salida de lana y carne hacia el resto del mundo. Una buena manera de acercarse a la historia del lugar es a través del Museo Histórico Municipal (Dirección: C/ Bulnes, 285; Tel: (+56) 61 411 129; Horario: LV 9.00 – 13.00 y 15.00 – 20.00 SyD 15.00 – 20.00; E-mail: museo@puerto-natales.com), que explica los avatares de la zona desde que los primeros colonos europeos llegaron al lugar y se toparon con los diferentes pueblos de nómadas canoeros que vivían en las costas del extremo sur del continente americano. Especialmente interesantes son las salas dedicadas a los primeros hombres y mujeres que vivieron en estas costas; pueblos como los Aónikenk y los Kaweshkar , que ya estaban cuando llegaron las ovejas, las alambradas y los títulos de propiedad de la tierra.

Esto es frontera pura y dura . Basta bajar hasta el puerto, donde se mecen los barcos de una de las lotas pesqueras más activas del sur de Chile, o internarse por los alrededores de la ciudad para que la naturaleza más extrema se adueñe del paisaje. Las estancias se convierten en la única concesión al ser humano durante hectáreas y hectáreas de terreno enclaustradas entre las faldas cordilleranas, los lagos, los canales marinos y los fiordos excavados por los hielos. Los amantes de la naturaleza más extrema llegan aquí atraídos por el reclamo del Parque Nacional Torres del Paine, una de las grandes maravillas de esta parte del mundo y meca para amantes del senderismo y la escalada.

Por el camino, el viajero puede dejarse caer por la Cueva del Milodón (Dirección: Ruta 9 Norte, km 25; Horario: LD 8.00 – 19.00),impresionante cavidad en la que hace poco más de 100 años se encontró el esqueleto íntegro de una especie de perezoso extinto. En los alrededores se han encontrado restos de abundante fauna prehistórica; animales que, hace 11.000 años, vieron la llegada de los primeros humanos a la zona. Otro imprescindible de los alrededores de Puerto Natales es el Glaciar Grey, una imponente lengua de hielo de 28 kilómetros de largo y seis de ancho que forma parte del lado chileno del Campo de Hielo patagónico Sur, uno de los complejos glaciares más grandes del mundo. La travesía por el Lago Grey dura unas tres horas y la gran recompensa es acercarse a la pared de hielo que, en sus puntos culminantes, supera los 30 metros de altura.

Fiordos y canales

Entre Puerto Natales y la isla de Chiloé median 2.136 kilómetros. Es una distancia sumamente engañosa que se incrementa de manera notable debido a la propia configuración de la costa patagona chilena. Hay varias formas de salvar esta distancia. Hay varias empresas que ofrecen cruceros por los fiordos chilenos. Es una buena manera de explorar a fondo los secretos de esta parte del mundo, una de las más fascinantes de Latinoamérica. En estos cruceros se alterna navegación, excursiones y charlas sobre los principales atractivos geológicos y ecológicos de la región. La empresa Navimag ofrece rutas entre Puerto Natales y Puerto Montt y entre esta última ciudad y Puerto Chacabuco, en la región de Aysén. Los precios para el trayecto completo rondan los 600 dólares y la duración de la travesía es de 5 días (tres noches). Otras empresas como Naviera Austral, cubren varias rutas de cabotaje interno entre los principales puertos de la región.

Desde el mar, el Parque Nacional Bernardo O’Higgins es una sucesión de fiordos y canales plagados de islas. En esta parte de la costa, la Cordillera de Los Andes emerge directamente desde las profundidades del Océano Pacífico descolgando sobre el mar las impresionantes lenguas de hielo que bajan desde el Campo de Hielo Patagónico Sur. Una de las visitas que no pueden faltar es la del Glaciar Brüggen, punto culminante del Fiordo Eyre y la masa de hielo más larga del mundo fuera de las que cubren tierras antárticas. Y desde Puerto Chacabuco, ya en la parte central de la región patagónica, parten los minicruceros que visitan Laguna de San Rafael (nosotros viajamos con Catamaranes del Sur), otro de los fiordos glaciares más impactantes de la zona.

De Aysén a Chiloé

Puerto Chacabuco es la puerta de entrada a la región de Aysén, culminación de la mítica Carretera Austral, ruta que conecta esta parte de la Patagonia chilena con el resto del país. Coyhaique es la pequeña capital de la provincia más joven de Chile y también una estupenda base de operaciones para explorar las inmediaciones del Cerro Mackay, que preside un paisaje en el que se pueden encontrar preciosos lagos arropados por bosques frondosos (como los lagos Elizalde, La Paloma, Caro o Laguna Verde) y verdaderos paraísos como la Reserva del Río Simpson. No es mala idea reservar un par de días para conocer la región y dejarse atrapar por sus encantos a través de actividades de contacto directo con la naturaleza como el descenso de aguas bravas o el senderismo.

Desde aquí, y hacia el norte, las posibilidades se reducen a optar por alguno de los modernos transbordadores que cubren la distancia entre Puerto Chacabuco y Puerto Montt en apenas un día de travesía u optar por las barcazas de cabotaje interno que saltan de isla en isla y de fiordo en fiordo y que llegan al puerto de Quellón, al sur de la isla de Chiloé, en unas 40 horas si las condiciones de la mar y las mareas lo permiten. La rapidez y la comodidad aconsejan lo primero, pero para el que cree que el trayecto es la esencia del viaje, la segunda opción ofrece horas y horas de navegar tranquilo y la visión de paisajes únicos con montañas que se elevan desde la orilla del mar hasta las alturas donde el hielo y la nieve reinan durante todo el año y bosques que bajan hasta la orilla del mar. Mágico y, si hay tiempo, más que recomendable.

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