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Liubliana: la más grata sorpresa de Los Balcanes

Rio Liubliana, que divide en dos el casco histórico de la capital eslovena. TURISMO DE ESLOVENIA

Desde las torres del Castillo, Liubliana es una trama apretada de tejados rojos y callejuelas estrechas. De entre las casas sobresalen solo algunos campanarios de iglesia y la enorme mole de la Catedral coronada por una cúpula superlativa en comparación con el tamaño del edificio. Si obviamos las avenidas y calles de la ciudad nueva, el cielo apenas se da un respiro sobre el cauce del río, en las escasas plazas y en el propio castillo. El resto de la ciudad es una red intrincada de callejuelas en los que el sol apenas asoma por rendijas de un par de metros. La trama medieval sigue dominando el urbanismo de una ciudad típicamente centroeuropea. No por casualidad, a la capital de Eslovenia se la conoce como la Viena de Los Balcanes. Un apelativo que le viene al pelo: edificios barrocos, alguna que otra aguja gótica, restos medievales, alguna que otra piedra de noble familia romana, pinceladas de art nouveau… Todas esas cosas que se repiten en las ciudades del antiguo Imperio Austrohúngaro y que dan fe de lo añejo del lugar. En la capital eslovena se da la circunstancia añadida de estar todo muy cerca. Casi al alcance de paseos de una hora.

Iniciábamos nuestro relato en el Castillo (Dirección: Grajska planota, 1; Tel: (+386) 1306 4293; Ver Horario ; E-mail: info-center@ljubljanskigrad.si). Las piedras más antiguas de esta fortaleza medieval datan de los tiempos de Emona; los romanos que llegaron al lugar en torno al 50 antes de Cristo aprovecharon un antiguo asentamiento situado en lo alto de una colina para construir el campamento que daría pie a la futura ciudad. Sobre los cimientos romanos se fueron construyendo los sucesivos castillos y las sucesivas Liublianas. Y nada mejor que empezar por aquí para comprender la ciudad en todas sus dimensiones. Un pequeño museo de historia y las vistas sobre la capital y los cercanos Alpes Julianos (ver guía de los Alpes Julianos) son excusas más que suficientes para iniciar aquí la exploración a fondo de la urbe.

Después de identificar, desde las alturas, los puntos más importantes de la ciudad el viajero puede bajar hacia el Staro Mesto, la ‘Ciudad Vieja’. La Calle Mestini conduce a la Plaza del Ayuntamiento, donde se encuentra una de las mejores muestras de gótico civil de Europa. El Rotovz (edificio del Ayuntamiento) bien merece una visita. Además, es habitual que se instalen exposiciones de artistas locales. Frente la casa de gobierno municipal se encuentra la Fuente de los Tres Ríos, uno de los iconos barrocos de la ciudad que data de mediados del XVIII, un siglo prodigioso que cambió la faz de la ciudad y la equiparó con vecinas ilustres de la talla de Viena, Praga o Budapest.

Arte. Pese a ser una de las capitales más pequeñas del mundo, Liubliana tiene uno de los promedios de instalaciones culturales y museos más altos de todo el viejo continente. Y es que la propia ciudad es un museo; trama en la que destacan los preciosos edificios barrocos pintados de colores pastel. Como la Catedral de San Nicolás (Dirección: C/ Dolnicarjeva, 1; Tel: (+386) 1234 2690; Horario: L-D 6.00 – 12.00 y 15.00 – 18.00) una de las joyas de este estilo arquitectónico en el Este de Europa. Merece la pena pasar un rato admirando sus frescos o la impresionante cúpula. Y la puerta principal; una obra escultórica que narra a golpe de cincel contemporáneo los 2.000 años de cristianismo en el país.

Un paseo por el río y el Tivoli

El año 1895 impuso un cambio urbanístico radical en la ciudad. Un terremoto obligó a reconstruir gran parte de la capital y ahí surgió la figura de Joze Plecnik, arquitecto nacional de Eslovenia y responsable de la reconstrucción del casco histórico y, sobre todo, la reordenación del tramo fluvial del Río Liubliana (en el número 4 de la calle karunova puede visitarse su casa estudio, reconvertido en Museo de Arquitectura). El cauce divide en dos mitades al Staro Mesto, que se unen a través de una preciosa colección de puentes cada cual más bonito. El más famoso es el Zmajski most (Puente de los Dragones), que hace referencia al mito de Jasón y los argonautas que, según dicen, se enfrentaron a un temible dragón en las montañas que rodean la ciudad. Hacia el oeste se encuentra el Tromostovje (Puente Triple), obra de Plecnik, que conduce a la Plaza de Presersnov y a la espectacular Iglesia Franciscana de la Anunciación. Al otro lado del río se yergue la Plaza de Vodnikov, lugar donde se localiza el espectacular Mercado (Horario: 6.00 – 18.00), otra de las obras del arquitecto más famoso de Eslovenia. El río es una calle más animada por un espectacular paseo cuajado de restaurantes y terrazas. Un paseo en barca merece la pena.

Más allá del centro se encuentra el Parque del Tivoli, pulmón de una de las ciudades con más espacios verdes de Europa. Antes de perderse entre los árboles de este jardín, no es mala idea darse una vuelta por la Galería Nacional de Eslovenia (Dirección: Puharjeva ulica, 9; Tel: (+386) 1241 5418; Horario: M-D 10.00 – 18.00; E-mail: info@ng-slo.si), que cuenta con la colección de arte más importante del país con obras de artistas locales y algunos grandes maestros europeos. El parque, inmenso, alberga la sede del Centro Internacional de Artes Gráficas (Horario: M-D 10.00 – 18.00), que ocupa el antiguo Palacio del Tivoli (siglo XVII) y es uno de los museos de arte contemporáneo más importantes de Europa del Este.

Otro tipo de cultura se vive en el Centro Cultural Autónomo Metelkova (Dirección: C/ Metelkova), un activo centro cultural alternativo que concentra a multitud de artistas (también te puede interesar nuestro reportaje sobre Christiania en Dinamarca). Esta manzana de la libre creatividad se encuentra a escasa distancia de la estación de tren, esta antigua zona de fábricas y almacenes se ha convertido en uno de los polos de cultura underground más activos de Europa.

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