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Tierra de Fuego y la mística del fin del mundo

Pingüinos en una de las islas del Canal Beagle, Tierra del Fuego. CucombreLibre

Viajar Ahora

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El camino se para en Punta Delgada después de un pequeño tramo de 55 kilómetros por territorio chileno. El continente se interrumpe junto a un pequeño faro que ejerce de espejo al que se encuentra en la otra orilla. El cielo es de un color plomo que aplasta. Y aunque es pleno verano el viento helado obliga a ponerse abrigo y a meter la cabeza entre las solapas del abrigo. La estrecha lengua de agua que separa las dos orillas es el Estrecho de Magallanes. El paisaje es humilde; hasta inhóspito. Nada especial pese a ser uno de los lugares de mayor importancia histórica y geográfica del mundo. Por aquí se internaron un puñado de barcos españoles a principios del siglo XVI. Aquel 1 de noviembre de 1520, la escuadra comandada, aún, por Fernando de Magallanes hacía historia al encontrar el paso hacia el Pacífico; un hito que culminaría, más allá de los desastres, las muertes y el hambre, en la primera circunnavegación de la historia. Dicen que aquella misma noche, las orillas del canal se llenaron de pequeñas fogatas. Y los españoles bautizaron al lugar como Tierra del Fuego.

Desde Buenos Aires, un vuelo hasta el Aeropuerto de Ushuaia demora poco más de cuatro horas (operan las compañías Aerolíneas Argentinas; Latam; Norwegian). Lo mismo sucede con Punta Arenas desde Santiago de Chile (Lan Chile) –desde aquí hay que tomar un barco hasta la ciudad de El Porvenir -. Pero llegar por tierra tiene su aquel, si tienes el tiempo necesario para ello y las ganas. Lo más sencillo es llegarte hasta Ushuaia y hacer ahí campo base. Desde la ciudad más austral de Argentina se pueden hacer la mayor parte de las excursiones y visitas más interesantes; pero cruzar el Estrecho de Magallanes tiene su aquel viajero. Es una de esas experiencias que no se olvidan nunca: como tampoco el largo trecho de carretera que atraviesa la isla de norte a sur descubriendo, de a poco, las maravillas del lugar -450 kilómetros-. Pero, como te decíamos, para eso hay que tener ganas y tiempo (y coche de alquiler o ir en bus desde Río Gallegos –casi once horas de viaje-).

USHUAIA, LA ÚLTIMA FRONTERA .- Ushuaia es una ciudad muy especial. No es especialmente bonita. Abundan los edificios anodinos de techo de chapa y algunos horrores propios del turismo de masas. Pero el entorno es espectacular y ejerce una mística muy atractiva por su condición de última frontera. Desde aquí, por ejemplo, parten buena parte de los cruceros que se internan en las peligrosas aguas australes en demanda de la Antártida. Encerrada por las últimas alturas respetables de la Cordillera de Los Andes y las aguas heladas del Canal Beagle, Ushuaia es una ciudad extrema: no es raro que te nieve en pleno verano, por ejemplo. Un lugar domesticado a medias hace poco; un lugar que, durante muchas décadas, fue el destino de presos condenados a trabajos forzosos y hogar de hombres y mujeres duros. Los primeros, aquellos indígenas que encendieron las fogatas que vieron los españoles y cuyo rastro puede seguirse en lugares como el Museo Yámana (Dirección: Rivadavia, 56; Tel: (+54) 2901 422 874), dedicado a los primeros pobladores de la isla o el Museo del Fin del Mundo (Av. Maipú 173; Tel: (+54) 2901 421 863), que alterna colecciones naturales e históricas. Después llegaron los estancieros ganaderos y los presos.

El Presidio de Ushuaia (Dirección: C/ Yaganes sn; Tel: (+54) 2901 437 481) es la gran cita obligada de los que visitan la ciudad. Estuvo abierto entre 1902 y 1947 y sirvió para castigar a los convictos más peligrosos de Argentina y, también, para confinar a numerosos presos políticos. Hoy, el penal sirve, a la vez, como centro de interpretación del mismo penal cuya historia se cuenta a través de las historias de algunos de sus presos más destacados y como museo naval. Los presos menos peligrosos trabajaban en las inmediaciones de la ciudad explotando las enormes riquezas forestales de la región. El Tren del Fin del Mundo (RN3 km 3065; Tel: (+54) 2901 431 600) recuperó hace ya algunas décadas parte de la línea ferroviaria que conectaba la ciudad con los bosques que hoy forman el Parque Nacional Tierra del Fuego, un pequeño paraíso de bosques y lagunas enclaustrados entre los cerros nevados y las aguas del Beagle. Hoy es un lugar bonito ideal para hacer pequeños senderos; hasta 1947 era un campo de trabajos forzados del que era imposible escaparse. También es un buen lugar para ver los estragos que ha ocasionado la introducción del castor –para fomentar la industria peletera- en los ecosistemas fueguinos.

Nos quedan los estancieros. Desde la ciudad es fácil llegarse hasta la Estancia Harberton (Acceso por carretera J –desde Ruta 3). Aquí se estableció la primera misión anglicana en la zona (1870) casi dos décadas antes de que el Gobierno argentino tomara posesión de la zona. La misión, que tenía como misión cristianizar a los indígenas, se organizó como explotación ganadera y maderera y fue la primera empresa de este tipo de Tierra del Fuego. Hoy se pueden visitar las antiguas dependencias de la estancia (convertidas en un museo), comer en un restaurante y visitar las islas cercanas en las que hay varias colonias de pingüinos.

El entorno de Ushuaia es una de sus grandes bazas como destino turístico. A espaldas de la ciudad, las laderas toma altura de manera rápida. Los bosques dan paso, en pocos kilómetros, a los hielos perpetuos lo que permite algunas excursiones a pie de pocas horas desde el mismo centro de la ciudad. El más famoso de los glaciares fueguinos es el Martial. El acceso no es complicado y gran parte se hace a través de un telesilla. Algo más complicado (aunque igualmente fácil) es el sendero que sube hasta el Glaciar Vinciguerra y su espectacular Laguna de los Témpanos –demanda unas seis horas de caminata desde Ushuaia-. El canal Beagle es la otra gran atracción. Las excursiones parten del puerto de Ushuaia y recorren una buena parte del canal visitando alguna de las islas más interesantes –isla karelo (se pueden ver colonias de pingüinos, de leones marinos y cetáceos).

EL LAGO FAGNANO Y EL CORAZÓN DE LA ISLA .- A escasos 80 kilómetros de la ciudad –con el espectacular Paso Garibadi y el precioso Lago Escondido de por medio- nos encontramos en las orillas del Lago Fagnano Este espejo de agua de casi 105 kilómetros de largo sirve de ‘frontera’ natural entre los últimos pliegues de la Cordillera y la estepa patagónica. A apenas unos kilómetros al norte de los límites del lago los bosques ceden y empiezan a tomar protagonismo los paisajes adustos: el árbol deja su espacio a los pequeños matorrales rastreros, la turba y a las hierbas. La pequeña localidad de Tolhuin ejerce de `corazón’ de la isla y es famosa por su repostería (herencia inglesa) y la cercanía de la Reserva Natural de Laguna Negra, uno de los mejores ejemplos de bosque fueguino de toda la región.

CAMINO A PORVENIR.- El Porvenir es la gran ‘ciudad’ del lado chileno de Tierra de Fuego. Entre Ushuaia y esta pequeña localidad situada en la costa del Estrecho de Magallanes median 437 kilómetros de buen firme que permiten hacer el recorrido en unas cinco horas. La principal atracción de este atracón de kilómetros está en un lugar conocido como Bahía Inútil: quizás eñl lugar no sirva como posta de navegación o para criar ovejas, pero alberga la única colonia estable de Pingüino Rey de toda Sudamérica . El lugar merece mucho la pena y también puedes ver algunos restos arqueológicos vinculados a las culturas canoeras fueguinas. Porvenir repite el esquema de otras localidades de la Patagonia extrema chilena: casas de madera y techo de chapa y poco más. Pero como sucede con otros lugares por estas latitudes los alrededores te ofrecen regalos como el Parque natural Laguna de los Cisnes, que recibe el nombre de los cisnes negros (entre otra buena cantidad de bichos) que la frecuentan. Eso y el estrecho, que aquí se muestra mucho más salvaje y auténtico que en las inmediaciones de Punta Delgada. Un lugar para sentarse y ver cómo pasan, por ejemplo, las ballenas que van de un océano al otro como Magallanes hace medio milenio.

Fotos bajo Licencia CC: Viajar Ahora; Nestor Galina; NTNU Vitenskapsmuseet; Amanda

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