De Petra al Desierto pasando por el Mar Muerto; consejos para viajar a Jordania

El Tesoro desde las alturas. Una de las imágenes paradigmáticas de Petra. Roderick Eime (CC)

Viajar Ahora

Jordania es uno de los grandes destinos turísticos del Medio Oriente. Es un país acostumbrado a recibir turismo desde hace décadas; un país pequeño y con buenas infraestructuras que es fácil recorrer aún por cuenta propia. Petra, el Mar Muerto, el desierto de Wadi Rum y la ciudad romana de Gerasa son los destinos turísticos más demandados. Pero hay mucho más que ver. Te damos las claves para armar un viaje por este país fascinante por tu cuenta. Porque lo que te muestran los folletos de las agencias turísticas no son más que la superficie de un mar que rebosa lugares que ver.

PRIMERO, ¿VIAJE ITINERANTE O CON BASE EN AMÁN? Las distancias son cortas y permiten hacer buena parte del viaje desde Aman. Gerasa queda a 54 kilómetros de la capital; Madaba a 32; El Monte Nebo a 32 (y a 9,3 de Madaba); las orillas de Bethania a 56 kilómetros y los resorts del Mar Muerto a 56. Para ir a Petra y al Wadi Rum si hay que hacer más kilómetros, pero tampoco gran cosa (237 hasta la ciudad excavada y 314 hasta el desierto). No es mala idea plantearse cuatro días en Amán (dos días para la capital) y desde ahí hacer una excursión al norte (Gerasa, Umm Qays y Castillo de Aljoun) y otra a Bethania, el Mar Muerto, la cima del Monte Nebo y la ciudad de Madaba. Después desplazarse hacia el sur para visitar Petra (al menos dos días para poder hacer el recorrido nocturno), hacer alguna noche en Wadi Rum y bajar hasta la mítica ciudad de Aqaba y pasar un par de días en la playa.

¿CUANTO TIEMPO? Con una semana puedes ver bien Amán, hacer la excursión al norte, ver la costa del Mar Muerto y bajar al sur para ver Petra. Con diez días puedes añadir un par de días para recorrer el Wadi Rum, uno de los desiertos más impresionantes del mundo. Y con quince días añades al recorrido Aqaba (con algunas inmersiones impresionantes) y te puedes dar el lujo de pasar alguna noche en uno de los complejos hoteleros del Mar Muerto. Con tres semanas puedes hacer la Ruta 40 y visitar las fortalezas del desierto, un rosario de antiguos castillos, villas romanas y caravasares que suele quedar al margen de los planes de los que vienen sólo una semana. Entre diez y quince días te da para ver lo más importante y una semana más te posibilitará profundizar un poco más. Si nos has seguido en algunos de nuestros reportajes de consejos, sabrás que somos fanáticos de los 21 días.

¿QUÉ VER? Historia. Es el plato fuerte del país que, durante siglos, fue un nexo entre oriente y occidente; una especie de puerta del mundo mediterráneo (a apenas unos kilómetros de la frontera con Israel) hacia las riquezas culturales y materiales del oriente más lejano. Por aquí pasaron todas las grandes culturas del Mundo Antiguo y también fue el escenario del nacimiento, crecimiento y consolidación de las tres grandes religiones. Y esto marca. Hay grandes monumentos; ciudades perdidas; castillos; maravillas de la talla de Petra; imponentes lugares naturales como el mar Muerto o el Wadi Rum y una cultura bestial que se traduce en atractivos para el visitante como la artesanía, la música o la gastronomía (de las mejores que probamos junto a la turca, la siria o la marroquí). Hay mucho que ver.

Amán. En un vistazo a bote pronto parecería que la capital no tiene mucho que ver. No es bonita, la verdad, pero pocas ciudades en el mundo pueden presumir de haber estado habitadas desde hace más de ocho mil años sin interrupción; un dato que deja perlas por todos lados en forma de piedras nobles: las más impresionantes son la ciudadela romana (con restos de templos, edificios públicos, casas y un imponente teatro que se encuentra entre los mejores conservados del mundo). Como no podía ser de otra manera hay un muy buen Museo Arqueológico. De tiempos más cercanos están el Palacio Omeya y algunas mezquitas interesantes (aunque sólo puedas verlas por fuera). Y después están las calles de la vieja medina, los zocos, los cafés… Y la gente. Amable y hospitalaria.

Gerasa y Gadara . Son dos de las antiguas ciudades de Roma que formaban la Decapolis, un conjunto de diez ciudades que formaban la frontera oriental del imperio (como la propia Amán o Damasco, ya en la actual Siria). Gerasa (Jerash) es una de las ciudades romanas mejor conservadas de la región (pensamos en nuestra querida Palmira martirizada por la guerra en Siria) y también de las más extensas. Enormes columnatas, calles perfectamente conservadas, arcos triunfales, dos teatros, un circo… Gerasa es la segunda atracción más visitada del país y una auténtica gozada para los amantes de la historia y la arqueología. Gadara (Umm Qays) es más discreta, más pequeña e infinitamente más desconocida que su vecina del sur. Pero tiene un no sé qué que la hace encantadora. Y no hay casi nadie. Uno de los yacimientos romanos mejor conservados que vimos jamás.

Castillo de Aljoun . Esta maciza fortaleza fue construida en el siglo XII por orden de Saladino para proteger la ruta de comunicación entre Siria y Jordania en tiempos de Las Cruzadas. Es un castillo ‘a la europea’ aunque construido por los musulmanes como contrapunto a la red de fortificaciones cristianas del vecino Reino de Jerusalén. Es uno de los mejores ejemplos de fortificación del tiempo de Las Cruzadas de la región a la altura del mítico Crac de Los Caballeros de Siria (que también sufrió graves daños en la guerra).

La ruta de los Castillos . La Ruta 40 es una cómoda autopista que recorre el noreste del país desde Amán hasta la frontera con Irak. Esta salida natural formó parte, durante siglos, de las rutas caravaneras que conducían hacia Bagdad y, desde ahí, a las lejanas tierras del oriente por la mítica Ruta de la Seda. A lo largo de esta ruta se construyeron fortalezas y caravasares para proteger a los comerciantes y algunas de estas construcciones aprovecharon antiguas villas de la época romana. Las paradas clásicas de esta ruta son Qasr Al-Azraq (muy cerca del espectacular el oasis de Azraq); Qasr Al-Hallabat (con sus impresionantes mosaicos romanos); Qasr Hammam As Sarah; Qusair Amra y Qasr Kharana.

Bethania y las orillas del Mar Muerto. El Río Jordán desagua a pocos kilómetros al sur de Amán. En Bethania vivía Juan Bautista y según la tradición cristiana fue aquí donde se bautizó Jesús y hasta aquí llegan miles de peregrinos cada año para ‘tocar las aguas’ de un Jordán sacralizado que convierte sus riberas en una serpiente verde que contrasta con la aridez del entorno. Aguas abajo el cauce dulce muere en las aguas salinas del Mar Muerto (la salinidad es nueve veces mayor a la de cualquier mar de la tierra). Las playas más concurridas y los resorts se encuentran muy cerca del extremo norte de la costa. Venir a Jordania y no darse un chapuzón en el Mar Muerto es no venir. Eso sí, mucho cuidado con la salinidad del agua y no abrir, bajo ningún concepto, los ojos bajo el agua. Mejor evitar meter la cara. Te lo decimos por experiencia. El Mar Muerto es el punto más bajo del planeta. Está a más de 400 metros bajo el nivel del mar. Otro lugar interesante en la zona es el Wadi Mujib, un profundo cañón excavado por el agua que es un verdadero paraíso para la práctica del barranquismo light, ya que es muy fácil recorrer varios kilómetros. Para las rutas técnicas hay que ir con guía.

El Monte Nebo y el Mosaico de la Iglesia de San Jorge . El Monte Nebo se erige a pocos kilómetros de la costa oriental del Mar Muerto. No es una montaña particularmente bonita ni alta, pero aquí fue donde Moisés vio la tierra prometida y murió. Desde su cima pueden verse muy buenas vistas sobre el Mar Muerto, la orilla israelí y la Cisjordania. En la cima hay una iglesia ortodoxa dedicada a la figura del profeta. A apenas diez kilómetros del Monte Nebo se encuentra la ciudad de Madaba. Aquí la visita obligada es la Iglesia Ortodoxa de San Jorge, dónde se encuentra el famoso Mosaico de la Tierra Santa, un precioso mapa de la región de época bizantina que abarca toda la región desde el Delta del Nilo al Líbano y desde el Mediterráneo a la Península Arábiga.

La imprescindible Petra . Maravilla entre las maravillas; uno de esos lugares que hay que ver al menos una vez en la vida. La ciudad de los nabateos excavada en las paredes verticales del Valle de la Aravá que asombró a los romanos. La Petra a la que se llega tras caminar por cañones estrechos de arenisca labrada por el viento. La Petra que maravilla con sus hipogeos (edificios excavados en la roca). La Petra de El Tesoro, la Petra delTriclinium, la Petra de las fastuosastumbas reales y las escaleras infinitas, la Petra del Deir. Estamos ante una de las maravillas del mundo antiguo. Para disfrutar de Petra con toda la intensidad hay que hacer noche en las inmediaciones (en Wadi Musa) por dos razones: la primera es para ver El Tesoro a la luz de las linternas de papel en las visitas nocturnas que se programan los lunes, los miércoles y los viernes ( a las 20.30) y para poder levantarse muy temprano para volver a ver la ciudad nabatea con los primeros rayos del sol. Las entradas no son baratas. La entrada nocturna cuesta unos 20 euros y las entradas diurnas 62 euros (un día), 68 euros (dos días) y 74 euros (tres días). En un día ves lo más importante y te da tiempo a recorrer bastante; pero si tienes tiempo merece la pena ir dos días. Ve con calzado cómodo (zapatillas o botas de montaña) y ni se te ocurra ir en chanclas.

El fantástico Wadi Rum . Este desierto ha sido testigo de importantes episodios de la historia; un lugar que pone de manifiesto que la idea que los occidentales tenemos de estos lugares es errónea; porque el Wadi Rum no es un desierto; está lleno de vida, e historias, de acontecimientos. Hogar de los beduinos, estas tierras fueron el escenario de las andanzas de Lawrence de Arabia en su cruzada contra el Imperio Otomano. Un lugar de belleza primigenia donde aún viven los hombres y mujeres de los grandes espacios abiertos. Lo habitual es contratar alguna excursión de dos o tres días y aprovechar la ocasión para dormir bajo las estrellas mientras se bebe té y se escuchan las historias que han pasado de boca en boca durante generaciones. Un imprescindible de cualquier visita al país.

La playa está en Aqaba . Aqaba es la única y pequeña salida al mar de Jordania. Puerto histórico que hoy comparte una de las fronteras más calientes del mundo (Jordania, Arabia Saudí. Israel y Egipto). En Aqaba hay poco que ver, pero las playas son buenas y las aguas del Mar Rojo son ideales para hacer esnorkel (tubo y gafas) o buceo. A poca distancia de la costa hay impresionantes arrecifes de coral que explotan de vida. Un lugar para descansar un par de días del propio viaje alternando playa y vida de resort. En la ciudad también hay una vieja fortificación de época otomana y un pequeño centro histórico.

¿JORDANIA POR TU CUENTA? Si es posible y, aún más, recomendable. Lo más corriente es optar por el viaje planificado con excursiones cerradas y alojamiento. Jordania es un país muy seguro y muy hospitalario para el viajero (como lo era nuestra añorada Siria antes de que la destruyeran). Alquilar un coche es una buena opción. Las distancias son cortas y las carreteras están en buen estado. Los alquileres rondan los 30-40 euros diarios. Es imprescindible el GPS (mejor traerlo cargado desde casa para evitar sobreprecios escandalosos o problemas idiomáticos). Dos agencias de alquiler con bastantes buenas críticas en foros de viajeros son Reliable Cars. Otra opción es el taxi (la que nosotros solemos escoger cuando viajamos por países árabes para evitar terminar de los nervios por la forma que tienen de conducir). Los precios por día rondan los 60 euros y son una alternativa válida para planificar un recorrido o hacer excursiones desde la capital.

Fotos bajo Licencia CC: Roderick Eime ; L'amande ; David Stanley ; Ana Paula Hirama ; Dan; Guillaume Baviere ; reibai ; Maya-Anaïs Yataghène ; Antonio Campoy ; Matt Kieffer

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