Montmartre: el barrio bohemio que domina las alturas de París

La escalinata sube hasta el Sagrado Corazón, la cima de Montmartre. Ian McKellar

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Amelie convirtió al Café des Deux Moulins (Dirección: Rue Lepic, 15) en parada habitual para los turistas que, a millares, deambulan por las calles del barrio parisino de Montmartre. La deliciosa película de Jean-Pierre Jeunet, que se desarrolla en las callejuelas del barrio, puso en el mapa lugares como este pequeño restaurante situado a medio camino de las escalinatas que dan acceso a la Basílica del Sagrado Corazón y el Cementerio de Montmartre. Y también atrajo a legiones de visitantes atraídos por este film de culto. Multitudes que recorren los rincones del barrio buscando los lugares en los que la excéntrica Amelie vivía sus aventuras. No es difícil encontrar guías y posts en internet que siguen los pasos de Amelie por su barrio (marcados en rojo en el mapa); el encantador Cinema Studio 28 (Rue Tholozé, 10); la frutería Au Marché de la Butte (Rue des Trois Fréres, 56), que en la peli era la Epicerie Collignon en la que trabajaba Lucien (la propia casa de Amelie estaba encima); el Sex Shop Palace Video (Boulevard de Clichy, 37) donde trabaja Nino o la Plaza de San Pierre, el precioso parque desde dónde se sube a Sacré Coreur (la Basílica del Sagrado Corazón).

Para los fanáticos del cineMontmartre es un interminable juego de caza de fotogramas.Media Noche en París; Moulin Rouge; Malditos Bastardos; La Vie en Rose... Sólo por hablar de grandes producciones recientes. Si ampliamos el espectro, la lista sería interminable; porque Montmartre es un lugar fotogénico; bonito; encantador; con muchísima personalidad y muchísimo que ver pese a las riadas de gente. Uno de los puntos clave de cualquier visita primeriza a París y un lugar para volver para la segunda, la tercera, la cuarta, la quinta… Un barrio pequeño en el que conviene perderse y callejear sin rumbo fijo tratando de unir con líneas erráticas los puntos principales y las visitas ineludibles. Un barrio romántico como pocos que se reivindica como tal más allá de sus callejuelas y plazas con lugares como el Muro del Te Amo -Mur des je t'aime- (Place des Abesses), un singular monumento dedicado al amor en el que las parejas gustan de besarse y hacerse fotos ‘je t’aime’. Muy parisino todo.

Una buena manera de iniciar la visita es emerger de la tierra en la Estación de Blanche (Línea 2 del Metropolitano) justo en frente del mítico Moulin Rouge (Boulevard de Clichy, 82) el cabaret más famoso del mundo y la mejor puerta para empezar a subir por las callejuelas que culminan en la Basílica del Sagrado Corazón (Rue du Chevalier, 35; Horario: LD 6.00 – 22.00), donde, a parte de una de las mejores vistas de París puedes visitar uno de los edificios más bonitos e icónicos de la ciudad. La basílica es una obra maestra de la arquitectura mundial de principios del XX y una excusa para subir la escalinata que sube desde la Plaza de Saint Pierre (los más perezosos pueden usar el funicular y ahorrarse los 222 escalones) y, después, callejear colina abajo buscando lugares imperdibles como las calles des Abesses, Lepic o Caulaincourt (ver mapa).

Calles, escaleras y veredas que, durante siglos, han sido refugio e inspiración para artistas. Van Gogh vivió en el número 54 de Rue Lepic y la antigua residencia de Renoir –y estudio de multitud de artistas- acoge el Museo de Montmartre (Rue Cortot, 12; Horario: LD 10.00 – 18.00), uno de los más visitados de la ciudad. Cerca de la famosa Place du Tertre, siempre repleta de artistas callejeros, se encuentra el Espacio Dalí (Rue Poulbot, 11; Horario LD 10.00 – 18.00), que atesora la mayor colección de obras del genial surrealista español en Francia y un poco más allá, Picasso tuvo su primer estudio parisino (Atelier de Picasso; Rue Gabrielle, 49). Y es que el barrio fue asiento de bohemios desde mediados del XIX. Barrio de artistas en la vida y en la muerte: el Cementerio de Montmartre (Avenue Rachel, 20; Horario: LD 10.00 – 18.00) puede que sea el camposanto con mayor concentración de artistas del mundo.

Montmartre histórico

En los tiempos en los que Montmartre era el epicentro bohemio de París, el lugar de reunión de artistas, prostitutas y vividores era el Molino de la Galette (Rue Lepic, 83), un viejo molino de viento del siglo XVII que coronaba la antigua colina y que ganó justa fama por la calidad de su pan. En los tiempos de la bohemia aquello era una sala de baile de dudosa reputación; pero también una muestra de que el barrio existía mucho antes de que los pintores del XIX inmortalizaran al molino en multitud de pinturas. Otro punto importante del Montmartre pre-impresionista es la Iglesia de Saint Pierre (Rue du Mont Cenis, 2) una joya del gótico que está ahí desde el siglo XII y que fue testigo del nacimiento de la orden de los Jesuítas. Eso sí, eclipsada por la Basílica del Sagrado Corazón con la que casi comparte puerta. Hasta el XIX, esta fue zona más rural que urbana; y aún quedan rastros de ese pasado cercano en lugares comoClos Montmartre (Rue des Saules, 22) dónde aún sobreviven las últimas viñas de París.

Al sur de Montmartre

La visita a Montmartre suele completarse con un paseo por Pigalle, el barrio que se sitúa al sur del Boulevar de Clichy. Estamos en la zona más picante de la capital francesa; un lugar que durante décadas concentró una nutrida oferta de cafetines, cabarés (como el propio Moulin Rouge) y prostíbulos. Y no es casualidad que este barrio se situara a dos pasos de las primeras cuestas de Montmartre. Place du Pigalle es el punto de salida habitual para los que se aventuran por las calles del barrio. De los orígenes calientes de Pigalle quedan los sex shops de los alrededores del Boulevard de Clichy (como el que salía en Amelie) y los clubes nocturnos. El otro obligado en las inmediaciones de Pigalle es el Museo de la Vida Romántica Museo de la Vida Romántica (Rue Chaptal, 16; Horario: MD 10.00 – 18.00), antiguo palacete del pintor romántico Ary Scheffer. Por aquí pasaron Delacroix, Rossini, Sand, Chopin, Gounod, Tourgue-niev o Dickens, entre muchos otros. Hoy, el museo alberga buena parte de la obra pictórica de Scheffer y una buena colección de pinturas y esculturas de artistas del movimiento romántico. Además, la casa conserva un aire de principios del XIX espectacular. Y tiene una casa de té muy bonita. Ideal para un descanso romántico.

Fotos con licencia CC: Marliane Borges ; ZoetnetZoetnet; Marit & Toomas Hinnosaar ; Ian McKellar ; Osmar Valdebenito

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