Plovdid: la mejor sorpresa de la desconocida Bulgaria

Casas del 'renacimiento búlgaro', en el casco histórico de Plovdiv, uno de los más antiguos de Europa. Klearchos Kapoutsis

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Con casi 6.000 años a cuestas, Plovdiv es una de las ciudades más antiguas de Europa. El Río Maritsa corre plácido por el enorme valle que excavó entre montañas para crear las fértiles tierras de la mítica Tracia; un lugar ideal para vivir que los hombres y mujeres de hace seis milenios eligieron para levantar sus casas. Según parece, la ciudad estaba habitada veinte siglos atrás cuando llegaron los macedonios y le cambiaron el nombre por Philippopolis, en honor de su conquistador Filippo II –el padre de Alejandro Magno-; después la ocuparon los tracios, que llegaron al lugar desde las inmediaciones de la desembocadura del Danubio, y la llamaron Pulpudeva; un par de siglos más tarde, los romanos decidieron que el lugar debía llamarse Trimontim (tres colinas) y ser la capital de la recién conquistada provincia de la Tracia; con los bizantinos la cosa siguió más o menos igual hasta que llegaron los eslavos en el siglo VI y decidieron que el nombre debía ser Puldín. El nombre de Plovdiv aparece por primera vez en el siglo XV ya bajo dominio otomano, que estuvieron en el lugar hasta 1878, año en el que se fueron, derrota militar mediante, y se abrió el camino para la incorporación de la región a Bulgaria. Cada pueblo dejo su impronta y su huella. Y todo eso cuajó en un centro histórico que se encuentra entre los más atractivos de Europa –forma parte del listado de ciudades Patrimonio Mundial de la UNESCO-.

Lo normal es llegar por tierra desde Sofía, la capital del país. Y la primera impresión engaña. Los bloques grises de la época soviética dominan la nueva Plovdiv velando lo que se esconde más allá de los puentes que cruzan el río. Al sur del Maritsa se encuentra la ciudad vieja plagada de restos de todas las civilizaciones que pasaron por aquí en los últimos veinte y pico siglos. Restos que se intuyen en lugares como el Foro Romano y el Odeón (Plaza Tsentralen, 1) y que se ven y se palpan como sucede en el impresionante Teatro Romano (Tsar Ivaylo, 4; Horario: LD 9.00 – 18.00), uno de los mejor conservados del antiguo imperio. Pero todo empezó en una de las siete colinas (otra vez el número siete) que convierten a la ciudad en una sucesión de subidas y bajadas. Las piedras más antiguas de Nebet Tepe (la Colina de los guardianes) se remontan muchos siglos atrás: Tracios, macedonios y romanos asentaron aquí sus respectivas fortalezas aprovechando construcciones tan viejas que se cuentan entre las más añejas del continente.

Otro rincón paradigmático que muestra a la perfección esa superposición de civilizaciones es la Plaza Dzhumaya, que atesora dos de los iconos históricos más importantes de la ciudad y, por extensión, de toda Bulgaria. La Mezquita Dzhumaya da nombre al lugar. Este templo de época otomana (siglo XV) y es una simbiosis perfecta entre los cánones estéticos bizantinos (como la de interponer filas de ladrillos entre las hileras de piedra) e islámicos. El interior es impresionante. Y ahí mismo, a dos pasos, se encuentran los restos del Estadio de Philippopolis , construido en el II después de Cristo. Hoy sólo podemos ver un pequeño trozo de graderío de una instalación que medía más de 200 metros de largo, unos 50 de ancho y que tenía capacidad para unos 30.000 espectadores. El lugar acoge un moderno centro de interpretación que permite conocer los detalles del edificio y de la antigua ciudad romana. Si eres de los que incluyes los museos entre tus prioridades de viaje, no es mala idea iniciar la visita en el Museo Arqueológico Nacional (Plaza Saedinenie, 1; Tel: (+359) 3263 3106; Horario: MS 9.30 – 17.00) para ver cómo fue cambiando la ciudad con la llegada de cada civilización.

Una ciudad para caminarla

Uno de los fuertes de Plovdiv es que se deja caminar con facilidad. Todo está relativamente cerca y en tres o cuatro horas de paseo tranquilo puedes ver lo más importante. La calle Alexander I es la arteria principal del casco histórico. Esta calle peatonal (la más larga de Europa), llena de bonitos edificios pintados de color pastel y comercios, une la Plaza de Dzhumaya con el Parque Rey Simeón. Al norte se encuentra el barrio de Kapana, un lugar que pese al nombre (trampa) es una de las sorpresas más agradables de Plovdiv. Este era el antiguo zoco de los artesanos en época otomana y sus calles, con nombres tan claros como cuero, oro o hierro, nos hablan de un pasado de talleres y tiendas de todo tipo. Hoy se ha convertido en el barrio de moda de la ciudad. Un lugar lleno de pequeños negocios, galerías de arte, bares, alojamientos de diseño y una animada vida nocturna; en el extremo norte del barrio nos encontramos con los Baños de Chifte (Boulevard 6-ti Septemvri, 179; Horario: MS 13.00 – 18.00), antiguo hamman turco reconvertido en centro de arte. Al sur de Dzhumaya se encuentra el casco histórico y la mayoría de los grandes edificios y monumentos de la ciudad que se concentran entre las tres colinas que los tracios marcaron como límites de su capital.

Otro de los iconos de Plovdid son sus palacetes de colores. Si has estado en Estambul (VER GUÍA DE ESTAMBUL) te recordarán a los bonitos Yalis –mansiones- que se encuentran en las inmediaciones de Santa Sofía o en las orillas del Bósforo. Pero aquí tienen un toque muy especial que los hace particularmente atractivos; el estilo se conoce como Barroco Balcánico, que floreció entre los siglos XVIII y XIX. En la ciudad hay unas 150 casas protegidas. Muchas se han convertido en museos o en centros culturales, lo que permite verlas también por dentro. Las calles adoquinadas y las cuestas acentúan esta sensación de ciudad bonita en la que se alternan impresionantes palacetes pintados de colores chillones, iglesias y hasta restos muy bien conservados de las antiguas murallas romanas (como sucede en la Puerta Este).

Una buena manera de ver una de estas casas por dentro es el Museo Etnográfico (Doctor Chomakov, 2; Tel: (+359) 3262 5654; Ver Horarios; E-mail: etnograph@abv.bg y ethnographplovdiv@gmail.com ). El edificio es una de las mejores muestras del ‘Renacimiento búlgaro’ en la ciudad y está en un lugar en el que se concentran otros edificios de interés como la antigua Puerta de Hisar Kapia –una de las escasas sobrevivientes del antiguo sistema de murallas romanas- y de la iglesia de San Konstantin y Santa Elena, una de las mejores y más antiguas de la ciudad. Las inmediaciones de Hisar Kapia están cuajadas de antiguas casas. Muchas han sido reconvertidas en pequeñas galerías de arte, museos temáticos o restaurantes, por lo que están abiertas al público. Las más bonitas son la Casa Nedkovich (Tsanko Lavrenov, 3); la casa Stepan Hindlyan (Artin Gifikov, 4) y la casa Balabanov (Kostantin Stoliof, 57). Otro punto de interés de la zona es la vieja farmacia Hiócrates (Saborna, 16.

El Foro Romano y el Odeón –pequeño teatro del siglo II- marcan la frontera de la ciudad vieja por su flanco sur. Junto a las ruinas del antiguo centro urbano romano se encuentra el Ayuntamiento y la entrada a los jardines del Rey Simeón y sus fuentes cantoras –los espectáculos de luz y música son los jueves, viernes y sábados a las 21.00-. El Boulevard Knyaginya Maria Luiza marca una especie de frontera entre lo viejo y lo nuevo. Al norte de esta importante vía de comunicación aún pueden verse restos de las ‘sucesivas Plovdivs’ en lugares como las ruinas de la Basílica del Obispo o la Pequeña Basílica (Boulevard Knyaginya Maria Luiza, 31; Tel: (+359) 87 666 2882), una maravilla del siglo V que es uno de los mejores ejemplos de iglesia cristiana temprana de Europa y en el que aún pueden verse nexos de unión con los antiguos templos romanos. Es de las mejores visitas de la ciudad. Si aún andas con ganas de ver más ‘piedras venerables’ te puedes acercar hasta el Centro Cultural Trakart (Kniaz Aleksandar I Batenberg, 25; Tel: (+359) 3233 2061; E-mail: trakartplovdiv@gmail.com) con impresionantes colecciones arqueológicas y una colección de preciosos mosaicos romanos.

OTRAS VISITAS

Iglesia Sveta Marina (Doctor Georgi Valkovich, 7).- Siglo XVI aunque fue reformada a finales del XVIII tras un incendio. Una de sus señas de identidad es su campanario exento de madera que se asemeja a una pagoda. Tiene un icono con casi dos siglos de antigüedad que se cuenta entre los mejores del país.

Iglesia Sveta Nedelya (Tsanko Lavrenov, 1). De finales del siglo XVI. Es famosa por aprovechar parte de la antigua muralla romana que quedó integrada en el campanario.

Sveta Bogoroditsa (Saborna, 2). De mediados del XIX. No es de las más antiguas pero sí de las más bonitas de la ciudad. Su campanario rosa es una de las construcciones más fotografiadas de Plovdiv.

La Torre del Reloj (Acceso por Angel Bukureshtliev) La Colina Danov era uno de los tres montículos que aprisionaban la geografía de la ciudad en tiempos de tracios, helenos y romanos. Desde la cima a parte de impresionantes vistas sobre los tejados de Plovdid hay una interesante torre campanario de época otomana que servía para marcar el paso de las horas.

La Mezquita Imaret (Visla, 1) Construida a mediados del XV, fue una de las primeras edificaciones otomanas de la ciudad. De aquellos tiempos sólo quedan dos mezquitas en pie. Es sencilla y pequeña, pero merece la pena darse un salto para verla.

COMER EN PLOVDIV

Pajav (Zlatarska, 7 –Kapana-; Tel: (+359) 8 7811 1876): La mejor opción para probar la cocina tradicional del país. Es un poco más caro que los restaurantes de gama baja del barrio, pero merece la pena. Platos tradicionales con un toque de innovación y algunas y acertadas incursiones en otras cocinas europeas. Carnes impresionantes, quesos muy buenos y una atención de primera (con carta en español, por ejemplo). Precio Medio: 10 euros

Rahat Tepe (Dr. Chomakov, 18 –Ciudad Vieja-; Tel: (+359) 8 7845 0259): Especialidad en carnes a la brasa y platos tradicionales búlgaros. Calidad de primera y platos más que abundantes. Hay platos veganos. Precio Medio: 10 euros

Sofra (Jelezarska, 13 -Kapana-; Tel: (+359) 8 7628 8245) Especialidades turcas de muy buena calidad. Kebabs de verdad y en abundancia. Gran variedad de entrantes turcos y una selección de dulces para los postres entre los que es difícil elegir. Y barato. No se sirve alcohol. Precio Medio: 8 euros

Fotos bajo licencia CC: Philip Kromer; Klearchos Kapoutsis; Em and Ernie; Ilia Markov; Juan Antonio Segal; rivigan

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