Una ruta en coche por el Tirol austriaco: La ciudad de Insbruck

El Tejadillo de Oro desde los soportales del casco histórico de Innsbruck. Shadowgate

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La ciudad de Insbruck es el corazón del Estado del Tirol, una de las nueve regiones que forman la República austriaca. Una entrada a la altura de lo que espera más adelante; una de las ciudades más bonitas de Europa que sirve de aperitivo a una de las regiones míticas del viejo continente para los viajeros de todas las épocas. As cosas han cambiado mucho en los últimos tiempos. Hoy, una moderna autopista corre junto al cauce del Rio Eno permite atravesar la región como un rayo. De Kitz-Bühell a Landeck (165 kilómetros por la A-12) en menos de dos horas. Algo impensable hace apenas medio siglo, cuando viajar a esta parte del país era poco menos que una aventura. El Valle del Eno actúa de espinazo de una región marcada por la sucesión de imponentes cadenas de montañas y valles profundos.

En esta parte del mundo, Los Alpes empiezan a perder fuerza para ir a morir a las puertas de Viena. Pero aún cuenta con alturas por encima de los 3.000 metros sobre el nivel del mar y enormes campos de hielos perpetuos. Paisajes de infarto por encima de las nubes y, también, en la profundidad de los valles cubiertos de bosques y prados. Los glaciares se derriten en cascadas y torrentes alucinantes y los pueblecitos de montaña encantadores se suceden en carreteras de alta montaña de ensueño. El Tirol es una extensa región alpina que abarca territorio austriaco e italiano y con importantes conexiones culturales e identitarias con Alemania y el oriente suizo. Pero para el viajero lo más importante es que es un verdadero paraíso.

HACIENDO BASE EN INSBRUCK .- Cualquier viaje al Tirol debe incluir una parada de, al menos un día, en la ciudad de Insbruck. Paso sobre el Río Inn. Un puente que cruzaba el Eno (Inn) fue el origen de esta ciudad alpina repleta de viejos palacios, iglesias monumentales y preciosos edificios tardo medievales y barrocos pintados de colores chillones (según parece herencia de las leyes gremiales medievales). Una ciudad preciosa rodeada de montañas y bosques. El Tejadillo de Oro es el símbolo de la ciudad: apenas la pequeña cubierta de un balcón que adorna el Neuer Hof (Herzog-Friedrich Strasse, 15), un palacio del siglo XV que fue residencia de Maximiliano I (el abuelo de Carlos V) y que ahora acoge un museo centrado en la figura del que fuera emperador del imperio austriaco –obras de arte, ropajes, armaduras y otros objetos y documentos de la época-.

En torno al Neuer Hof se concentran la mayor parte de los atractivos de esta ciudad pequeña: el barroco Palacio Imperial (Rennweg, 1; Tel: (+43) 512 5871 8619); la gótica Catedral de Santiago (Domplazt, 6; Tel: (+43) 512 583 902) y la impresionante Iglesia de la Corte – Hofkirche- (Universitätsstraße, 2; Tel: (+43) 512 5948 9514) un monumento funerario construido para albergar la tumba de Maximiliano. La tumba del emperador es una de las obras de arte. Para enterrarse, el padre de Felipe el Hermoso se rodeo de las efigies en bronce de sus ancestros y familiares reales o ficticios, emparentando su linaje al mismísimo Rey Arturo e incluyendo a sus consuegros los Reyes Católicos. Aún si no eres muy fanático del arte, esta visita es imprescindible. La ciudad primitiva busca el burgo a través de la preciosa Herzog-Friedrich strasse, calle principal y porticada cuajada de viejas casonas medievales pintadas de esos colores vivos que representaban al gremio de sus propietarios. Una buena forma de ver la ciudad desde las alturas es subir la Stadtturm ‘Torre de la Ciudad- (Herzog-Friedrich, 21) y ver los tejados y los alrededores como lo hacían los vigías hace más de 500 años

Antes de tomar la Maria-Theresien-Strasse camino de la Puerta del Triunfo (que marca los límites de la antigua muralla) te puedes dejar caer por el Museo del Tirol (Museumstraße, 15, Tel: (+43) 512 59 489) y si no eres de museos pues pierde todo el tiempo que quieran yendo y viniendo por esta Calle María Teresa repleta de viejas casonas barrocas. La Columna de Santa Ana marca el centro geográfico de la ciudad; y es mucho más que un simple monumento. Es todo un símbolo de la preponderancia católica en una zona eminentemente protestante. Antes de cruzar el Eno y buscar las alturas nevadas de Nordpark, hay que subir hasta el Castillo de Ambras (Schloßstraße, 20; Tel: (+43) 15 2524 4802). Y si lo puedes hacer caminando (acceso desde Amraser Strasse) mejor aunque también hay un tranvía (línea 3) que te deja a las puertas de la antigua fortaleza militar ( Ver mapa de tranvías de Insbruck ) reconvertido en museo de antigüedades –y con vistas espectaculares sobre la ciudad y las montañas-.

Cruzar el río, subir a la montaña .- El Innbrücke da nombre a la ciudad (paso sobre el río Eno –Inn-). No tiene nada de especial este pequeño puente que sirve para salvar el estrecho cauce de este río impetuoso de aguas lechosas (lo que pone de manifiesto su origen glaciar). Antes de mirar hacia las alturas, paséate junto a las Casas de Colores y camina junto al río hasta Waltherpark y la medieval Iglesia de San Nicolás. Las casitas empiezan ya a ceder ante el verde que, a medida que subes, se va haciendo el protagonismo absoluto que antecede las primeras rampas del Nordkette, una de las montañas más importantes y bonitas de esta parte de Los Alpes. Un teleférico sube hasta el Mirador de Inbnsbruck, colgado a más de 2.400 metros de altitud. Abajo, el valle del Eno y la ciudad; a tus espaldas, los picos nevados y pequeños glaciares de la alta montaña alpina. Desde aquí parten varias rutas de senderismo que permiten explorar los alrededores. Si te gusta caminar, una buena idea es subir hasta acá en el ‘cablecar’ y bajar caminando hasta la ciudad

El Tranvía del Bosque.- A la línea 6, los locales la llaman el ‘tranvía del bosque’. Sale de la última parada de la Línea 1 (Bergisel) y asciende hasta Igls Bahnhof. El trayecto se inicia muy cerca del trampolín de Bergisel, uno de los mitos de saltos de esquí mundiales y se interna en un frondoso bosque para ascender la colina (también de nombre Bergisel) y embocar los prados verdes en los que se suceden los bonitos pueblos de Aldrans, Lans y el propio Igls. Desde este último pueblo puedes tomar el teleférico que sube hasta el pico Patscherkofel. En verano es ideal para darse un pateo y en invierno es una de las muchas estaciones de esquí que rodean la ciudad.

Fotos bajo Licencia CC: Jeremy Oakley; Stephan Mosel; Leo-setä; Cliffano Subagio; Kathrin Mezger; Shadowgate

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