Guía breve de la Isla Sur de Nueva Zelanda: consejos para preparar el viaje a uno de los rincones más salvajes del planeta

Las aguas tranquilas de Milford Sound, en Fiordland, reflejan las montañas que forman el fiordo más famoso de Nueva Zelanda. Bernard Spragg

Viajar Ahora

El TranzAlpine sale de la ciudad de Christchurch y se interna en pocos minutos en las campiñas verdes. El viaje dura unas cuatro horas y media. 220 kilómetros hasta la pequeña ciudad de Greymouth. El viaje no es barato. Un billete para un adulto en viaje de ida y vuelta ronda los 120 euros; pero merece la pena. El tren atraviesa la Isla Sur de lado a lado pasando por paisajes de verdadero infarto. Los primeros kilómetros transcurren por los campos bucólicos de Canterbury, pero en el horizonte pueden verse los picos aserrados de Los Alpes. Lo bueno del tren TeranzAlpine es que sus 223 kilómetros son un resumen perfecto de los atractivos de la Isla Sur de Nueva Zelanda. Una isla que, desde el punto de vista natural, lo tiene casi todo.

El trazado del tren se interna en la cordillera y realiza un viaje alucinante que incluye túneles larguísimos y viaductos de vértigo que ayudan a salvar una geografía marcada por las alturas y los abismos. Ríos, lagos, picos nevados y glaciares se suceden ante las ventanas panorámicas del convoy. Se puede hacer el viaje de ida y vuelta en el mismo día o aprovechar y hacer noche en Greymouth. Otra opción válida, si vas con coche de alquiler –la mejor opción-, es hacer el camino a través de la Ruta 73 (que coincide en gran parte con el camino que recorren las vías del tren) y hacer las paradas que quieras: como ver las Cataratas de la Ponchera Diablo (Devils Punchbowl Waterfall) junto a Artur Pass.

La Isla Sur (Te Waka o Aoraki en maorí –La canoa de Aoraki-) es la más salvaje de las dos grandes regiones insulares de Nueva Zelanda. Entre Picton, lugar de entrada tradicional en ferry desde Wellington (en la Isla Norte) e Invercalgill, la ciudad más austral del país, median unos 900 kilómetros por carretera. No es una isla pequeña, ni mucho menos. Requiere de al menos 10 ó 15 días de viaje para volver a casa con la impresión de que has visto lo que merece la pena ver. Por eso, lo mejor es optar por el coche de alquiler. Las opciones más baratas rondan los 35-40 dólares neozelandeses al día (entre 21 y 24 euros). Para conducir en el país necesitas tener más de 21 años, y una licencia de conducir internacional o la de tu país traducida al inglés ( requisitos del Gobierno de Nueva Zelanda ). Otra opción que gana adeptos es alquilar una autocaravana (motorhome). Los precios más baratos rondan los 70 dólares neozelandeses al día (unos 43 euros). Hay una extensa red de lugares habilitados con servicios de primera.

Plan de Viaje Básico

Christchurch.- La ciudad más importante de la Isla Sur se recupera poco a poco del devastador terremoto de 2011 que mató a casi dos centenares de personas (muy emocionante el Memorial 185 White Chairs en el que sillas vacías pintadas de blanco recuerdan a cada una de las víctimas) destruyó buena parte del centro histórico. Hoy, la ciudad no recuperado su esplendor y quedan bastantes cicatrices dolorosas de la tragedia como la antigua Catedral del siglo XIX, que ahí está semi derruida, o los solares que ocupaban las casas de estilo victoriano. Otros símbolos, como su nueva catedral de cartón y plástico construida por el arquitecto japonés Shigeru Ban, son una muestra de superación. New Regent Street, restaurada con detalle, es el ejemplo del resurgir de una ciudad que fue fundada por integrantes del Christ Church College de la Universidad de Oxford en 1850 con la intención de crear un paraíso de moralidad anglicana.

La ciudad en sí no es bonita pero merece la pena verla. Tiene un par de museos interesantes (imprescindible el Centro Internacional Antártico ), un jardín botánico impresionante y algunas atracciones curiosas como sus paseos en barca por el Río Avon (al más puro estilo de Oxford) o el tranvía histórico. Desde Christ Church también se pueden hacer un par de excursiones y visitas interesantes. Quail Island es una pequeña reserva natural situada frente a Port Littelton; como decíamos con anterioridad, desde aquí sale el TranzAlpine hasta Greymouth y se puede explorar la campiña de Canterbury cuajada de cultivos y viñedos. Otra visita interesante es el Willowbank Wildlife Reserve, una institución que trabaja en la recuperación de especies autóctonas en peligro de extinción, incluido el mítico kiwi.

Avistamiento de ballenas en Kaikoura .- Ya el entorno en el que se encuentra esta pequeña localidad costera es una pasada por sí solo. Las montañas caen casi a plomo sobre el mar y las playas, donde es muy fácil ver focas (hay una colonia bastante grande en Cabo Kean), son alucinantes. Pero lo que atrae a miles de personas al año es la posibilidad de ver grandes cetáceos durante todo el año. Un grupo de cachalotes vive de manera permanente en estas costas lo que permite navegar entre estos gigantes sin tener que mirar el calendario; en las excursiones es frecuente ver grandes grupos de delfines y al albatros real. En el pueblo hay un pequeño acuario y un museo de historia centrado en la relación de la población con el mar.

Parque Nacional Abel Tasman .- Es uno de los paisajes mágicos de la Isla Sur. En este impresionante parque nacional , los bosques se funden con el mar en playas de arenas claras de aspecto casi caribeño. Sólo la temperatura del agua rompe la ilusión tropical. Un sendero de unos 50 kilómetros recorre toda la costa del parque entre Marahu y Wainui. La única manera de acceder en coche hasta la costa es en Totaranui Bay, desde dónde se pueden hacer caminatas cortas a un lado y a otro del sendero. Hay rutas que se pueden hacer en un día (siempre de ida y vuelta en el caso de la costa) aunque hay zonas de acampada libre y campings habilitados en las playas más importantes que permiten hacer rutas de varios días. También existe la posibilidad de hacer una excursión en barco y visitar las playas más importantes en un solo día. Otra opción es hacer alguna ruta corta desde Marahu (Hasta Torrent Bay hay 11,1 kilómetros sólo ida) y volver en el mismo día.

Parque Nacional Monte Cook .- Uno de los puntos culminantes de cualquier viaje a Nueva Zelanda. Aoraki (nombre maorí del Cook) significa “el que atraviesa las nubes”. Con sus 3.754 metros es el punto más alto del país y punto culminante de los impresionantes Alpes Neozelandeses. El Parque Nacional Cook ocupa el sector norte de la Comarca de Mackenzie, un lugar que atesora multitud de atractivos naturales como el impresionante Lago Tekapo, el Glaciar Tasman o el propio Aoraki y su espectacular entorno. Aquí se encuentra una de las estaciones de esquí más famosas del Hemisferio Sur y es un paraíso para amantes del senderismo de alta montaña. También hay un área de cielos limpios en la que se pueden hacer actividades relacionadas con la observación astronómica.

La Costa Oeste y los glaciares Franz Josef y Fox .- La Ruta Número 6 sigue al sur de Greymouth recorriendo la costa oeste de la isla. Es una ruta panorámica de gran belleza que da acceso a dos de los atractivos naturales más interesantes del lugar: los graciares Franz Josef y el Fox. En ambos casos se puede llegar hasta lugares cercanos al muro de hielo con el coche. Después hay que caminar para acercarse a las lenguas glaciares; más en el caso del Franz Josef que en el caso del Glaciar Fox. En ambos casos, hay empresas que organizan excursiones por el hielo. Muy cerca del Franz Josef hay un centro de recuperación de fauna salvaje, el West Coast Wild Life Center West Coast Wild Life Center , en el que desarrollan un programa de recuperación del kiwi.

Queenstown, la capital mundial de los deportes de aventura .- Aquí se encuentra el puente más famoso del mundo: el Kawarau Bridge Bungy. Aquí nació esa curiosa costumbre de lanzarse de un puente colgando de una cuerda elástica. En los años 80 nació el Puenting, pero la lista de actividades de alto nivel de adrenalina que se pueden practicar en los alrededores de Queenstown es enorme: descenso de aguas bravas; parapente; travesías en anchas de alta velocidad; saltos en paracaídas… Aquí se hace de todo lo que atrae a una cantidad ingente de jóvenes con ganas de hacer este tipo de actividades. Si quieres probar de todo vete preparando la cartera porque cada una de las actividades ronda los 150 dólares neozelandeses de media (90 euracos). Y por las noches… Ya se pueden imaginar. Pero también hay actividades más tranquilas como subir en teleférico, dar paseos por los alrededores o recorrer el Lago Wakatipu en el TSS Earnslaw TSS Earnslaw , un viejo barco de vapor de inicios del siglo XX (el billete cuesta unos 45 euros).

Las esferas de Moeraki y los pingüinos de Oamaru Blue .- La leyenda maorí dice que las enormes piedras esféricas que se encuentran repartidas por toda la playa de Koekohe son las canastas de hortalizas petrificadas que cayeron de la canoa Ara Te Uru en su viaje de regreso desde hawaii (la tierra ancestral de los maoríes) donde fue a buscar hortalizas y tubérculos que pudieran plantarse en el frío de las latitudes neozelandesas. Según el mito, la canoa fue golpeada por cuatro grandes olas que tiraron al mar las canastas y que, al final, terminaron por hundir la embarcación. Estos mitos servían para explicar el porqué de la ausencia de especies vegetales clave en la dieta de otros lugares de la Polinesia. Las enormes esferas de piedra se formaron hace millones de años a través de un curioso proceso de calcificación similar al de la formación de las perlas (en su centro hay conchas, huesos de animales extintos o caparazones de tortuga). Para los maoríes, estas piedras son sagradas. Al norte de la playa de Koekohe se encuentra Oamaru Blue que alberga una de las colonias de pingüinos más grande de la Isla Sur. Para ver la reserva hay que pagar entrada, pero merece la pena. La mejor hora para visitarla es al atardecer, cuando los pingüinos regresan de su jornada de pesca y salen en manada del agua.

Dunedin y Otago .- En Viajar Ahora somos mucho de visitar museos. Nos imaginamos que un viaje hasta estos rincones del mundo incluirá un viaje a la Isla Norte dónde se encuentra el espectacular Museo Te Papa de la ciudad de Wellington, que es, sin duda alguna, uno de los mejores museos del mundo de los que hemos visitado. En la Isla Sur, el Museo de Otago (Gran Rey Street, 419 -Dunedin del Norte-; Horario: LD (excepto festivos) 10.00 – 17.00) también merece una visita. Es un centro casi multidisciplinar, aunque dedica una buena parte de su exposición a la cultura maorí en todas sus manifestaciones con la exposición de una impresionante canoa de guerra, tótems, artefactos de todo tipo y piezas de otras culturas polinesias (incluido un moai de Pascua). Las colecciones paleontológicas son, también, impresionantes. La ciudad de Dunedin tiene algunos edificios interesantes, como su espectacular Estación de Trenes o la Catedral Anglicana, y sirve de puerta de entrada a la espectacular Península de Otago, un verdadero paraíso natural cuajado de focas y pingüinos. Un buen lugar para ver bichos es Sandly Bay.

Hacer el Milford Track, el que dicen es el mejor sendero de montaña del mundo .- Los 53 kilómetros que median entre Glade Wharf, en la cabecera del Lago Te Anau, y el embarcadero de Sandfly Point, en Mildford Sound, permiten conocer buena parte de los ecosistemas de la Isla Sur; desde los bosques lluviosos a los ambientes alpinos de las cimas de las montañas. Lo normal es tomarse dos días para hacer el sendero. El camino está perfectamente señalizado y hay una red de albergues que permiten planificar a la perfección la ruta que, pese a los desniveles, no es demasiado difícil ni requiere de esfuerzos sobrehumanos. Lo normal es llegar en coche hasta The Anau Downs y, desde ahí, tomar el barco que te deja en el inicio del camino y que te devuelve desde Sandfly Point. Las dos travesías también son impresionantes. Guía del Milford Track.

Parque Nacional de Fiordland .- Dicen que es uno de los parques nacionales más espectaculares del mundo. Y los que así lo aseguran no se equivocan. Naturaleza en estado puro con paisajes alucinantes en los que la montaña interacciona con el mar que penetra en la tierra a través de estrechos fiordos que se hunden en la isla durante decenas de kilómetros. El más famoso de los fiordos es el de Milford Sound. EL catálogo de fauna es amplísimo ya que aúna residentes marinos (como focas, pingüinos y delfines) y vecinos al seco, entre los que se encuentra el mítico kiwi. La mejor forma de internarse en Fiordland es hacer el tramo en coche entre Te Anau –aquí se encuentra el Centro de Visitantes del parque y Milford Sound (unas dos horas en coche) y ahí tomar uno de los barcos que recorren los fiordos más importantes (los paseos rondan los 100 dólares neozelandeses -60 euros-); en el camino te encontrarás con lugares de ensueño como Eglington Valley, los Mirror Lakes, las Cataratas Humboldt –las más altas de Nueva Zelanda- o atravesar el imponente Tunel Homer. Es uno de los tramos de carretera más bonitos del mundo. Muy cerca de Te Anau –se llega en barco desde el pueblo- se encuentra la impresionante Cueva de las luciérnagas Cueva de las luciérnagas (Te Anau Glowworm Caves), un sistema de túneles calizos inundados donde viven millones de estos insectos luminiscentes que crean una atmósfera casi irreal. Lo mejor para explorar a fondo esta parte de la isla es hacer base en Te Anau por dos o tres días. Si cuentas con tiempo puedes extender la visita a Doubtful Sound visita a Doubtful Sound , otro fiordo al que sólo se puede llegar en barco. Los precios son altos, pero es un verdadero paraíso en el que se conjugan la navegación, los paseos en kayak y las pequeñas caminatas. Estos cruceros suelen durar entre dos y cinco días.

Fotos bajo Licencia CC: Robyn Jay ; Dr Bob Hall ; Bernard Spragg. NZ ; Christian Michel ; Herry Lawford ; NH53 ; Anthony Cramp

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