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Las 'Cajas negras del exilio' español en Francia llegan al Parlamento de Cantabria

Manuelle Parra recitando el pasado domingo en La Vorágine. |

Paco Gómez Nadal

El capitán del ejército constitucional de la República de España Juan Antonio Parra Baeza cayó herido en el frente del Ebro y allí acabó la guerra para él. Empezó otro calvario. En los primeros meses de 1939 huyó a Francia bajo las bombas y comenzó un largo recorrido por 11 campos de internamiento (la forma elegante para los campos de concentración) en el país vecino hasta que logró huir dos años después para unirse a los maquis de la resistencia francesa que luchaban contra los nazis.

La historia no parece muy original si tenemos en cuenta que fueron unos 450.000 españoles los que huyeron de la derrota y la represión de los ganadores de la guerra iniciada con el golpe de Estado de 1936… pero es la historia del padre de la poeta y grabadora francesa (y española) Manuelle Parra. La artista inauguró este martes en el Parlamento de Cantabria una sobrecogedora exposición que, bajo el título 'Cajas Negras del Exilio', hace un recorrido por la huida, el confinamiento, la resistencia y la memoria de los exiliados españoles en Francia.

El acto que abrirá esta muestra, accesible hasta el 10 de noviembre, será a las 19.30 horas e incluirá una performance en la que, con participación del público, se rendirá homenaje a los 81 españoles que murieron de hambre y miseria en Septfonds (Francia), el campo de concentración que compartían con miles de compatriotas, con judíos y con polacos.

La exposición de Manuelle Parra, en la que se combinan grabados, poemas y fotografías de esa historia tan poco narrada, es parte de la programación de La Surada Poética 2017, el festival de poesía de la conciencia crítica que desde hace cuatro años organiza La Vorágine con el apoyo de la Fundación Santander Creativa. Por eso, la inauguración, con presencia de la presidenta del Parlamento, Dolores Gorostiaga, estará llena de poética pero también de aliento para la resistencia en la memoria.

“Si olvidamos, si dejamos de contarlo, si no tejemos la memoria de uno y otro lado de la frontera, entonces todo el sufrimiento habrá sido en vano”, les explicaba este lunes Manuelle Parra a medio centenar de estudiantes del IES Peñacastillo, con los que ha compartido dos horas. Los jóvenes asistieron perplejos ante el relato de Parra y se sorprendieron al saber que en su ciudad, Santander, también hubo campos de concentración. “Si no sabemos de dónde venimos, podemos creer que la historia comenzó con nosotros y repetir una vez tras otra los errores del pasado”, les recordaba uno de los coordinadores de La Surada Poética.

Resistencia desde la poesía

La poeta invitada contaba a los estudiantes como a ella se le hurtó su propia historia porque su padre, como muchos de los exiliados españoles en Francia, no querían que sus hijos vivieran en el estigma al que ellos habían sido sometidos en el país vecino. “Yo no conocía nada de esta historia de la guerra de España, tampoco el idioma, tampoco el país. Pero un día mi madre me dio poemas y me dijo: 'Tu padre había escrito estos poemas en los campos', y entonces empecé a preguntar”.

Uno de los aspectos más interesantes que recupera Parra en 'Cajas Negras del Exilio' es el papel que tuvo la poesía, la cultura, en la capacidad de resistencia de los hombres y mujeres confinados tras la huida. Su padre, Juan Antonio, copiaba los poemas del Romancero Gitano de Federico García Lorca y, como otros, los compartía en la 'Barraca de la cultura' del campo de Argeles-sur-Mer, donde también se pintaba, se hacían esculturas con huesos o trocitos de hierro, se editaban a mano pequeñas gacetas…

“Los republicanos escribían poemas para luchar contra las enfermedades o la desesperanza. Algunos de ellos daba cursos porque en los campos había intelectuales, artistas, campesinos, obreros, hombres, mujeres, niños. Ellos querían que siguiera la obra de educación que había emprendido la segunda república en los campos”, explica Manuelle Parra.

La exposición también ha contado con el trabajo del colectivo Desmemoriados, que trabaja la memoria colectiva en Cantabria, y la visita de Parra ha servido para estrechar lazos y pensar en caminos para divulgar la historia oculta de los campos de concentración a uno y otro lado de la frontera, ya que en la España de la posguerra se contabilizaron, al menos, 188 campos de concentración y trabajos forzados por donde pasaron algo más de medio millón de personas.

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