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El brusco aterrizaje en la política nacional del ministro de Fomento

El responsable de Fomento, Íñigo de la Serna, tras un Consejo de Ministros. |

Laro García

Íñigo de la Serna (PP) llegó en el mes de noviembre al Consejo de Ministros como una de las caras nuevas con mayor proyección política y mediática del Gobierno de Mariano Rajoy. El ministro de Fomento asumió su salto a la política nacional como un ascenso, un reconocimiento a su trayectoria al frente del Ayuntamiento de Santander durante casi una década, una recompensa que, en los pocos meses que han transcurrido de legislatura, se ha convertido en un premio envenenado.

Y es que el aterrizaje de De la Serna en la política nacional no ha podido ser más brusco. Acostumbrado a cómodas mayorías absolutas en su ciudad -no así en la última convocatoria electoral, cuando tuvo que pactar con Ciudadanos para mantener el poder-, las tareas que le ha encomendado Rajoy parecen difíciles de abordar para el ministro, que acumula críticas por su “nulo talante negociador” y la oposición ha llegado a pedir su dimisión, apenas cinco meses después de que asumiera el cargo.

Su último tropiezo ha sido el más sonado y el que más consecuencias puede tener para el Gobierno del que forma parte. El Congreso de los Diputados rechazó este pasado jueves el decreto ley que regulaba el sector de la estiba, una derrota histórica, ya que no se producía un hecho así desde 1979. Esta votación ha demostrado una vez más la soledad del PP y la debilidad del Ejecutivo central, que no logró sumar los apoyos suficientes pese a las maniobras que intentó hasta última hora.

De la Serna no consiguió siquiera el apoyo a su texto de Ciudadanos, partido con el que la formación conservadora mantiene un acuerdo de legislatura y que fue imprescindible para que Rajoy consiguiera superar la investidura. El debate en el que el responsable de Fomento tuvo que defender la controvertida reforma de la estiba se convirtió en una debacle para el ministro.

Desde la bancada de la oposición acusaron a De la Serna de tener “poca cintura” y de pretender aprobar un “decreto salvaje” de manera unilateral y con “tretas de taberna” cuando el PP está muy lejos de contar con los votos necesarios, una apisonadora que funcionó con la mayoría absoluta de la pasada legislatura, pero que ahora complica cualquier decisión del Gobierno. Unidos Podemos fue más allá y pidió reiteradamente la dimisión del ministro de Fomento, al que acusan de adoptar “actitudes de tahúr”.

Rescate a las autopistas de peaje

A pesar de que el conflicto con los estibadores está lejos de solucionarse y que De la Serna tendrá que seguir luchando por superar esta crisis, que amenaza con llevar a la huelga a los trabajadores y paralizar los puertos españoles, los problemas del exalcalde de Santander tras su llegada al Consejo de Ministros no han dejado de reproducirse casi desde el primer día.

De hecho, una de las primeras decisiones que tuvo que afrontar fue el polémico rescate de las autopistas de peaje, asumiendo así que finalmente el Estado se quedará con las ocho autopistas en quiebra y riesgo de liquidación, se alcance o no un acuerdo con los bancos acreedores de las vías, que soportan una deuda de unos 3.400 millones de euros.

La cuantía de lo que puede suponer este rescate varía en función de quien haga la estimación y del momento en que se realice el rescate. La patronal de grandes constructoras cifró en 5.500 millones el rescate, sobre todo por los sobrecostes que registraron en la expropiación de los terrenos sobre los que construyeron la pasada década y el desplome de sus tráficos durante la crisis.

Tras esta decisión, PSOE, Podemos y Ciudadanos coincidieron en exigir responsabilidades por la asunción de ocho autopistas en quiebra por parte del Estado debido a la “mala gestión y planificación” de los gobiernos anteriores del PP y acusaron a De la Serna de contribuir al “capitalismo de amiguetes” en el que las grandes constructoras nunca asumen ningún riesgo.

Encontronazo con las víctimas del Alvia

De la Serna no tenido encontronazos únicamente con la oposición política, sino que ha tenido que escuchar también duras palabras desde colectivos sociales como la Plataforma Víctimas Alvia 04155, que salió de una reunión con el ministro lamentando su “cinismo” por negarse a impulsar la comisión de investigación a la que dio “apoyo expreso” como alcalde unos meses antes de dimitir.

La exdiputada Teresa Gómez-Limón, una de las portavoces de esta plataforma de víctimas, aseguró tras ese encuentro que “un señor que empieza en su Ministerio mintiendo, no merece ser ministro”, mientras que Jesús Domínguez, también como víctima de ese accidente, subrayó entonces que “lo que hizo De la Serna fue utilizar el dolor de las víctimas” y “tomarnos el pelo”.

Petición de disculpas

Además de todas estas piedras en el camino, De la Serna tuvo que gestionar al poco de llegar al Ministerio de Fomento una gran crisis provocada por un temporal de frío y nieve en el mes de enero que calificó de “histórico y excepcional” y que afectó a toda la Península, provocando el caos en el transporte, con especial incidencia en la zona de Levante.

En una comparencia a petición propia en el Congreso de los Diputados, el ministro de Fomento pidió “disculpas” a los ciudadanos que se vieron afectados por esta ola de frío e insistió en que los medios disponibles eran “suficientes” para atender las incidencias que se sucedieron en las carreteras.

Ante este escenario, los grupos de la oposición criticaron que “no se ejecutaran de una forma correcta” los protocolos de actuación previstos ante estas adversidades y denunciaron los “recortes” en materia de conservación y mantenimiento de carreteras por parte del departamento que dirige De la Serna.

Herencia envenenada

Íñigo de la Serna abandonó el Ayuntamiento de Santander tras casi una década al frente del Consistorio con grandes problemas larvados durante su mandato como consecuencia de la especulación inmobiliaria y el urbanismo salvaje. De hecho, unas semanas después de ceder el testigo a su sustituta, Gema Igual, el equipo de Gobierno del PP en la ciudad tuvo que hacer frente a la anulación de su plan urbanístico, tumbado por el Tribunal Supremo.

Además, en las últimas semanas ha intervenido como actor fundamental en la batalla que se está librando en el PP de Cantabria, donde las primarias para decidir el reparto de poder han roto al partido en dos bando irreconciliables, con el ministro como piedra angular de la candidatura de María José Sáenz de Buruaga, actual secretaria general y número dos de los populares cántabros, que aspira a desbancar al hasta ahora presidente, Ignacio Diego.

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