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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Volver

Miguel Ángel Chica

Lo malo de publicar una columna un lunes es que tienes que escribirla el domingo por la noche. Porque la profesionalidad es lo primero. ¿Pero de qué escribes un domingo por la noche? Es más, ¿por qué existen los domingos por la noche? Alguien debería amontonar todos los domingos por la noche en un lugar despejado, una plaza, un paseo a la orilla del mar, la segunda playa de El Sardinero, un sitio amplio, todos los domingos por la noche del mundo puestos allí, todos nuestros domingos por la noche, el mío, el tuyo, con bastantes latas de gasolina. Yo creo que San Juan haría palmas.

Pero si lo piensas, eso solo serviría para convertir los sábados en domingos. En resumen: no hay futuro, ni solución. Solo nos queda aguantar los domingos por la noche y hacer algo productivo con ellos, como dormir.

Lo digo porque escribir, en realidad, no sirve para gran cosa. Creo que Dovlatov ha sido el último escritor al que le he leído decir, no exactamente con estas palabras, que escribir no sirve para gran cosa. Parece un tiro en el pie, pero en realidad es una declaración de amor que alguien decida consagrar su vida a la inutilidad.

En esta columna somos inútiles como el que más. Inútiles como un plural mayestático. La prueba es que yo quería escribir algo acerca de los regresos y aquí estamos, no sé cuántas líneas y tres párrafos después, alargando una introducción que no va a ningún sitio.

Volver, así, en plan filosófico. Volver, como la canción, con la frente marchita. O no. En un mundo ideal -sin domingos por la noche- yo ahora podría resucitar cinco minutos a Carlos Gardel para preguntarle: ¿y por qué hay que volver con la frente marchita?

Como si volver fuera un crimen. O peor todavía: como si marcharse fuera un delito.

Gardel me miraría con esa cara con la que los cantantes argentinos que llevan casi un siglo muertos miran a la gente impertinente que los saca de la muerte durante cinco minutos para hacerles una pregunta absurda y respondería: solo es una canción, gilipollas.

Que no deja de ser una buena respuesta.

Pero aquí van otras pocas preguntas: ¿qué significa volver? ¿Y adónde se vuelve? ¿Se puede volver siempre? ¿Y a cualquier lugar? La respuesta, obviamente, es que no. Pero un secreto: no es ninguna estupidez intentar volver adonde uno ha sido feliz, digan lo que digan las canciones de Sabina.

Volver, finalmente es un arte. Y todo vuelve. Como Revilla. Es mejor no darle vueltas. Hasta los chándales de colores brillantes volverán algún día. Y la heroína.

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