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Un macroestudio sobre la hepatitis C avanza en el diagnóstico del virus

Personal médico manipula unas muestras de sangre en el laboratorio. |

Laro García

Un tratamiento novedoso, que revolucionó las posibilidades de curación de los enfermos de hepatitis C, dio esperanzas renovadas a miles de pacientes, que convivían con el virus y el estigma que lleva asociado sin apenas atención. La aparición de ese fármaco provocó también numerosas protestas y un gran debate público, por la lentitud con la que se estaba recetando y por el alto coste para las arcas públicas, que algunas administraciones utilizaron como excusa.

Una vez normalizada esa situación, y ahora que “diagnosticar la enfermedad es una necesidad, porque los enfermos se curan prácticamente todos”, cobra más importancia la investigación que está llevando a cabo Javier Crespo, jefe del Servicio de Digestivo del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander, Javier Crespo, que coordina un estudio con una muestra que supera las 16.000 personas.

“Creemos que será un estudio epidemiológico que ayudará a definir cuál es la mejor estrategia de diagnóstico y de cribado para el futuro de esta infección”, asegura el doctor, que explica además que “servirá para conocer la prevalencia real de la hepatitis C en España en función de la edad”, lo que permitirá diseñar herramientas para poner coto a una enfermedad que provocaba diez muertos al día en nuestro país.

Este estudio se puso en marcha el año pasado en su fase preliminar. Tiene una muestra de base poblacional, es decir, que está libre de sesgos -solo se conoce la edad, nombre de pila y número de teléfono- e incluye a la población española entre 18 y 80 años de edad de tres comunidades autónomas: Madrid, Valencia y Cantabria.

¿Y por qué estos territorios y no otros? De forma indirecta, por las hospitalizaciones relacionadas con el virus, se sabe que la prevalencia de la hepatitis C no es exactamente igual en toda España, por lo que se busca equiparar los datos a la realidad nacional.

En total, participarán unas 16.000 personas distribuidas en tres grupos de edad -de 18 a 35 años, de 35 a 50 y más de 50 años- que, una vez que acceden, responden una amplia encuesta, que incluye más de 100 preguntas, se someten a una extracción de sangre y a una prueba médica que determinará su estado de salud. Como la participación es voluntaria, para hacer los 16.000 análisis previstos en el estudio se llamarán a cerca de 100.000 personas, “un trabajo de envergadura”, reconoce su responsable.

Primeras conclusiones

El reclutamiento de los pacientes por parte de los hospitales Marqués de Valdecilla en Santander, Puerta del Hierro en Madrid y Clínico Universitario en Valencia comenzó el año pasado y las previsiones indican que a finales de este año o principios de 2017 se conocerán los primeros resultados. Hasta el momento se han analizado aproximadamente las muestras de 7.000 voluntarios, que ya permiten extraer conclusiones relevantes.

“En los resultados parciales que tenemos, sin consideraciones de edad, la prevalencia estaría en torno al 1,4 o 1,5% de la población, teniendo en cuenta que aquí sí hay un sesgo todavía. Tenemos más sujetos de edad avanzada que jóvenes, así que probablemente sea más bajo cuando finalice el estudio. La prevalencia de enfermedad real, no de anticuerpos, estará situada entre el 0,8 y el 1%”, señala Crespo.

Además, a juicio del doctor, hay dos ideas importantes que parecen confirmadas: La primera es que la prevalencia es más baja de la que creían en principio. Los estudios epidemiológicos en España tienen más de diez años y se calculaba que la prevalencia estaba entre el 1,5 y el 2% de la población, lo que significaba entre 600.000 y 650.000 personas. “La segunda conclusión es que el estudio nos va a permitir saber la edad de la población a la que debemos atender preferentemente porque el grado de infección es más alto”, subraya el doctor.

A falta de datos fiables y definitivos, todas las administraciones trabajaban con unas cifras que hablan de un 40% de los enfermos diagnosticados en España, por lo que quedaría una población oculta del 60%. El hecho de conocer en profundidad la prevalencia de la hepatitis C permitirá “que los pacientes no se pongan malos, es decir, que no evolucionen hacia la gravedad que han tenido los que ya conocíamos”.

Según el investigador, por eso es “clave” identificarlos en un periodo de tiempo razonable y mejorar el diagnóstico precoz  para diseñar una estrategia de control. Además, en función de los resultados, las autoridades sanitarias podrán definir los recursos que deben destinarse en los próximos años.

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