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Voluntariado en cadena para limpiar una costa inundada de basura

Residuos en la Playa de Valderarenas. | MÁXIMO GUTIÉRREZ

Raquel Franco

La reciente aparición de centenares de tapas de plástico en las playas cántabras recuerda de nuevo la situación de suciedad en la que se encuentran estos parajes naturales. El mar arrastra hacía la orilla una infinidad de residuos plásticos, vainas de cartuchos de escopeta, lobster tags (etiquetas para identificar las nasas de pesca), productos de higiene femenina e, incluso, urnas de fallecidos que sus familiares deciden tirar al mar. Sin embargo, estos residuos no aparecen solo como resultado de las corrientes marinas, una gran parte de ellos son consecuencia de una tarde de disfrute de playa o pesca.

Óscar Losa, presidente de Mortera Verde y miembro de la Patronato del Parque Natural de las Dunas de Liencres, asegura que el cúmulo de desechos, en el caso de las playas de este sector, “proviene de una falta de interés y presupuesto”. “El interés reside en vender la playa, que vengan turistas y cumplir un poco con los estándares medioambientales”, sostiene. “Normalmente es un parque natural en el que no hay un centro de atención, no hay servicios y se permite que dos chiringuitos viertan directamente sus pozos sépticos a la playa”, explica en conversación con eldiario.es.

El presidente de Mortera Verde propone como solución una medida “eficiente, que se supervise y en la que se invierta personal”. “Cuando ves que las papeleras están saturadas, con bolsas alrededor, significa que hay pocas y que la frecuencia de gestión de recogidas no es adecuada”, denuncia, recalcando que “tiene que haber una entidad que coordine a todas las demás y que tiene que ser el Gobierno de Cantabria”.

Un problema global

Máximo Gutiérrez camina asiduamente por la costa cántabra y, consciente de la situación que padecen sus zonas de paseo habituales, comenzó a preocuparse y a fotografiar, para colgar posteriormente las imágenes en sus redes sociales, toda la basura que se acumula en la arena.

Durante su la recopilación de imágenes se topó con los lobster tags, unas etiquetas que se usan en la pesca de langostas y que provienen de la costa este de Estados Unidos y Canadá. La basura “es arrastrada por la corriente del Golfo y terminan depositándose en nuestras playas”, lamenta Gutiérrez.

No obstante, estas etiquetas no son los únicos restos que hacen ver lo extenso de este problema: las vainas de cartuchos de escopeta, los nurdles (perlas de plástico que se usan en la creación del plástico que consumimos) y los cartuchos de impresora HP, que contaminaron las playas del Arco Atlántico tras el hundimiento de un contenedor en El Canal de la Mancha, son otros elementos que advierten del carácter internacional de este problema.

Por otro lado, Anna Kauffman, activista medioambiental y miembro de la Fundación Surfrider de San Francisco -organización que se encarga de proteger las playas y océanos-, asegura que “al flotar, el plástico puede viajar largas distancias debido a las corrientes oceánicas, el viento y las olas”. Es por ello que la basura proveniente de Estados Unidos y Canadá termina en las playas españolas. Kauffman propone “rechazar el uso del plástico de un solo uso y tener en cuenta los productos biodegradables”, además de usar las redes sociales como medio a través del que “concienciar sobre el problema”.

Las redes sociales como medio de difusión

Como Gutiérrez son muchos los ciudadanos que, dada la situación en la que se encuentra la costa, deciden recoger, fotografiar y denunciar a través de sus cuentas de Instagram la basura que encuentran en sus paseos por el litoral cántabro.

La historia de Tais López puede que sea la más llamativa de todas. De pequeña “jugaba con los bastoncillos a los chinos”, y no fue hasta sus 42 años cuando le invadió la curiosidad por conocer la procedencia de esos pequeños palos de plástico. “Me voy a la playa e igual recojo 25 palos de bastoncillos, tiro una foto, le pongo fecha y la cuelgo en las redes bajo el hashtag #lamardebastocillos, con la idea de concienciar a la gente de que no tire los bastoncillos por el váter”, relata esta madrileña de ascendencia cántabra.

Según José Miguel Toraya cántabro y activista en secciones ecológicas que pasea todas las mañanas por la playa de Valdearenas, en Liencres, “la gente no se conciencia de la limpieza y de lo que realmente está pasando, cualquier comodidad que sea para el ser humano termina en la playa”.

Asimismo, cuenta como junto con Gutiérrez, recogen residuos con el objetivo “de que a través de nuestro ejemplo la gente vaya aprendiendo”. Y es que Toraya y Gutiérrez recopilaron en unos meses “278 mecheros en las playas cántabras de Valdearenas, Canallave, Somocuevas, El Madero, La Arnia y Covachos”. “Los enviamos a un colectivo gallego que hace obras de arte con basura y participamos en una exposición en A Coruña”, cuenta Gutiérrez.

Por su parte, Oscar Martínez también recopila basura de forma voluntaria junto con su mujer María Isabel Herrera. “Paseando por la playa nos dimos cuenta de que estaba llena de plásticos, así que cogimos el hábito de aprovechar ese tiempo caminando para limpiarla”, relata. “El hecho de que la gente te vea con una bolsa y retirando desechos hace que adultos y niños te pregunten si tienes otra bolsa para recoger ellos también”, explica ilusionado Martínez.

Si en algo coinciden los cinco voluntarios es en la preocupación que les genera el estado de la costa. Finalmente, recuerdan la necesidad de concienciar a la gente de la gravedad de este problema que afecta a todos los continentes del mundo.

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