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Los conflictos internos en PP y C's derivan en dos nuevos partidos

María José Sáenz de Buruaga celebrando su victoria en el Congreso del PP de Cantabria.

Rubén Vivar

Todos los partidos políticos de Cantabria, salvo el PRC de Miguel Ángel Revilla, han vivido en las últimas semanas un auténtico frenesí interno. Aunque aún faltan dos años para las próximas elecciones autonómicas y municipales, que se celebrarán en mayo de 2019, los partidos comienzan a prepararse para hacer frente a una nueva cita con las urnas, lo que ha provocado roces destacados.

Los más significativos se han producido en las filas del PP y de Ciudadanos, cuyos conflictos internos han llegado hasta la ruptura debido en ambos casos al enfrentamiento directo entre sus máximos dirigentes. En el caso de la formación naranja la escisión es un hecho. El diputado Juan Ramón Carrancio, arropado por una treintena de exmilitantes de C's, ha registrado un nuevo partido, OLA Cantabria, con el que concurrirá a las próximas elecciones.

Carrancio, que ya pasó de UPyD a C's y que ahora liderará OLA Cantabria, abandonó Ciudadanos el 30 de junio enfrentado con el portavoz de la formación en el Parlamento, Rubén Gómez. El conflicto entre ambos ha estado latente casi desde el inicio de legislatura y ha terminado de estallar a raíz de que Albert Rivera encumbrara como líder del partido en Cantabria al diputado nacional Félix Álvarez 'Felisuco', próximo a Gómez.  

OLA Cantabria fue registrado en el Ministerio del Interior el 4 de agosto y está a la espera de que se celebre un congreso inaugural o asamblea constituyente para proclamar oficialmente a su secretario general y para que la gente pueda afiliarse.

Carrancio, funcionario en excedencia, está siendo investigado por presentar supuestamente un acta falsa en el proceso judicial que tiene abierto otro dirigente de C's en Cantabria, Fernando Dou. Además, tiene otro frente en el Parlamento autonómico, que este mes de septiembre deberá dirimir su situación dentro de la Cámara. El portavoz de C's ha pedido que su excompañero sea expulsado del Grupo Mixto, que está formado únicamente por los dos representantes del partido naranja. De continuar en él, Carrancio obtendría notables recursos económicos.  

Por su parte, el PP está sumido en una verdadera guerra interna desde que hace ocho meses María José Sáenz de Buruaga anunció que disputaría la presidencia del partido a Ignacio Diego, líder de los conservadores desde 2004. Aquel paso fue entendido por el expresidente como una deslealtad por quien había sido su número dos tanto en el organigrama del PP como en el Gobierno de Cantabria. El Congreso celebrado en marzo se resolvió por cuatro votos a favor de Buruaga, pero el resultado está impugnado en los tribunales por un supuesto caso de pucherazo.

El equipo de Buruaga utilizó la cuenta bancaria de una persona con discapacidad psíquica para pagar la cuota de 491 afiliados, lo que supone casi 9.000 euros, con el fin de que estos pudieron votar en el Congreso. La candidatura rival ha presentado dos denuncias, que han sido archivadas en primera instancia si bien ya han anunciado que el fallo será recurrido.

De este modo, el PP se encuentra dividido en dos entre partidarios de Ignacio Diego y afines a María José Sáenz de Buruaga. Los críticos con la nueva dirección, a la que consideran ilegítima, se han agrupado bajo el movimiento Lealtad Popular y la posibilidad de una escisión planea con fuerza, tal y como ya sucediera en los años 90 con el expresidente de Cantabria, Juan Hormaechea, y la UPCA.

En tal caso, los defensores de Ignacio Diego, que cuenta con el apoyo mayoritario de los dirigentes locales -especialmente en las zonas rurales- y con el respaldo de nueve de los treces diputados-, tendrán que afinar su nombre, ya que Lealtad Popular fue oficialmente registrado por un simpatizante de Buruaga tras conocerse los pasos de sus compañeros y rivales.             

Aguas revueltas en PSOE y Podemos

En el caso de PSOE y Podemos, la sangre no ha llegado al río pero las aguas bajan revueltas en ambos partidos. El 'sanchista' Pablo Zuloaga, alcalde de Santa Cruz de Bezana, se ha hecho en el poder tras vencer en las primarias a la vicepresidenta del Gobierno de Cantabria y hasta ahora líder de los socialistas, Eva Díaz Tezanos, quien mantuvo una posición neutral en el cónclave nacional.

El proceso ha desgastado la relación entre ambos dirigentes y el deseo de Zuloaga de llevar a cabo una remodelación en el ala socialista del Ejecutivo está bloqueado. Díaz Tezanos, máximo exponente del partido en el Gobierno, defiende su capacidad de decisión, mientras la dirección regional sostiene que es el Comité Regional quien marca las directrices. 

Y si en el PSOE es la bicefalia la que está friccionando al partido, en Podemos están a la espera de elegir líder. Julio Revuelta dimitió el pasado 20 de junio cansado del conflicto en el grupo parlamentario, donde se ha hecho fuerte el denominado 'sector castreño' que encabeza Verónica Ordóñez, a quien ya se señaló como cabecilla en el movimiento que acabó con el liderazgo del también diputado José Ramón Blanco.

La marcha de Revuelta se produjo tras llevar apenas un año en el cargo y coincidió en el tiempo con la salida de once de los 34 miembros que forman el Consejo Ciudadano. Finalmente, la dirección en funciones que encabeza Alberto Gavín ha accedido a la exigencia de los Círculos para convocar cuanto antes primarias, que previsiblemente se celebrarán en el mes de noviembre.  

Revilla, líder indiscutible

Mientras tanto, el Partido Regionalista de Cantabria (PRC) que lidera Miguel Ángel Revilla vive una paz envidiosa y con la mirada puesta en el horizonte para alcanzar la tan ansiada victoria en las urnas. Hay que recordar que Revilla ha sido presidente de Cantabria durante diez años (entre 2003 y 2011 y desde 2015 hasta la actualidad) y otros ocho años vicepresidente en un gobierno de coalición con el PP (entre 1995 y 2003), pero nunca hasta hoy ha logrado imponerse en las elecciones.

Ante la situación que viven sus rivales, los regionalistas creen que 2019 será su año y que el presidente logrará quitarse la espina de no haber conseguido ser el número uno en el recuento de papeletas. Cuando llegue esa fecha, Revilla tendrá 76 años y aunque ha amagado con no presentarse, como ya hiciera en otras ocasiones, todo el mundo da por hecho que presentará batalla. En los últimos comicios, el PRC se quedó a un solo diputado de los trece del PP, el partido tradicionalmente más votado en la comunidad autónoma. 

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