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Ecologistas en Acción denuncia el “impacto negativo” de las obras de contención en el río Saja

Restauración de los márgenes del río Saja en Cabuérniga.

elDiario.es Cantabria

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Ecologistas en Acción Cantabria (EAC) ha denunciado el impacto medioambiental negativo de las obras que se han realizado en la ribera del río Saja como consecuencia de las inundaciones.

En un comunicado, EAC ha lamentado que a pesar de las “lamentables experiencias” de las crecidas de 2019 se ha acelerado la construcción de “obsoletas defensas” en el río Saja a su paso por Cabuérniga, entre Valle y el puente de Barcenillas, uno de los pocos tramos hasta ahora inalterados del río.

Las obras, realizadas “bajo la justificación de urgencia”, han supuesto para los ecologistas “la destrucción irreparable” de un tramo del Saja de alta protección y valor natural, que discurre por zonas rurales sin afecciones urbanas.

Según EAC, estas obras tienen un impacto negativo en el desarrollo de futuras inundaciones pues generan falsa sensación de seguridad, aumentan la peligrosidad, causan un destrozo “irreparable” en el ecosistema de río Saja y en el patrimonio de la comarca de Cabuérniga, todo ello dilapidando el dinero público.

A su juicio, la “clave” para un adecuado manejo de las fuertes avenidas radica en permitir que las crecidas de río encuentren cierto espacio en aquellos tramos donde puedan generar menores problemas.

Sin embargo, ha denunciado que actuaciones como las de Cabuérniga se continúan realizando “sin aclarar la inversión pública, su impacto ambiental y sin respuesta a las alegaciones presentadas, provocando agresiones difícilmente recuperables en un entorno fluvial de alto interés ambiental y social”.

Entre ellas, ha citado la transformación del río en un canal único, sobredimensionado y más profundo, con márgenes de escollera recta, que no mantiene la estructura natural necesaria para el correcto funcionamiento de un río de alta pendiente y torrencialidad como el Saja.

También, la inutilización de cauces antiguos o secundarios eficientes en la distribución del excedente de agua durante las riadas capaces de laminar las avenidas y evitar el aumento de la velocidad del flujo.

El incremento de la peligrosidad aguas abajo, en donde el río entra en un tramo estrecho; y la aniquilación, “difícilmente recuperable”, de la fauna y flora que soportaba el lecho natural y la rotura de la conectividad del cauce con los flujos laterales y subterráneos son otras consecuencias negativas para los ecologistas.

Para EAC, las últimas inundaciones del Saja en 2019 y sus daños en poblaciones como Virgen de la Peña y Caranceja confirman la “ineficiencia” de las grandes obras estructurales, a pesar de su alto coste y los efectos ambientales derivados. El encauzamiento rectilíneo del río Saja, a lo largo de todo el tramo de la depresión de Cabezón de la Sal, aceleró e incrementó los caudales de crecida aguas abajo.

Además, para los ecologistas, estas obras en el Saja están “en clara contradicción” con las directrices actuales del Ministerio para la Transición Ecológica con el fin de mitigar los riesgos de inundación, ante el fracaso de las costosas y, en muchos casos adversas, prácticas previas.

“Mientras en las propuestas en Europa, incluidas las españolas, la tendencia es el derribo de las actuaciones rígidas y la recuperación de los corredores de ribera y su vegetación, en la Confederación Hidrográfica del Cantábrico se destruyen los cauces naturales levantando escolleras e ignorando las alegaciones presentadas”.

“Debemos asumir que la llanura inundable es el resultado de un mecanismo del propio río para amortiguar aquellas crecidas que superan la capacidad de desagüe de su cauce ordinario. La expansión del agua sobre la llanura le permite decelerar su velocidad y profundidad amortiguando daños mayores aguas abajo al tiempo que potencia la recarga de acuíferos”, ha señalado la organización ecologista.

EAC han requerido un cambio de aproximación al manejo de zonas inundables. “No se trata de luchar contra el río sino de interactuar con él, reconociendo su variabilidad natural, adecuándose a su funcionamiento y aceptando el requerimiento de espacios de retención y retardo temporal de caudales extraordinarios a través de una gestión integral del territorio”, ha sostenido.

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