Ni endiosadas, ni perfectas: una exposición que quiere “representar a las mujeres como lo que son: personas”

“¿Sabéis esa frase tan rancia que dice que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer?”, pregunta Carla Crespo Faza, artista de 22 años, durante el discurso inaugural de su primera exposición alojada en el Espacio Joven de Santander. “Más bien se resume en que detrás de cada gran mujer hay un hombre que por una razón o por otra la silencia”, continúa. Con esta afirmación la joven cántabra presenta uno de los temas centrales de su trabajo, protagonizada en su mayoría por personajes femeninos, que estará a disposición del público durante todo el mes de agosto.

A través de una veintena de obras, que incluyen tanto pinturas como fotografías, pretende mostrar la ironía y la contradicción de situaciones socialmente mal vistas, pero que generan un placer culpable en el ser humano. En busca del equilibrio entre pintar algo que no fuera “muy dramático porque no me gusta lo que es extremadamente oscuro” y que al mismo tiempo tampoco “fuera demasiado feliz o positivo porque yo tampoco soy así”, surge la exposición que recibe el nombre de 'Pulsión Destructiva'.

Cuando empecé la carrera me llamaban 'la burguesa' y yo de burguesa tengo muy poco

Cuando comenzó a preparar la exhibición, Carla Crespo tenía claro que quería comenzar con la cita de una mujer. “Me estaba costando horrores encontrar alguna que cuadrase con la exposición porque, en general, costaba encontrar la cita de cualquier mujer científica o similar. Entonces encontré a Sabina Spielrein”, relata. Spielrein fue una de las pioneras del psicoanálisis y autora de la teoría 'Pulsión Destructiva' en la que Freud basaría más adelante su 'Pulsión de Muerte'. “Todo el mundo conoce a Freud, pero nadie la conoce a ella cuando fue él quien basó sus teorías en el trabajo de Sabina”, denuncia la artista.

La idea de Spielrein era que en cada persona conviven dos fuerzas antagónicas con una tendencia a intentar destruirse. Carla Crespo rescata una frase de la psicoanalista que resume su teoría: “Esta fuerza demoníaca cuya misma esencia es la destrucción (el mal) es al mismo tiempo la fuerza creativa, ya que de la destrucción (de dos individuos) surge uno nuevo”. Esa dicotomía entre el placer y el rechazo es la que refleja la artista cántabra a través de una paleta de colores compuesta por tonos intensos y llamativos que son un motivo repetido en las distintas obras.

Sin embargo, el verdadero hilo conductor de todo el trabajo es el objetivo que se esconde detrás de cada pintura. “Buscaba que al verlo por primera vez la gente tuviese la necesidad de echarle otro ojo y pensase: ahí algo está pasando que no me acaba de cuadrar”, explica Crespo. Generar incomodidad en el espectador era casi inevitable al basar su obra en deconstruir “esa versión de nosotros mismos que consideramos suficientemente buena para presentarla al mundo con la esperanza de que sea aceptada”. Lo que tiene interés para la artista son aquellos momentos en los que el personaje falla y “revela al verdadero individuo”, cuenta.

Reconoce que ella misma se deja guiar por las apariencias, “porque somos humanos e intentamos juntarnos con gente con la que pensamos que podemos tener potencialmente buena relación”, justifica. Pero la artista también ha sufrido los juicios que acarrea esta superficialidad: “Cuando empecé la carrera me llamaban 'la burguesa' y yo de burguesa tengo muy poco”, sentencia. “Realmente lo que exteriorizamos y lo que el mundo ve de nosotros no tiene por qué tener nada que ver con lo que tenemos en la cabeza, que es lo que realmente somos”, reflexiona Carla Crespo sobre una situación que no deja de llamarle la atención.

Quizá por eso su concepto del arte rehúye el estilo clásico que buscaba la perfección. “Va a sonar súper manido, pero para mí es prácticamente cualquier cosa que te remueva algo, tanto para bien como para mal”, explica. Aunque entiende que la percepción varía según la persona y le cuesta encontrar las palabras adecuadas para describirlo, según Carla Crespo, “el arte es algo que pertenece al pueblo y el pueblo es completa y absolutamente imperfecto. Para mí, el arte es feo”, concluye.

Por eso rechaza la idea de “la mujer endiosada, perfecta, que nos limita y nos reduce a una constante expectativa”. Señala como a lo largo de las distintas épocas los personajes femeninos en el arte cumplían una función de mero “objeto de decoración, embellecedor”. En sus cuadros se encuentra todo lo contrario. “Quiero hacer mujeres menos normativas, mujeres ancianas, mujeres niñas también y que estén haciendo algo que no es para nada estético”, por ejemplo, hurgarse la nariz. La intención es, una vez más, romper la idea preconcebida y “representar a las mujeres como lo que son: personas”.

Carla Crespo no siempre ha tenido las cosas tan claras y lidiar con las expectativas a la hora de crear obras artísticas ha resultado arduo en ocasiones. “Me sentía más cohibida a la hora de enseñar lo mío por miedo a que viniese otro y me dijese que no valía para nada”, explica. En el discurso de inauguración cuenta su paso por un Bachillerato que odiaba y su miedo a hacer lo que realmente quería. Incluso a la hora de elegir la carrera de Bellas Artes en la Universidad de Salamanca, que ahora termina, tuvo muchas dudas, aunque sabía desde un principio que su lugar estaba en el mundo del arte.

“Me saboteaba la famosa frase que toda artista ha escuchado alguna vez en su vida: vas a acabar viviendo debajo de un puente”, reconoce. Pero ha evolucionado mucho a lo largo del camino, ahora pide “que no se infravalore a toda esa gente que como yo un día se sintió fuera de lugar o que tenía talento para cosas que consideraba inútiles” y, sobre todo “que se fomente la diversidad de expectativas”.

Ya no le tiene miedo a esa famosa frase, aunque siga escuchándola, pero no es ingenua y sabe que el mundo del arte “fácil no está”. Aun así, pretende continuar labrándose un currículum a través de becas o exposiciones como 'Pulsión destructiva', encontrar el equilibrio entre crecer gracias a las críticas sin perder la confianza en el trabajo propio. “Creo que hay que ser muy insistente, muy pesado y creerte tú mismo lo que estás haciendo porque de otra manera no se puede”, observa. Es pronto para saber hacia dónde le llevará el camino en el mundillo, pero tiene una certeza y afirma convencida que “aunque sea pequeñito, hay hueco”. 

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