Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Hay semanas en las que uno pierde la esperanza de que nada cambie en este país. Ésta, mismamente. La vieja política ha vuelto a enseñar su peor cara y la nueva apunta maneras que nos recuerdan tristemente a sus mayores. El PP se ha tirado al barro para intentar salvar el sillón de la enésima manzana podrida de su cesto. Hemos confirmado que el PSOE de Susana está de IBEX 35 hasta el cuello. Hemos visto que a Ciudadanos se le puede dar dimisión por liebre y que está ahí para sostener en el poder a un partido corrupto. Y a Ramón Espinar le han pillado saltándose el boicot a Coca Cola que defiende Podemos, lo que es un hecho menor pero revelador de la misma falta de coherencia que se le critica al resto.
No comparo la gravedad de los asuntos. Es incuestionablemente peor la degeneración de la política provocada por los viejos partidos, pero es decepcionante cuando los nuevos no dan muestras de poder regenerarla. La regeneración no puede llegar de PP y PSOE porque son como los adictos, de momento no tienen remedio porque ni siquiera reconocen que tienen un problema. Es más, siguen enganchados a la bebida.
Por un lado, unas grabaciones muestran, como sabíamos, que el PSOE de Susana Díaz conspiró para acabar con el PSOE de Pedro Sánchez que para salvarse quería regenerarse. Renovarse o morir. Eligieron a Felipe González. Por el otro lado, el PP se agarra a la botella hasta que se cae redondo. Hasta que no ha sido inevitable, ha mantenido a Pedro Antonio Sánchez en su sillón y cuando por fin le obliga a dimitir, le permite mantener el escaño, o sea, el aforamiento para alejarlo de las manos del juez que le tiene en el punto de mira. Antes, han puesto la mano en el fuego por él hasta quemarse y la han metido en la Justicia para protegerle.
De nuevo han intentado escurrir el bulto de la corrupción y han cerrado filas en torno a un presunto y, finalmente, le han quitado sin quitarle. El PP no ha echado a Sánchez, sólo le ha apartado para salvarle del juez y salvar la presidencia de Murcia. Rajoy esconde la basura bajo la alfombra de Génova. Rivera también se ha puesto de perfil todo lo que ha podido, haciendo como que presionaba y como que se ofendía, pero al final se ha conformado con que dimita la puntita, demostrando que Ciudadanos más que a limpiar, ha venido a blanquear la fachada. Una prueba más: en la sesión de control al gobierno, el partido naranja ha cambiado su pregunta sobre aforamientos por una sobre… ¡Venezuela! ¡Bingo! Rivera levanta la alfombra para que Rajoy barra debajo las pelusas.
El patinazo de Espinar es ridículo en comparación, claro. A Pedro Antonio Sánchez le han pillado con dos tramas corruptas, a Ramón Espinar con dos Coca Colas. Lo primero es mucho más grave que lo segundo y con lo segundo se quiere tapar lo primero, sin duda, pero eso no disculpa al senador de Podemos de su segunda incoherencia después de aquella del piso de protección oficial del que obtuvo beneficio. Lo de menos son las Coca Colas, lo de más es que ha perdido credibilidad su palabra y pone en cuestión la de su partido.
No sólo la prensa hincha los errores de Podemos. Sus propias exigencias, les exigen más que a nadie. El ejemplo que piden a los demás tienen que darlo ellos aunque se queden solos. La regeneración es eso, no buscar excusas a sus errores sino asumir responsabilidades, reconocer culpas y dimitir cuando se pierda la confianza de la gente. La coherencia es la mejor vacuna contra la corrupción porque se empieza faltando a la palabra y se acaba faltando a los principios.
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