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Carta con respuesta es un blog del escritor Rafael Reig. Dejad vuestros comentarios en este blog sobre vuestras preocupaciones políticas, sociales, económicas, teológicas o de cualquier índole, y él os responderá cada martes.

Al ministro del Interior

Rafael Reig

Da la impresión de que a su Ministerio le sobra demasiado tiempo. Me sorprende, porque poner vallas con cuchillas, disparar y matar a personas que intentan saltarlas, apalear a los que trepan y el resto de sus dignas y meritísimas ocupaciones no es pan comido, ya me hago cargo. Ustedes, que son responsables de esos campos de concentración para inmigrantes, de la represión brutal en todas las manifestaciones, de la muerte en las fronteras en circunstancias que sólo por piedad llamamos “poco claras”, resulta que tienen tan poco que hacer que han dirigido su atención y su (infinita y benévola) sabiduría a orientar a las mujeres. ¡Dios las pille confesadas! Lejos de mí la funesta tentación del feminismo, pero ¿no le parece que las mujeres ya tienen bastantes problemas sin necesidad de que su Ministerio intimidatorio las haga culpables hasta de las violaciones que sufren?

Hoy eldiario.es tiene estos dos titulares uno al lado del otro:“Interior recomienda a las mujeres cerrar las cortinas de casa para evitar violaciones”. Y este otro: “La Guardia Civil golpeó a un inmigrante colgado en la valla de Melilla hasta tirarlo”.

A eso se le llama tener claras las prioridades: el peligro son los inmigrantes. Las violaciones se arreglarían si las mujeres pusieran un poco de cuidado. Buen trabajo, ministro: nos protege de los inmigrantes y las mujeres será que no han corrido las cortinas, ellas sabrán por qué. Para mear y no echar gota.

“Evite las paradas solitarias de autobuses”, dice. Evítelas usted, no te fastidia, ponga tres agentes en cada parada para que haya compañía. ¿O piensa que una mujer escoge a propósito una parada solitaria y no porque es la que está más cerca? “Tenga encendidas las luces de dos o más habitaciones para aparentar la presencia de dos o más personas en el domicilio”. ¿Va a pagar su Ministerio la factura? “Procure entablar conversación con el presunto violador con objeto de disuadirle”, esto ya es genial, supercalifragilístico y superferolítico: hablemos un poco, señor violador, no vale la pena que me viole, se lo digo en serio, a ver, recapacite, sin ropa no valgo nada, se lo aseguro, etc.

Aquí, se lo digo de corazón, se ha superado a sí mismo en estolidez.

Si te violan, será porque te empeñas en coger el autobús en una parada equivocada o que no sabes darle conversación a tu agresor, ¿es eso lo que quiere decir? ¿Que algo habrán hecho o que la van pidiendo?

Perdone mi ignorancia, pero, si hablamos de “prevención de la violación”, ¿no es un problema de su Ministerio y no de las mujeres? ¿No es su responsabilidad precisamente tomar medidas? Entonces ¿por qué se la endosa a las mujeres, que (igual no se ha dado usted cuenta) son las víctimas? ¿No es a usted y a su Ministerio a quien corresponde proteger a las ciudadanas? Cuéntenos que están haciendo ustedes, en lugar de echarle la culpa a las víctimas. Y espero que estén haciendo con los violadores algo a la altura del derroche de imaginación, fuerza bruta y falta de escrúpulos que emplean con los inmigrantes o los manifestantes.

Sin duda usted pretende eludir su responsabilidad: si la violan, será por algo. En resumen: si hubiera corrido las cortinas (otro de sus consejos, por estúpido que parezca), no le habría pasado.

Cuando le parece necesario, usted es capaz de aguzar el ingenio y que se pongan vallas con cuchillas para evitar algo tan simple como un desplazamiento. ¿Qué hace usted para evitar violaciones? ¿Le parece más grave que un ciudadano extranjero entre en nuestro país que una violación? ¿Cruzar una frontera sin autorización merece más atención y más medidas represivas que violar a una persona?

Las mujeres tienen igual derecho que usted a pasear por parajes solitarios, a subir al autobús en la parada más cercana o a apagar las luces de su casa (y reducir un poco la factura). Cumpla con su deber y protéjalas, en lugar de echarles la culpa. Y en lugar de dedicar su tiempo y su (discutible aunque alambicado, lo admito) ingenio a inventar torturas para los inmigrantes, invente formas de protegerlas.

Mi pregunta para usted es ésta: ¿no se ha enterado de que trabaja para el bien de los ciudadanos y no para los intereses de los poderosos? Si se ha enterado, ¿por qué insta a las mujeres a que se protejan solas y en cambio no escatima esfuerzos para perseguir a los inmigrantes y para maltratar a los manifestantes? ¿No está eludiendo su responsabilidad?

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