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La Gauche Divine

Duelo a garrotazos, de Francisco de Goya

Miguel Ángel Curiel

Durante los años 60, 70 e incluso en la década de los 80, el Partido Comunista Español (PCE) siempre fue una magnífica escuela de cuadros para futuros dirigentes del PSOE y otros jardines de las delicias de la política española en nuestro país. La lista sería ahora inabarcable, así fue hasta que la izquierda saltó por los aires en otras nuevas constelaciones y el PCE, como buen dinosaurio, comenzó su lenta e inexorable muerte, aún no difunto si está lo suficientemente oxidado como para no rechinar cada vez que mueve las articulaciones el gran elefante.

Un partido pequeño pero con alma grande, y muy rojo. Hasta los bigotes de Groucho, aquello era una universidad de prestigio con máster incluido. Haber pasado por el PCE o las Juventudes Comunistas le daba a uno un prurito de izquierdismo que en absoluto estaría reñido después con la propia aventura político-profesional a la que el individuo en cuestión hubiera saltado en pijama rojo desde un sexto piso con las zapatillas en una mano y en la otra las trece tesis de la filosofía de la historia de Walter Benjamin, siempre una lectura mas aconsejable que cualquier mamotreto leninista.

Ese pedigrí abría las puertas de los salones dorados donde se cocía la gran olla de la modernidad en nuestro país. Pasaron los años, y la izquierda seguía noqueada, al margen de la realidad, siempre ensoñadora y melancólica batiéndose por causas un poco locas e imposibles que a la mayoría de los ciudadanos les traía al pairo. Aún siguen ahí esas causas en el horizonte de agravios que nuestra gloriosa izquierda mantiene vivos. La cuestiones nodales de la izquierda, su razón de ser estaban en otro sitio, pero ir hacia ese lugar exigía profundizar y ser capaces de ver el dónde y el por qué, y nuestra izquierda ya no tenía mentes pensantes de extraordinaria categoría para un viraje a fondo y no perderse en la niebla.

Nuestra izquierda nunca ha dejado de ser infantil y muy dada a las grescas para nada ideológicas y sí estéticas. En Italia el PCI, 'gramsciano' de alma y muy poco leninista se desvaneció en una cosa, y esa cosa en otra, y esa en otra, una metamorfosis extraña que solo se puede entender si eres italiano y tienes un gran dominio de la retórica, y esa cosa ahora alumbra poco. En Alemania la izquierda se hizo ecologista, cogió con manos llenas lo mejor de mayo del 68 y se reinventó. Aquí, los postcomunistas de la otra Alemania no cuentan, no debería llamarse izquierda a aquello que es conservador y que durante décadas ha arrasado a una sociedad civil. El Che se hubiera puesto a pegar tiros en los bosques de Türingia de haber vivido en la DDR unos meses. Claro que el SPD no cuenta tampoco como izquierda. Esas cosas deberían llamarse de otra manera.

En Francia ya se sabe, la izquierda siempre nace de un virus en transmutación, muy filosófico y a los alrededores de la Sorbona. Mientras deconstruyen la izquierda deberemos esperar a ver qué pasa, y allí los ciudadanos se han hecho demasiado viejos, y los viejos no sueñan.

De Portugal diré que ese viejo cacharro o cosa oxidada que se llama PCP, casi coreano, pues desapareció la URSS, vive encerrado en un lugar perdido del mundo que se llama Alentejo guardando como un tesoro su poder municipal aún pensando en una revolución como la de 1917, además de que andan a muerte con ese extraño pero bello partido troskista llamado O Bloco de izquierdas. Ahora son las damas rojas las que hacen posible que los socialistas portugueses no se tiren al monte en sus políticas típicas de partidos socialistas. Ya sabéis, cuando se consagran este tipo de partidos a la labor profana de desmontarte en un par de años todas las conquistas que la sociedad moderna consiguió a lo largo de dos siglos.

Pronto, muy pronto veremos cómo Podemos, esa otra gran esperanza de la izquierda en nuestro país, si nos fijáramos con detenimiento, surge de ese sueño colectivo llamado Izquierda Unida, pues no exageraría que al menos en su cadena de mandos, al margen de lo que ellos llaman círculos, eufemismo que vacía de significado lo que es un asamblearismo vaciado de poder de decisión, una cosa más estética o decorativa, pues no hay partido más vertical en el momento actual que Podemos, vienen en su mayoría de Izquierda Unida en su versión mas comunista. Otra vez la gran universidad de la izquierda española ha formado las mejores cabezas y cuadros que han estado a punto de tocar en este tiempo el cielo y la tierra con sus dedos, y que si ya no fue tocado o tomado, difícilmente lo será ya en un futuro, pues el palacio de invierno ha vuelto a cerrarse, y lo peor de esto no es que Podemos quede finalmente relegado a una fuerza de choque en torno a un 15% de un electorado como el español, bastante rancio y poco inteligente en su conjunto, y no muy dado a las piruetas, pues con este porcentaje, cualquier partido bien estructurado y llevado con coherencia podría siempre forzar a esa cosa llamada PSOE, bien aglutinada siempre a lo que llamaríamos poder y para nada izquierdista o de izquierdas y mucho menos socialdemócrata, a realizar verdaderas políticas de transformación de la sociedad y hacia un horizonte más justo.

Pero me temo que Podemos ha heredado la carga genética del PCE e Izquierda Unida, y hay virus en la izquierda española para los que todavía no hay medicina. Así muy pronto, demasiado pronto veremos escenas de cainismo y frentismo que nos llevarán como siempre a percibir por detrás, en una imagen velada pero muy visible ese cuadro de Goya titulado el duelo a garrotazos, en la que dos hombres con las piernas enterradas hasta la rodilla en la tierra yerma, dura y polvorienta se rompen la crisma y las articulaciones a garrotazos. Pero eso no es una cuestión de ideología, es otra cosa.

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