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OPINIÓN | La ONU y el colonialismo sin controversia en Valladolid

Protesta ante la estatua de Isabel La Católica en Quito (Ecuador).

Eva Vázquez / Petra Guijarro

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Valladolid ha sido elegida por la Organización de las Naciones Unidas para conmemorar su 75 aniversario. La razón para este evento ha sido considerar que en Valladolid se dio el primer debate universal de los derechos humanos en lo que se llamó la Junta de Valladolid o más popularmente conocida como la Controversia de Valladolid.

La controversia de Valladolid pretendió dirimir entre 1550 y 1551, cómo proceder con la población indígena en la conquista de América. Esta discusión teológica, llevada a cabo en el Colegio Cadenas de San Gregorio (hoy el Museo Nacional de Escultura), fue protagonizada por Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda, dos dominicos de la época. La discusión, que vive en el imaginario popular como la disyuntiva acerca de si los indígenas tenían o no alma, en realidad fue un debate sobre qué tipos de derechos se iban a otorgar a las poblaciones sometidas y esclavizadas en América.

Fray Bartolomé de las Casas ha pasado a la historia como defensor de los indios, quien denunció los malos tratos y situación de esclavismo a los que eran sometidos, mientras que Sepúlveda se consagraría por defender una “guerra justa” contra las poblaciones americanas a quienes consideraba en pecado.

En el fondo no existió tal controversia en Valladolid, lo que se debatió eran los modos y sentidos en los que se iba a llevar a cabo la colonización de los pueblos indígenas del continente americano. Cómo legitimar direccionar de la mejor forma la conquista y la evangelización de los pueblos indígenas. Cuáles eran las formas más correctas de colonizar para transmitir al mundo los valores católicos que se iban a otorgar a otros pueblos desde el poder eclesial y monárquico, en un acto de tutelaje de los pueblos americanos que poco o nada puede tener que ver con los derechos humanos. Bartolomé de las Casas y Sepúlveda eran los intelectuales de la época, quienes estaban trabajando y pensando para el imperio castellano desde la colonialidad, una especie de think tank, en donde la supuesta defensa de los indígenas formaba parte del engranaje geopolítico imperial, de la iglesia católica y la forma de entender la cristiandad.

Monarquía-imperio del S.XVI e iglesia católica legitimando la colonización de los pueblos en nombre de los derechos. Algo similar a lo que encontramos hoy día, en la conmemoración del 75 aniversario de la ONU, quienes se erigen en representantes de la humanidad y hacen su celebración, en el lugar donde simbólica y materialmente se puso en entredicho la humanidad misma.

Desafortunada decisión de la ONU en el contexto mundial actual con el auge de los movimientos de derechos antirracistas y decoloniales. La conmemoración promueve una mirada racista de la historia que ve con beneplácito que los pueblos, considerados salvajes, deben ser defendidos caritativamente y dirigidos por el buen camino mediante el tutelaje de la iglesia. Una visión acompañada de buenismos y bondades que nada tienen de tal, como las que hoy día promueve la ONU.

Este evento eclesial elegido para la conmemoración de su 75 aniversario reafirma los nexos con la iglesia católica y la ausencia de neutralidad de la ONU, en la que la que la Santa Sede tiene un estatus privilegiado con su posición de Estado Observador Permanente. Este estatus permite a la iglesia católica de forma privilegiada imponer su visión religiosa y moral a católicos y no católicos perpetuando similares prácticas a las que se discutían en Valladolid en el siglo XVI.

Organizaciones, colectivos y activistas de todo el mundo que defienden derechos, vienen considerando inaceptable que la ONU se asuma como representante de la humanidad y de los DDHH. La ONU actualmente representa los intereses geopolíticos y económicos de los gobiernos neoliberales, expresión del actual sistema capitalista vulnerador de derechos. Sus políticas no se oponen, por ejemplo, a las grandes empresas transnacionales, quienes violan constantemente los derechos humanos en el mundo, y que además patrocinan las grandes cumbres de la ONU, perpetuando el sistema colonial.

Las actuales movilizaciones en EEUU por el asesinato de George Floyd pusieron el foco en quienes llevan siglos resistiendo al orden colonial. El movimiento Black Lives Matter inundó las calles y puso sobre la mesa, entre otras cosas, la importancia de lo simbólico: se produjeron derribos de estatuas y monumentos, en un proceso sin precedentes de resignificación y de justicia histórica frente a los iconos de la colonialidad y el esclavismo. La mecha de este movimiento de defensa de derechos se expresó en diferentes protestas a lo largo del mundo. Este verano conocimos derribos de estatuas del misionero español San Junípero en Estados Unidos. El movimiento antirracista y migrante llevó a cabo acciones contra el simbolismo de la estatua de Colón de Madrid y en Barcelona. El 12 de octubre fue el escenario de decenas de intervenciones contra los símbolos coloniales en toda América Latina, especialmente significativos en países como Bolivia o Ecuador. Valladolid también sigue siendo escenario, en este año pero también en los pasados, de acciones frente a los emblemas coloniales que se tienen en la ciudad.

Sin embargo, en este contexto mundial, la ONU escoge simbólicamente y colonialmente Valladolid, para conmemorar su aniversario en defensa de los derechos. Sin reparación no hay justicia y la reparación comienza por el reconocimiento. Dejemos de conmemorar el saqueo y la explotación y de llamar derechos humanos a lo que significó el genocidio de los pueblos. El simbolismo de esta conmemoración reafirma las ideas de colonialidad y expansión de los imperios y no permite hacer memoria histórica crítica en nuestra ciudad. La perpetuación ideológica de ese orden colonial, como nos dicen los movimientos antirracistas, se sigue expresando en las políticas migratorias y de fronteras o la ley de extranjería que son la continuidad de los emblemas y dinámicas coloniales que subalternizan, asesinan y continúan expoliando hoy día a millones de personas en el planeta.

*Eva Vázquez es feminista y ecologista. De Valladolid y residente desde hace 10 años en Ecuador. Integrante de la organización Acción Ecológica y coordinadora operativa de la Red Latinoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Sociales y Ambientales. Trabaja en conflictos extractivos y socio-ambientales con comunidades en resistencia desde el abordaje de la psicología comunitaria, la ecología política y la mirada feminista.

Petra Guijarro (pseudónimo) es militante feminista en Valladolid

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