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Estela de Carlotto: “Son aquellos que no quieren democracia los que dicen que hay que olvidar”

Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, en un acto en la Casa América.

João França

Sant Boi de Llobregat —

Estela de Carlotto (1930) la presidenta de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, que llevan más de 35 años buscando a sus nietos nacidos en cautiverio, cuyos padres fueron en muchos casos asesinados por los verdugos de la dictadura militar argentina. Es el caso de su hija Laura. La activista estuvo en Barcelona con motivo de unas jornadas de defensores de los derechos humanos que tuvieron lugar el pasado lunes en Casa Amèrica Catalunya.

¿Cómo empezó la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo?

Las Abuelas de Plaza de Mayo vamos a cumplir en pocos días 36 años. Este grupo se forma especialmente con mujeres afectadas por una dictadura cívico militar que irrumpe en el poder el 24 de marzo del 76 y comienza la persecución de todos los opositores. Trajeron un plan siniestro de exterminio. No interesaba la edad, ni la condición social, ni religiosa, sólo que eran molestos para sus propósitos. Cuando en una casa un familiar no volvía y tenía militancia política, la certeza era que lo habían secuestrado. Lo que no sabíamos era que había todo un plan de crear centenares de centros clandestinos de detención, campos de concentración, de robo de bienes, de allanamientos en las viviendas –llevándose a toda la familia–, de separar a los niños de los adultos, de tener los niños como botín de guerra y apropiárselos, de robarles los niños a las mujeres que secuestraban estando embarazadas, que daban a luz en estos lugares, y que esos niños nunca volvieron a sus casas y la mujer, menos todavía. Las madres fueron asesinadas y sus niños fueron apropiados por los propios asesinos o sus amigos, o dejados abandonados a su suerte.

¿Cómo respondieron a eso?

Cuando nos tocó esa situación, lógicamente, como cualquier madre, salimos a buscar, con miedo, desconocimiento, en soledad, dejando la familia, dejando el trabajo, dejándolo todo para buscar. Es lo que seguimos haciendo todavía porque, si bien han transcurrido 36 años y tenemos 20 años de democracia, la más larga de nuestra historia, este tema no está todavía esclarecido. Falta saber donde están las 30 mil personas que se secuestró, se torturó y se exterminó en esos campos de concentración. Falta ubicar a cerca de 400 niños, porque hasta ahora hemos encontrado a 109. Esta historia no se puede dejar de hacer, y hay que continuar en el trabajo que estamos haciendo las abuelas.

Y usted es una de las que sigue buscando.

En el caso particular mío, mi hija Laura, la mayor de mis cuatro hijos, es la que fue asesinada después del nacimiento de su hijito, y ese niño no sé donde está, ni su nombre. Lo busco incansablemente. A pesar de los años que tengo, una no puede dejar de tener la ansiedad de encontrarlo, de conocerlo y de que se integre a su familia. Esta es una lucha con muchos logros. 109 es un logro muy grande, de buscar a alguien que tiene otro nombre, otra edad, no se sabe donde está, y poder identificarlo.

¿Y cómo lo han logrado?

Para eso se creó un Banco Nacional de Datos Genéticos que es único en el mundo. Lo inventamos las abuelas buscando por el mundo el aporte de la ciencia, y ya en democracia se crea este banco que deberá existir mientras haya que buscar a alguien. Está nuestra sangre ahí, de la familia materna y la paterna, para poder constituir el mapa genético de los papás que no están. Con esto podemos identificar al presunto nieto con una familia y decir con certeza si lo es o no. Esas instituciones son seguras, no hay error posible. Estos chiquitos no los conocemos, nunca los vimos, hay abuelas que no saben si es niño o niña. Yo más o menos he tenido la reconstrucción de todo el tiempo que estuvo mi hija, nueve meses, en un campo de concentración, y del nacimiento del nieto. Hasta ahí. Pero sé que es un varón y qué día nació, después todo lo demás es un misterio terrible.

¿A pesar de eso, está satisfecha con lo que han logrado?

Es un trabajo muy duro pero tiene sus satisfacciones. Hay un reconocimiento a nuestro trabajo a nivel nacional e internacional, se nos considera unas luchadoras. A veces se nos levanta demasiado, como si fuéramos diosas, pero somos mujeres que, como yo digo, en España o en cualquier país hay mujeres que hacen quizás lo mismo o más que nosotras. Pero esto es muy grave porque es por medio de un terrorismo de estado, y esto es lo que no debe volver a pasar. Por eso hay que salir al mundo, que nos conozcan, seguir hablando del tema y no olvidar qué es lo que no se puede volver a repetir. Si uno olvida, se repite.

¿Cuál es el papel de la memoria para la democracia?

Es fundamental. Son aquellos que no quieren democracia los que dicen que hay que olvidar, que eso es el pasado, que miremos para adelante, que no seamos rencorosos… ¡Como si fuera rencor! Tenemos que juzgar y estamos juzgando en Argentina a los centenares de asesinos, torturadores, ladrones. ¿Cómo vamos a pensar que hay una democracia si no se hace eso? Pero felizmente los gobiernos que tenemos desde el año 2003 hasta ahora tienen clarísimo en que hay que hacer uso de la memoria. En cada centro clandestino de detención se ha constituido un espacio de memoria. No se toca ningún rastro de los que pasaron por ahí. Los niños, los jóvenes pueden visitarlo y ver qué pasó ahí, quién vivió ahí. Se trata de no olvidar, porque olvidar sería tan peligroso que no merecen las generaciones futuras tener esta herencia.

En cambio en España esto se discute.

Lo de España es un caso realmente muy triste. Mientras Baltasar Garzón llevaba adelante los juicios nuestros que impulsó él acá con desaparecidos en Argentina y en otros países y puso preso a Adolfo Scilingo, que está preso todavía, la Audiencia Nacional tuvo un rol importantísimo. Cuando Baltasar Garzón hacía todo esto era aplaudido por el pueblo español y por el Gobierno, pero cuando dijo que había que investigar los crímenes del franquismo y hacer uso de la memoria, ahí empezó el juicio que se le hace por prevaricar y por un montón de otros delitos, a una persona impecable como fue él, y lo dejaron sin carrera y lo desprestigiaron.

Acá se está queriendo hacer memoria, pero es el Estado el que no quiere. Los nietos de los muertos del franquismo quieren recuperar a sus abuelos, se están recuperando, pero no hay un apoyo del Estado para esto. Entonces lo que hay que hacer es ayudar. Por eso en Argentina se inició querella criminal contra el Estado español. La jueza argentina ha pedido la detención de cuatro, por lo menos, de los sobrevivientes del franquismo, para que declaren sobre sus crímenes. Esperamos que por los tratados internacionales que hay entre los países, así como Argentina extraditó, España también extradite, y sean juzgados en otro país, si acá no quieren hacerlo. La Argentina está dispuesta. Y es una manera de agradecer lo que hizo España por nosotros en su momento.

En un primer momento hubo una amnistía para los criminales que ahora son juzgados.

En el primer Gobierno constitucional se dictaron dos leyes de perdón repugnantes, porque eran leyes de olvido, leyes de sueltos todos y todos juntos como si fuéramos igual, con los asesinos caminando por las calles. Se llamaban Ley de Punto Final y Ley de Obediencia Debida. Luego el segundo Gobierno dio un indulto y terminó la cadena de impunidad. A partir de ahí tuvimos que luchar y luchar y luchar para que esas leyes fueran declaradas inconstitucionales. En el Gobierno de 2003 del Dr. Néstor Kichner él se propuso que estas leyes cayeran, nos apoyó, y las leyes cayeron. Por eso tenemos justicia plena y tribunales orales y públicos de la justicia federal para juzgar a los asesinos. Hay más de 400 ya juzgados y condenados y hay centenares detenidos en proceso. Y va a más, porque no solo se va a juzgar a las fuerzas armadas y de seguridad, sino también a los civiles, porque muchos fueron partícipes de estos crímenes de lesa humanidad. Estos crímenes no prescriben, estos crímenes son permanentes y no se puede, insisto, decir que hay democracia si están sueltos estos personajes.

¿Pueden confiar en la justicia?

En Argentina tenemos una justicia imperfecta. Hay jueces correctísimos pero nosotros estamos muy vigilantes de todos los procesos. Tenemos abogados que todos los días van al seguimiento de las causas, y dónde ven una irregularidad, ahí se presenta una demanda. Pero a la vez en Argentina hay un movimiento que nació hace pocos meses del que participamos también las abuelas para recomponer la justicia, una justicia justa, una justicia digna. Lo encabezan jueces, fiscales, abogados, la procuradora, los organismos y parte de la población, que queremos una reforma. Porque en Argentina los jueces son nombrados a dedo, y luego se heredan, el hijo después es juez, y el nieto es juez, y así queda en familia, como una corporación familiar. Es entonces cuando hay ideas que no son correctas para la buena interpretación de la ley.

En Argentina hay un movimiento muy grande de reformas y de cambios. También tenemos una ley de medios de comunicación, que queremos que los monopolios de comunicación se terminen, porque hay un monopolio que lidera Clarín, que es un diario muy conocido, nefasto, golpista, que siempre apoyó todos los golpes de estado, que no quiere largar el poder y está perturbando una ley que hace cuatro años que ya se sancionó. Esperemos que a corto plazo la suprema corte decida y podamos tener el reparto equitativo de los medios en todo el país, porque las radios cooperativas, estas radios de pueblo, de ciudad chica, tienen sus cosas para decir pero nunca tienen posibilidad porque lo tiene todo concentrado un medio.

En España se ha hablado mucho del escrache este último año.

El escrache se inventó allá porque no había justicia en esos 20 años que duraron esas leyes de olvido, y lo inventaron los hijos de los desaparecidos. Ellos pacíficamente iban a señalar la casa de un represor, de un asesino, donde escribían en la calle: “Atención, acá vive un asesino”, porque los vecinos no sabían. Y muchos se tuvieron que mudar, que irse, fueron repudiados, y era la forma cuando no había justicia. Ahora ya no se hace más.

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca importó esta fórmula para presionar a los diputados ante su iniciativa legislativa popular.

Eso está bien, hay que llamar la población al movimiento. En paz, nadie quiere protestas agresivas, ni romper vidrieras, ni asaltar negocios, ni romper cosas. Simplemente ir y protestar y manifestarse exigiendo los derechos que nos caben a todos, el derecho a vivir en un país con justicia.

A pesar de eso fueron acusados de invadir la vida privada de los políticos.

¡Es que no entran a la casa, están en la calle! Nadie entra en el domicilio. La calle es pública, es de todos, ¿no? Entonces en la calle se puede transitar, hay libertad de tránsito, y en la calle se puede parar uno frente a la casa y decirle qué se le demanda al que vive adentro. No se entra, no se invade, no hay invasión de la intimidad, así que eso es mentira, no es cierto. Eso es una excusa porque no quieren ser molestados porque tienen proyectos…, nosotros estamos muy alarmados con lo que pasa en España.

¿Alarmados por qué?

Porque escuchamos en los medios ahora que hay corrupción y hay de todo, que está siempre la gente y la oposición demandándole muchas cosas al Gobierno, y parece que son muchas cosas que se están haciendo mal. Entonces está bien que se proteste. Si yo elijo a alguien para que gobierne y en vez de hacer lo que prometió en campaña no lo hace, yo tengo ese derecho, porque yo le di el voto. El voto es mío, entonces este mandatario no tiene que cerrarme la puerta, la tiene que abrir y escuchar al pueblo.

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