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Gabi Martínez: “Para llegar a un mundo mejor hay que superar las religiones, pero es una utopía”

El escritor Gabi Martínez. /ENRIC CATALÀ

Siscu Baiges

Barcelona —

El escritor Gabi Martínez dibuja el choque cultural entre Occidente y el mundo islámico en su libro “Solo para gigantes”. Allí cuenta la historia de Jordi Magraner, un zoólogo nacido en Valencia pero formado en Francia, desde donde marchó al Hindu Kush paquistaní en busca del “yeti”. Los talibanes lo asesinaron quince años después de llegar. Fue uno de los primeros occidentales muertos a manos de los fundamentalistas. Gabi Martínez se desplazó a Pakistán para intentar descubrir las causas de su muerte y escribió un libro que hace reflexionar sobre los límites de la libertad y el choque de culturas de los que se habla tanto, estos días, después del ataque terrorista a la redacción del semanario Charlie Hebdo, en París.

¿Qué pensó, cuáles fueron sus primeras reflexiones al ver el atentado contra Charlie Hebdo?Charlie Hebdo

Soy muy amigo del dibujante de cómics Albert Monteys. De mi libro “Sólo para gigantes” se hizo un cómic. Recuerdo a Hernán Migoya, y su Todas putas. Gente que trabaja en una línea muy crítica. Si aquí pasara algo parecido, los muertos serían amigos míos.

En Estados Unidos fueron a por un símbolo económico, las Torres Gemelas. Aquí y en Inglaterra, fueron a por la gente directamente, a los trenes y autobuses. En Francia han ido a tocar el arte, la creatividad. Han ido a las raíces de cada una de las culturas. En Francia han tocado una base fundamental, la forma de expresarse de la forma sofisticada que son las ideas.

Me pregunté si había un cálculo premeditado o simplemente fue una reacción porque tenían atravesada la gente de Charlie Hebdo desde hacía mucho tiempo.

¿Hay elementos comunes entre estos asesinatos y el de Jordi Magraner que describe en Solo para gigantes? Solo para gigantes

Ha pasado en Francia. Y los asesinos eran franceses de varias generaciones. Jordi Magraner vivía en un barrio de la periferia francesa. Convivía con gente que podrían haber sido algunos de los terroristas. Él encontró una solución diferente a la frustración que tenía como emigrante. Se marchó a Pakistán. Una solución sensata a un problema compartido, que es el de sentirse absolutamente marginal en una sociedad que no te dejará nunca salir adelante.

Por su propia familia, es un símbolo en tanto en cuando ha conseguido hacer algo que ellos no podían. En Oriente Medio, aquellos que están en una situación de impotencia, desprecio, rabia, se pasan a los talibanes. En Occidente, la misma situación crea gente que o bien se suicida o se va a hacer peleas los fines de semana, a puñetazos, en descampados, como ocurre en Estados Unidos o vota a la extrema derecha.

En el Tercer Mundo esta furia se encarrila, en algunos casos, alistándose en ejércitos de terroristas. Y en el Primer Mundo votando a la extrema-derecha. Pero son respuestas a una misma impotencia.

Jordi Magraner es uno de los primeros occidentales asesinado por los talibanes.

Él escribe en una carta a su familia, en 1995, cuando ya está establecido en Chitral, en Pakistán: “Ha nacido una nueva fuerza, los talibanes”. Ve la concepción y el crecimiento de los talibanes. Va a buscarlos y negocia con ellos, porque abre un corredor que comunica Peshawar con el valle del Panshir y la atraviesa con burros. Debe negociar con los talibanes y los representantes de las ONGs que hay en la zona.

Hay un momento en que se da cuenta de cómo la expansión de los talibanes se empieza a comer su mundo. La sufre en primerísima persona. Por eso es tan valioso su testimonio, su historia. Al final, lo matan porque es un estorbo.

Magraner se puso en la boca del lobo. Los dibujantes y colaboradores de Charlie Hebdo asesinados trabajaban en París. ¿Qué piensa de sus sátiras y burlas sobre Mahoma y el Islam?Charlie Hebdo

Te metes con las creencias de otras personas. Pero estas personas cuando vienen a tu territorio deben aceptar unas condiciones y unas leyes que son diferentes a las suyas. Cuando nosotros vamos al extranjero tenemos que asumir que el humor y el respeto se miden, tal vez, de forma diferente. Es como si vas a casa de unos amigos y hay una persona que se burla de todos. Si vas tienes que aceptarlo. Esta persona puede resultar desagradable pero la fiesta es mucho más que esa persona. Si no quieres tener trato con ella, la obvias. Lo que no puedes hacer es apuñalarla. Hay unas cuestiones mínimas de convivencia.

Los chistes de Charlie Hebdo son imprudentes, porque sabes que estás tratando con gente que mata. Pero también tienen un punto de valentía. No puedes empezar a recortar estas cosas. Yo viví muy poquito de la dictadura, pero muchos compañeros han tenido problemas serios por criticar la Monarquía, incluso han sufrido despidos. Pasó con El Gran Wyoming o con Polonia. Se deben aceptar las críticas.

Yo no simpatizo con Albert Boadella, pero cuando critica a la Virgen de Montserrat o el Barça, te puede no hacer gracia, pero tiene todo el derecho a decir lo que piensa.

¿Algún día habrá en Pakistán una revista del estilo de Charlie Hebdo? ¿Es totalmente inconcebible?Charlie Hebdo

Es la otra cara de la historia. Si los cristianos van un día a Irán o Pakistán y ven que una serie de caricaturistas bromean de cuestiones de su tradición, y matan a alguno, ¿cómo reaccionarían los musulmanes? No lo aceptarían, claro. Pero no hablamos de musulmanes; hablamos de extremistas.

No saldrá nunca un Charlie Hebdo allí. Si saliera una revista crítica a fondo, la cortarían de raíz. Ellos tienen sus espacios de humor. Hablamos en códigos muy diferentes.

La estancia en Pakistán, la investigación que hizo para escribir “Solo para gigantes”, ¿cambió su forma de ver las relaciones entre Occidente y el mundo islámico?

Hasta entonces tenía claro que las intervenciones occidentales en la zona estaban basadas en sus intereses económicos. Sigo creyéndolo pero ya no creo que haya que dejar que todo el mundo piense y haga lo que quiera. Debe haber un control. Si ellos no pueden controlarlo, que es lo que está pasando, todo esto se expandirá y llegará a nuestro país. Vivimos en un entorno que no es el mejor de los posibles pero se acerca a una idea de mundo en el que nos sentimos cómodos. Cuando ves cómo actúan los extremistas allí y como van ganando cada vez más terreno, si tienes la posibilidad de detenerlos lo antes posible, intenta actuar para hacerlo.

No sé medir la intensidad de la intervención occidental pero se debe actuar preventivamente.

¿Fue complicada, arriesgada, la investigación en Pakistán del caso Magraner?

Tenía previsto entrevistar a un ciudadano griego, Athanasios Lerounis, que llevaba veinte años viviendo allí, pero lo secuestraron y pidieron dos millones de dólares y la liberación de tres líderes talibanes para soltarlo. Lo liberaron nueve meses más tarde. Hacía de interlocutor entre la población y el exterior, como Magraner. La población presionó para que lo liberaran.

¿Hay choque de civilizaciones, choque de culturas?

Sí. Es como cuando vas a China o Japón. Es gente que piensa de otra manera. Si entras allí tienes que asumir que tienen otros códigos. Esa gente vive así. Si quieres estar, te quedas, y sino, te marchas. No hay más historia.

Ahora hay muchos emigrantes que vienen con su cultura y se instalan en Occidente. El problema de fondo siempre es económico. La vestimenta de la religión es la que más triunfa, porque es abstracta, intangible y da refugio a todos los que quieran ampararse en ella.

Estuve muchas veces en la casa de Jordi Magraner en una “banlieu” de París. A partir de las siete de la tarde había autobuses que no entraban. Cuando hubo la revuelta de las “banlieus” los quemaban. Años después de la revuelta aún quemaban coches en la calle. Son barrios muy marginales, llenos de gente frustrada. Aquí hay gente que votará Podemos, se lanzará por la ventana o matará a su esposa. Allí hay gente que encuentra apoyo en un movimiento popular que los entronizará como héroes según lo que hagan. Es la gran diferencia entre unos y otros pero hay una base económica muy importante.

Te sientes encerrado en una jaula, en tu “banlieu”. Y si eres de clase media, ves que eres una pequeña excepción pero que la mayoría de los tuyos están enjaulados. Y hay gente cuya forma de reaccionar es apelando a la locura de matar personas.

Hay que cambiar las políticas para intentar integrar de otra manera a la gente que no tiene ninguna posibilidad de salir adelante. La familia de Jordi Magraner votaba Le Pen. Tienen la guerra dentro mismo de los barrios.

¿La mejor manera de combatir el terrorismo es luchando contra la pobreza?

Es fundamental. Es la clave de todo. Los que se pelean a puñetazos en descampados forman parte de la clase blanca basura de Estados Unidos. No tienen ningún escudo que los ampare, que los justifique, ningún movimiento contra alguien al que apuntarse, y optan por pelearse. Otros se aferran a la religión.

La ecuación Islam igual a terrorismo la hace mucha gente.

Un amigo me contaba el otro día que una mujer se bajó del metro porque vio que entraban unos árabes con mochilas. Se les culpabiliza por cuestiones que sólo están en tu cabeza. Los musulmanes son los judíos actuales. Se les mira mal, se les persigue.

Cuando un noruego mató decenas de jóvenes laboristas no trascendió que era un fundamentalista cristiano. Nadie le dio importancia. Para llegar a un mundo mejor habría que superar las religiones, pero eso es una utopía. No lo haremos.

¿El Islam cambiará algún día los preceptos que más chocan a los ciudadanos occidentales, como la forma de vestir de las mujeres?

En 2003 estuvimos haciendo un documental en Jamaa Mezwak, un barrio de la periferia de Tetuán, de donde salieron cinco terroristas del 15M. El director de la película me explicó que había ido con una idea y que se encontró con una gente que vivía en el siglo IX. Esto puede ser políticamente incorrecto pero yo parto de realidades. Hay un salto de siglos entre la forma de entender el mundo de unos y otros.

Si quieres convivir con esta gente, se trata de cargarte de respeto tú y ellos e intentar sacar algo adelante. Pero es un salto descomunal. Es muy complicado llegar a conciliar las ideas de unos y otros.

Cualquier persona que va a otro país debe tener claro que allí pueden pensar muy diferente de él y que deberá adaptarse a esta forma de funcionar. Se pueden encontrar términos intermedios, puntos de entendimiento, pero siempre partiendo del respeto y sin olvidar nunca que vas a casa de otro.

El cristianismo ha ido aceptando, a regañadientes, algunos cambios, ciertos progresos. ¿Lo hará el islam con tradiciones como el burka?

Ir con una mujer con la cara absolutamente tapada por nuestras calles... Puedo asumir el hiyab. El burka me cuesta. Vives en una sociedad donde has crecido con la libertad y te la crees. Y creo que la libertad es para todos. Si una mujer lleva burka es su forma de funcionar pero la libertad se basa en la confianza en las personas. No sé hasta qué punto puedo confiar en alguien que se tapa por completo cuando está delante mío.

Hay unos mínimos. Dentro de estos mínimos entraría la libertad de expresión siempre y cuando no estés defendiendo nada que incite a la violencia o hagas un elogio de la esvástica. Son hilos muy finos pero hay diferencias entre hacer una caricatura o elogiar la esvástica.

Jordi Magraner decía que si el monoteísmo está tan cerca de la política es porque el monoteísmo no es una religión. Es una ideología deificada. Dicen que es una religión pero en realidad es un argumento para sacar adelante tu proyecto. Le sirvió a Bush para justificar la invasión de Irak, apelando a las cruzadas. Se amparó en motivos religiosos cuando en realidad había un móvil económico.

Hay quien ve teorías de la conspiración detrás cualquier hecho, la invasión de Irak o el atentado a Charlie Hebdo...Charlie Hebdo

Hay cosas muy extrañas, aunque yo no creo en las teorías de la conspiración. Pero cuando fui a Pakistán en 2009 me dijeron que Bin Laden estaba muerto desde hacía tres o cuatro años. Me explicaban que le trataba un médico en una cueva y que se murió. De repente, te dicen que entran unos marines de los Estados Unidos y lo matan pero nadie ve el cuerpo. Te han enseñado el de Gadafi, te han enseñado el de Saddam Hussein y el del hombre más buscado del mundo no lo ves porque dicen que para no herir la sensibilidad de los musulmanes lo han tirado al mar. No me lo creo.

En cambio, la reacción de Willy Toledo ante los asesinatos de París le iguala con el extremismo de Le Pen. Sobre todo en caliente. Como mínimo, detente un momento, dedícale tiempo. Si lanzas una afirmación como la que ha hecho que sea irrefutable, que estés absolutamente convencido. Han matado a doce personas.

La batalla está entre unos que creen que tienen la verdad del mundo libre y los que van bajo la bandera de los religiosos. Y al final se juntan los dos ejércitos. Unos dicen estupideces como esas y entonces Le Pen y los suyos tienen argumentos para desprestigiar a los que les critican.

No hay duda de que los grupos de extrema-derecha xenófoba europea suman apoyos con acciones como la de París.

Estas situaciones les benefician. Pero si reaccionas irracionalmente, lo que puede pasar es que en vez de que los representantes más radicales de los musulmanes dejen de vivir siete siglos antes, nosotros volvamos siete siglos atrás. Volveremos a hacer las cruzadas y será un desastre. Dos no se pelean si uno no quiere.

Es hora de contemporizar con la gente sensata de los musulmanes, que son la mayoría. Controlemos cada uno a su gente. Que no se nos vaya el tema de las manos.

La retirada de Irak de Estados Unidos dejó el país en manos de Nuri-al-Malaki. Y fue el detonante del Estado Islámico. Las represalias de los chiíes contra los suníes nos llevaron al Estado Islámico. Pero tu sociedad ve mal que dejes fuerzas armadas allí. Si se hace y si se ayuda a estos países a mantener un cierto orden hay que explicarlo muy bien y decir siempre toda la verdad. Que todo el mundo entienda que estas ayudas que estás dando son auténticas y tienen el objetivo de proteger a Occidente y los intereses globales de todo el mundo.

Se da casi por seguro que habrá más atentados.

Esto no se detendrá. La extrema-derecha alemana se está envalentonando. Tras el 11M, en España la gente se controló muy bien. Fue emocionante, visto en perspectiva. No hubo ningún tipo de represalia contra los musulmanes. Es la parte más buena de España, que a mí me fascina. La gente -no hablo de los políticos- tiene la conciencia suficiente para decir que no hay que recurrir a la violencia. Una gran mayoría logra imponer su saber estar. No sé si pasará lo mismo en Francia. Una amiga francesa me cuenta que están habiendo tiroteos con musulmanes en las calles.

Vienen tiempos difíciles.

Dependerá de nosotros también, de si sabemos contemporizar y medir a las personas por lo que son. El miedo es muy fácil que se extienda. Hay mil franceses que han ido a Siria o se han alistado en el Estado Islámico y han vuelto a Francia. Hay mil personas que pueden hacer, en cualquier momento, lo mismo que los que atacaron Charlie Hebdo.

¿Y en España no? ¿Y en Estados Unidos no? Pero esto es como pensar todo el rato que te atropellará un coche, se caerá el avión o cogerás el ébola. Hay unas probabilidades de que estas cosas pasen, pero no nos volvamos locos. La vida no es así.

Y no toda la gente que vuelva tendrá en la cabeza la misma idea. Muchos radicales integristas hay momentos en que se paran y piensan que hay que replantearse lo que hacen.

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