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Girona: de la sonrisa a la tensión

La alcaldesa de Girona sobre la actuación policial: "¡No lo perdonaré nunca!"

Emma Reverter

La alcaldesa de Girona, Marta Madrenas, llegó al Colegio Eiximenis poco después de las ocho de la mañana y con una sonrisa en los labios. “Los 21 colegios electorales de Girona están abiertos y en una hora todos los ciudadanos podrán votar, esto es un éxito y ya no se puede parar”, indicaba, al tiempo que puntualizaba que “los ciudadanos podían votar en el colegio que quisieran y donde pudieran”. “Hoy será un día de paz y celebración en Girona”, explicó.

Madrenas dio la bienvenida a un grupo de parlamentarios vascos que la felicitaron por la organización de la jornada. “Me dais envidia, nosotros hace años que esperamos algo así”, le indicó Iñaki Aguirre, senador del Partido Nacionalista Vasco. Lo acompañaba el presidente de la Societé Saint Jean Baptiste, de Quebec, Maxime Laporte, que destacó el carácter “alegre de la iniciativa”.

La alegría de los partidarios del referéndum y la sonrisa de la alcaldesa duraron poco. A las nueve de la mañana decenas de agentes de la policía nacional entraban en la Escuela Joan Bruguera, situada a dos calles de allí, y ordenaban el desalojo. Varios ciudadanos terminaron en el suelo mientras un agente grababa imágenes de aquellos que intentaban impedir el cierre del colegio electoral, entre gritos, insultos y el canto de Els Segadors. Una mujer embarazada abandonaba el centro llorando.

“La actuación policial ha sido desmesurada y antidemocrática, y no lo olvidaremos nunca”, lamentaba Marta Madrenas: “Me parece lamentable este ejercicio de violencia y brutalidad contra una población que se ha comportado de forma ejemplar”.

En el colegio Eiximenis, donde a lo largo de la mañana se votó con normalidad, se respiró tensión a partir de ese momento. “Somos muy conscientes de que podemos ser los siguientes”, indicó Sandra, una estudiante de 21 años.

“He venido porque tengo derecho a votar y a expresar mi opinión, y en mi caso votaré que no”, explicaba Carmen, una enfermera jubilada. Fue de las primeras en llegar y también de las primeras en votar. Joaquim Casadevall Costa, de 93 años, esperaba en la cola, con traje, corbata y apoyado en su bastón: “Creo que tras este referéndum Madrid tendrá que escucharnos. Espero que salga un sí rotundo”.

Boris Blazekovic, exparlamentario croata y observador invitado por la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), destacó que “a partir de hoy es importante iniciar una negociación política y salir del plano de las emociones, lo que es evidente es que nunca se puede impedir que los ciudadanos se expresen libremente”.

Un joven que ondeaba una bandera española se acercó a la cola. “Yo estoy absolutamente en contra de este referéndum”, exclamó. “Muy bien tío, me parece genial, aquí precisamente de lo que se trata es que todos podamos dar nuestra opinión”, contestó otro. Dos mujeres mossos d'esquadra observaban toda la situación desde una esquina. Mientras, la cola en el colegio Eixemenis, que debe su nombre a un erudito catalán del siglo XIV admirado por los reyes de la corona de Aragón, produjo la mayor parte de su obra en Valencia y murió en Perpiñán, no paraba de crecer.

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