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“Libia está hoy mejor que ayer; y ayer, mejor que anteayer”

Sahar Bannon, viceministra libia de Justicia y Derechos Humanos.

Siscu Baiges

Barcelona —

La viceministra de Justicia y Derechos Humanos de Libia, Sahar Bannon, ha viajado a España para conocer cómo funcionan el sistema penitenciario y las cárceles. Bannon cree que es el país europeo más cercano al mundo árabe y que vivió una transición de una dictadura a una democracia como la que está viviendo ahora Libia. La viceministra tiene bajo su responsabilidad las posibles vulneraciones de los Derechos Humanos, tanto dentro como fuera de las cárceles.

¿Cómo está Libia hoy? ¿Está estable? ¿Es un país seguro?

Hoy estamos mejor que ayer. Y ayer, mejor que anteayer. Cada día que pasa ganamos un punto más, damos un paso adelante más.

El Gobierno controla la situación?

Sí, absolutamente, del todo.

¿Hay milicias descontroladas, que imponen su propia ley?

Esto era así hace tres o cuatro meses. Era una situación que daba un poco de miedo. Pero ahora los delincuentes están en la cárcel y los miembros de algunas milicias están incorporándose a las estructuras del Estado y reciben la formación adecuada. Este problema ya no existe.

¿Diría que la democracia está consolidada en Libia?

La democracia se establecerá definitivamente en Libia cuando haya una Constitución pactada por todos. Los diferentes puntos de vista se están acercando. Todas las facciones han visto que el caos perjudica a todos y se está empezando a establecer acuerdos.

¿Se respetan los derechos humanos?

Se respetan, pero la gente necesita más tiempo para diferenciar entre libertad y libertinaje. Son conceptos que deben entender correctamente.

¿Libia necesita todavía ayuda internacional? La necesitó para sacarse de encima a Gadafi.

El error más grande en el que podemos caer es creer que necesitamos ayuda internacional. Lo que necesitamos es formación de nuestros equipos de trabajo, a todos los niveles de la Administración.

Hay quejas de que todavía hay muchos elementos de la era Gadafi dentro de la Administración.

Deberíamos tener miedo si estuvieran unidos. Hay personas aisladas dentro de la Administración pero no están coordinadas entre ellas.

¿Qué papel juega la religión en la Libia de hoy?

Hace tiempo tenía un peso más notable, más fuerte, y estaba a punto de hacer mucho daño, pero la gente se ha dado cuenta de que la situación no podía seguir así.

¿Y en cuanto al papel de la mujer en la sociedad libia?

Ahora, la mujer va ganando espacios, abriéndose camino en nuestra sociedad.

¿La justicia funciona adecuadamente? ¿Se puede confiar, por ejemplo, en que Saif al Islam, el hijo de Gadafi, tendrá un juicio justo?

Antes y ahora los jueces han sido siempre bastante honestos. El aparato judicial podía tener algunas interferencias, pero ahora la Fiscalía General está haciendo su papel, la judicatura está haciendo su papel... Nos podemos fiar de su tarea.

Las asociaciones de defensa de los derechos humanos recogen las quejas de ciudadanos subsaharianos porque a menudo se les identifica con los colectivos de africanos de otros países que se pusieron al lado de Gadafi y eso pone en riesgo su integridad física...

No es correcta esa percepción. La mayoría de los que dicen que son maltratados o perseguidos por el color de su piel son inmigrantes que entran por la frontera sur y utilizan este argumento para defenderse. La mejor demostración de ello es que en nuestras cárceles el porcentaje de subsaharianos es casi nulo.

¿Qué ha descubierto, qué ha aprendido del funcionamiento de las prisiones, del sistema penitenciario español durante esta visita?

Hemos estado en Gran Bretaña, Portugal y Brasil. En España hemos visto cosas, metas a las que podremos llegar en un cierto tiempo. En las cárceles, los internos reciben un tratamiento muy humano que no hemos visto en otros países. Y eso es lo que quiero llevar a mi país. En esta estancia me han acompañado siete directores de centros penitenciarios libios y trece funcionarios de prisiones que también han venido a formarse aquí. Hemos visto cárceles muy modernas. Hemos visto cárceles muy viejas, pero que funcionan bien. Y esto puede trasladarse a mi país. Lo más importante, sin embargo, es la formación, debemos formar a nuestros trabajadores.

¿Qué hará cuando vuelva a Libia después de recibir esta formación?

Ahora sé qué me puede ofrecer la Agencia Española de Cooperación Internacional. Hay 26 prisiones que dependen del ministerio de Justicia. Todas tienen directores que no han ejercido antes esta función. Y hay un gran número de detenidos, de prisioneros. La ley penitenciaria que tenemos es muy antigua y no se ha actualizado. Por ello, lo primero que he pedido a la AECI es conocer la ley penitenciaria, la Constitución española y todo lo relacionado con los derechos de los prisioneros.

¿Cuáles son las cuestiones básicas que deberá afrontar?

La situación para nosotros es que las instituciones penitenciarias eran unos lugares donde los presos pasaban un tiempo y luego salían. La rehabilitación, la reeducación, la reinserción, que es lo que ocurre en España, no existía. El director del centro de jóvenes me explicó que todos los derechos que tienen los internos son muy parecidos a los que tiene cualquier persona que vive en libertad. La única diferencia es que se les priva del derecho a la libertad, conforme a la sentencia.

¿Qué referencias cree que son más válidas del sistema penitenciario español?

Lo que más me llama la atención es que en España los centros penitenciarios no sólo son responsabilidad del ministerio de Justicia o de Instituciones Penitenciarias, sino que también participan el Ministerio de Educación, el de Sanidad, el de Cultura... Lo primero que haré cuando vuelva a Libia será intentar involucrar a estos ministerios con el de Justicia y las instituciones penitenciarias.

Le espera mucho trabajo.

Tendré mucha gente que me ayudará, incluyendo los que me han acompañado en este viaje.

Y el turismo, ¿cuándo volverá a Libia?

Denos un poco de tiempo hasta que la situación se normalice por completo.

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