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Ripoll, a los seis meses de los atentados: “La gente quiere pasar página, eran nuestros vecinos”

Ripoll, a los seis meses de los atentados

Pau Rodríguez

Nadie podrá olvidar en Ripoll lo que sucedió los días posteriores al 17 de agosto de 2017, pero son pocos los que, seis meses después, quieren recordarlo. Al menos, ya no en público.

Ocho jóvenes de origen magrebí del municipio, que a ojos de los vecinos parecían integrados, formaron una célula yihadista con el imán Abdelbaki Es Satty que acabó con la vida de 16 personas en Barcelona y Cambrils. Los interrogantes sobre cómo pudieron radicalizarse sin que nadie se diera cuenta siguen abiertos, pero desde entonces las distintas administraciones, las entidades sociales o la mezquita intentan resolverlo lejos del foco mediático. Y mientras tanto, “la gente trata de pasar página. Eran nuestros vecinos”, comenta Núria Perpinyà, técnica de Convivencia del consistorio local.

Iftikhar, que regenta el bar del local social de Ripoll, y que tenía una relación cordial con algunos de aquellos jóvenes, constata que “la gente ya pasó su penitencia en agosto, cuando muchos tenían la necesidad de explicarse, pero ahora ya nadie quiere”. En parte, asegura, para facilitar la convivencia con las familias de los terroristas, que tras pasar unas semanas en diciembre en Marruecos para enterrar a sus hijos, siguen viviendo la mayoría de ellas en este municipio de 10.000 habitantes.

En el consistorio celebran que durante estos dos meses no se hayan vivido conflictos entre vecinos y familias, así como con la comunidad musulmana (que representa el 5% de la población). “No ha habido ningún episodio problemático, aunque no podemos descartar que ocurran, como por ejemplo que a los familiares les cueste encontrar trabajo”, expresa Perpinyà. Tampoco en el colegio, al que acuden varios de los hermanos de los jóvenes, han detectado episodios conflictivos.

“Sinceramente, no creo que podamos decir nada más de lo que dijimos entonces, ha sido muy doloroso”, comenta a este medio la hermana de uno de ellos. Los Abouyaaqoub, Oukabir, Alla, Hichami… están muchos de ellos bajo tratamiento psicológico, y aunque algunos, según cuentan los vecinos, se dejan ver por el pueblo, otros salen muy poco de casa.

También tratan de recuperarse los dos detenidos a los que se ubicó dentro de la célula yihadista pero que el juez dejó en libertad condicional. Se trata de Mohammed Aalla, que tenía a su nombre el Audi con el que su hermano Said y otros cuatro atentaron en Cambrils, y Salah El Kharib, propietario del locutorio en el que miembros de la célula compraron billetes. Este último ha vuelto a abrir el establecimiento tras varios meses cerrado, pero rechaza hablar de lo ocurrido. “Han pasado seis meses, ya sufrí bastante entonces”, rehusa.

Nuevo imán en la mezquita

También en la mezquita de la asociación Annour, en la que ofició las oraciones Abdelbaky Es Satty durante un año y medio, intentan pasar página. “No hemos tenido ningún problema en el pueblo, la gente tiene valores humanos y sabe que los atentados no tienen nada que ver con la comunidad musulmana”, explica Ali Yassine, presidente de la entidad, al salir de la pregaria del viernes, a las 14 horas.

Mientras se prepara para volver al trabajo, comenta que encontraron a un nuevo imán en octubre. De cerca de 60 años, vivió durante mucho tiempo en la localidad de Roses (Girona), donde trabajó casi siempre en el sector de la construcción. Añade Yassine que han pedido su certificado de antecedentes penales y que avisaron a la policía de su contratación, aunque los oratorios no están obligados a seguir este proceso.

A la mezquita, que soportó a finales de agosto una auténtica tormenta mediática, han vuelto a acudir algunos de los progenitores y tíos de los terroristas, pero Yassine explica que no hablan de sus hijos. “No quieren, ya tuvieron bastante con la prensa en agosto”, sentencia.

El plan de convivencia, en fase diagnóstica

Tras unos sucesos tan traumáticos como los de los atentados, en Ripoll empezaron a elaborar un plan de convivencia. Lo hacen sin prisas, asegura Perpinyà, para no desenfocar el diagnóstico, en cuya fase todavía se encuentran ahora. “Es un trabajo a largo plazo”, asegura. “Estos profesionales no somos expertos en radicalización, y además lo que ocurrió nos chocó mucho emocionalmente”, añade esta técnica.

El plan participan, entre otros, el Consorcio de Bienestar Social del Ripollès, el Ayuntamiento, la Generalitat, los técnicos de la zona, servicios sociales, los colegios, bibliotecas y el Punt Òmnia (el centro sociocultural para jóvenes en cuyas actividades participaron algunos de los terroristas meses antes). Su intención es que el proyecto de convivencia resultante sea “extrapolable” a otros municipios.

El alcalde Jordi Munell reivindicó recientemente el recorrido hecho en materia de integración de su localidad, pero a la vez dejó entrever que un plan de inclusión de futuro debe ir más allá de garantizar que los extranjeros accedan al “deporte”, a la “biblioteca” o al “trabajo”, cosa que sucedía, recordó, con los terroristas. Señaló la “formación de la identidad” como un aspecto clave para el arraigo.

Este es el interrogante que lleva planeando desde hace seis meses sobre Ripoll, un municipio que se pregunta cómo se radicalizaron unos jóvenes que, en su mayoría, habían pasado por el instituto, tenían trabajo y atendían a las propuestas del centro social juvenil. “Seguimos sin respuestas; estamos seguros que el imán les comió la cabeza, pero ¿cómo? ¿Y tan rápido?”, se cuestiona Iftikhar.

Esclarecer los contactos con el CNI

En su comparecencia para dar detalles del plan de convivencia, el alcalde Munell también anunció que el Ayuntamiento de Ripoll se personaría en la causa abierta por los atentados, por la que hay dos personas en prisión preventiva (además de los ocho muertos, entre ellos el imán). Se trata de Driss Oukabir, que alquiló la furgoneta que irrumpió en La Rambla y sobre el que hay “indicios” de que conociera el plan, y Mohammed Houli Chemlal, herido tras la explosión en el chalé de Alcanar.

La intención última de su personación es conseguir llegar “hasta el final” sobre la vinculación de Es Satty con el CNI. “Siempre tendremos una pregunta en mente: si alguien tenía información, se podría haber evitado? No pararemos hasta que haya una respuesta y pediremos responsabilidades”, manifestó Munell, muy crítico con el Gobierno central y el Ministerio del Interior durante su comparecencia.

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