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Sobre este blog

Adiós a las armas nace con el objetivo de contribuir a la construcción de un mundo más seguro, a través de la cultura de paz y el desarme, desde la investigación y difusión de los efectos perversos del militarismo y el armamentismo, prestando especial atención al comercio de armas, la financiación de las armas, el gasto y presupuestos militares, las fuerzas armadas, la industria militar, la Investigación y Desarrollo (I+D) de armamento, las operaciones militares en el exterior, con especial atención en el Estado español; también hacemos análisis de conflictos armados, el militarismo y armamentismo mundial y de las doctrinas de seguridad y defensa de España, la UE y la OTAN.

Adiós a las armas es un blog coral en el que escribimos investigadoras y colaboradoras del Centro Delàs de Estudios por la Paz, pero dónde también se pueden encontrar artículos firmados por autoras que hacen una lectura de los conflictos y las relaciones internacionales incorporando un análisis crítico desde la cultura de paz y la no-violencia.

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Dinero de sangre asiática en Europa

Moneda de un euro alemán, en Kaufbeuren (Alemania).

Jarron Kamphorst

Centre Delàs d’Estudis per la Pau —

¿De dónde vienen nuestras monedas de euro? Ya que pagamos cada día con ellas, esta no es una pregunta en la cual se piensa inmediatamente. Sin embargo, hay una historia detrás de ello. El día 24 de marzo el programa de televisión holandés Keuringsdienst Van Waarde (KVW) trasmitió un episodio acerca del tema y llegó a una conclusión bastante inquietante. La compañía surcoreana Poongsan Corporation que también fabrica bombas de racimo, produce gran parte de los cospeles para el euro. Lo cual significa que sus socios comerciales europeos indirectamente contribuyen a la producción de estas bombas que están prohibidas por una convención internacional.

En su informe anual de 2015, Poongsan declara que ‘como un reconocido productor de monedas de Euro, Poongsan no solo sigue suministrando cospeles al mercado de la Unión Europea, sino que ha ampliado su alcance con los cospeles de euro eslovenos en 2006, los cospeles chipriotas en 2007, los cospeles letones en 2013 y las monedas lituanas en 2014.’ En el mismo informe Poongsan se menciona que, de las ventas totales en 2015, unos 1.700 millones de dólares, un 36,8% fue obtenido de la división de productos de defensa (lo que supone 625,6 millones de euros). Además, se escribe que ‘Los productos de defensa de Poongsan incluyen municiones usadas en armas ligeras y pequeñas, cañones antiaéreos, morteros, obuses, cañones de tanques, cañones sin retroceso y cañones navales.’ Estas cifras inquietantes indican que Poongsan no es ‘el nuevo chico de la cuadra’, sino un pez gordo tanto en la industria de cospeles como en la militar.

Lo que Poongsan olvidó mencionar en el informe anual y en el catálogo online inglés, es que también produce bombas de racimo. Un tipo de bomba con bombas más pequeñas en su interior que explotan al alcanzar la tierra y que fue creada originalmente para causar la mayor cantidad de victimas posible, incluso civiles. Una bomba que fue prohibida por una convención firmada en Dublín en mayo de 2008 debido a las graves consecuencias humanitarias que conlleva. Casi todos los países de la Unión Europea son firmantes de la convención, aunque hay varios que no firmaron el tratado, entre los cuales se encuentra Corea del Sur. En el Artículo 1 de la convención se especifica que ‘cada Estado Parte se compromete a que nunca, y bajo ninguna circunstancia, ayudar, alentar o inducir a nadie a participar en una actividad prohibida a un Estado Parte según lo establecido en la presente convención.’ Esto significaría que hacer negocios con una corporación que fabrica bombas de racimo es un incumplimiento del tratado.

En The Cluster Monitor de 2015, Corea del Sur se menciona como un país productor conocido de bombas de racimo y que se sabe que desde el año 2000 el país asiático exporta este tipo de municiones. En el informe se puede leer que ‘en marzo de 2015, Corea del Sur incluso declaró que no transmitiría ninguna información en cuanto a las exportaciones de bombas de racimo y expuso que “la República de Corea no ha establecido una política moratoria”, acerca de exportaciones futuras.’ Esta declaración constituye una negligencia absoluta de normas internacionales y una falta de transparencia total.

PAX for Peace, organización holandesa que promueve la cultura de paz, incluye específicamente a Poongsan en su ‘lista de bandera roja’. Afirma que es sabido que la corporación produce K305, K308 y K310 155 mm proyectiles de artillería (todos

bombas de racimo) después de mayo de 2008 y que no hay prueba que desde entonces han dejado de producirlos. Ni Poongsan renunció públicamente a la producción y por eso tiene que ‘ser evitado hasta que cambie (públicamente) su política.’

Por teléfono Poongsan no quería confirmar a qué países suministra cospeles por ‘acuerdos confidenciales con sus clientes.’ Un comentario extraño dado que Poongsan sí comparte esta información en su informe anual cuando declara que Eslovenia, Chipre, Letonia y Lituania son algunos de sus clientes. Y en el episodio del KVW, empleados de Poongsan afirmaron mientras eran filmados en una feria comercial en Berlín que la corporación también hace negocios con Francia, España, Portugal y los Países Bajos. Después de la emisión, la Casa Real de la Moneda Holandesa prometió que nunca más haría negocios con Poongsan debido a su papel dudoso en cuanto a la producción de bombas de racimo. Obviamente cuando se les pregunta a Poongsan si fabrican bombas de racimo, mantienen los labios sellados.

La cuestión es muy sencilla. ¿Cuándo los países europeos involucrados en actividades de negocio con Poongsan dejarán de colaborar con esta corporación? ¿Con cuánta sangre quieren tener manchadas las manos las casas reales de la moneda europeas? La prueba muestra una imagen muy fea de las partes que colaboran con Poongsan, por no decir otra cosa. Tras contactar con la Casa Real de la Moneda Española por teléfono, no quisieron dar ninguna información acerca de sus proveedores por razones de ‘confidencialidad’. La segunda vez, declararon que obtienen los cospeles de varias fábricas europeas, pero que desconocían el nombre Poongsan. Un hecho curioso, porque los empleados de Poongsan sí recordaban los negocios de España con ellos.

En cualquier caso, debe estar claro que Poongsan ni puede ser un socio comercial potencial para ningún país europeo que ha firmado la Convención sobre Municiones en Racimo, sea España o cualquier otro país. En cambio, deberían seguir el ejemplo de Holanda y no participar más en ninguna forma de negocios con la corporación. Deben dar prioridad a los derechos humanos sobre dinero, porque el dinero de sangre no es una opción.

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