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Ada Colau se ve abocada a una cuestión de confianza para aprobar los presupuestos de Barcelona

Colau forzada a gastar uno de los cartuchos de la moción de confianza

Yeray S. Iborra

Las conversaciones sobre los presupuestos de Barcelona para 2017 parecen no estar encontrando la respuesta deseada para la alcaldesa, Ada Colau. Pese al anuncio este lunes de la voluntad de abrir diálogo con la oposición por parte del gobierno de Barcelona, los primeros contactos con CiU, ERC, Ciutadans, PP y CUP no han fructificado. Si el gobierno de la ciudad quiere tirar adelante sus primeros presupuestos propios –los del año pasado fueron una prórroga de los de Trias de 2015– parece abocado a una cuestión de confianza.

La cuestión de confianza, un mecanismo que sólo ha sido utilizado una vez, precisamente –y con resultado satisfactorio– por Convergència en 2013, permitiría a Colau hacerse con sus primeros presupuestos: una vez presentada la cuestión, la oposición tiene un mes de plazo para encontrar un nuevo alcalde para la ciudad y para presentar unos presupuestos alternativos. De no ser así, los números de Colau se aprobarían de forma automática.

El gobierno municipal, en situación de minoría pese al pacto entre BComú y PSC del pasado mayo, se ha visto acorralado en el pleno en las últimas grandes decisiones económicas de la ciudad; la oposición hizo que Ada Colau retirara su propuesta de ordenanzas fiscales hace unos días y ahora también se ha mostrado poco entusiasta respecto a los presupuestos planteados por el gobierno para 2017.

Si bien la oposición de Convergència ha sido férrea, todavía lo ha sido más la de ERC, que sigue reprochando a Colau que no haya cumplido con los acuerdos con los republicanos del año pasado. Tampoco gustó en el seno de ERC que el gobierno municipal descartara el trueque de presupuestos entre los de Barcelona y los de la Generalitat. ERC quería que BComú facilitara el 'sí' de CSQEP a Puigdemont en el Parlament. El segundo teniente de alcaldía, Jaume Collboni, respondió ante la oferta de Esquerra que su gobierno no sería “moneda de cambio”.

La opción de la cuestión de confianza sobrevuela el Ayuntamiento de Barcelona, pese a que el primer teniente de alcaldía, Gerardo Pisarello, insistió este mismo lunes –precisamente durante la presentación de los presupuestos– que la cuestión sería la última opción y que lo primero era la negociación. Con ese objetivo, el de negociar los presupuestos, el gobierno inició contactos con todas las formaciones del pleno a principios de esta semana.

La conversaciones con CiU, ERC y Ciutadans de este lunes no plantearon un escenario cómodo para Colau. Precisamente la oposición tiró en cara al gobierno municipal pocas ganas de negociar. Las reuniones de este martes con el PP o la CUP, que ni siquiera hizo ademán de negociación, tampoco fueron prometedoras: los anticapitalistas ya habían anunciado que cerrarían filas en torno a los manteros, que los últimos días han denunciado un incremento de la presión policial en plaza Catalunya. Según la CUP el gobierno municipal consideró correcto el dispositivo, lo que impidió progresos en la reunión. 

De nuevo, la aritmética

A su vez, el fantasma de un gobierno “alternativo” planteado por CiU tampoco parece cristalizar. De hecho, los problemas que han enfriado la propuesta de CiU para echar a Colau de la alcaldía son un argumento más para el gobierno para someterse a una cuestión de confianza.

La intrincada aritmética del pleno de Barcelona ha hecho inviable en los últimos días un pacto de CiU con el resto de formaciones de la oposición para plantear otro gobierno. Si bien los autores de la propuesta, Convergència, han iniciado contactos con los diferentes grupos, este miércoles el líder de los republicanos, Alfred Bosch, ha hecho constar la “falta de entendimiento respecto a las soluciones” para Barcelona entre su partido y el de Trias. Bosch ha cuestionado el futuro de la propuesta de Convergència de un gobierno alternativo, que pasaría por buscar el apoyo de la CUP, Ciutadans y el PP. O una salida, ya descartada por Collboni, del PSC del gobierno de la ciudad.

Por su parte, los partidos unionistas del pleno, Ciutadans y PP, ya habían dejado entrever hace unos días que no harían alcalde a nadie que “quiera romper con España”, en referencia a CiU y ERC.

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