Diarios 'light'

La fascinación tradicional de los diarios impresos por el populismo y las historias fáciles de la picaresca explica en buena parte la atención desmedida que se ha dispensado a la farsa cortesana de Francisco Nicolás Gómez. Es decir, el “pequeño” personaje -mayor de edad desde hace dos años- que ha crecido a la sombra de los poderes de Madrid y que la justicia investiga por los presuntos delitos de estafa, falsedad documental y usurpación de funciones.

La misma fascinación acompaña la entrada en escena como figurante de su amiga Isabel Mateos, bautizada por el mismo joven con un mote de sus atributos delanteros. Un diario tradicional como La Vanguardiaya la ha proclamada “reina de la noche”, a propósito de su debut televisivo, sensible al reclamo de la notoriedad de que hablaba en el artículo anterior.

La apuesta populista de unos diarios cada día más ‘light’ se ha multiplicado desde el estallido de esta larga crisis. Abundan las páginas de famosos y supuestas celebridades, mal tituladas de “Gente”, en los periódicos más serios, siguiendo la estela de los programas más vistos de la televisión. Con una personalización creciente de la información, atención a detalles y anécdotas, lujos y chismes. Dejándose arrastrar por la vulgaridad del lenguaje y las expresiones de este submundo audiovisual.

Como si hubieran necesitado este suplemento de noticias efervescentes y digestivas los lectores y suscriptores que han ido resistiendo y continúan salvando los periódicos impresos de la caída de las cifras de difusión y audiencia. Por el contrario, ni su abundancia ni el aligeramiento persistente de los contenidos no acaban de detener la bajada en un tobogán que cada vez es máscorto.

La opción de reforzar el interés público, la profundidad, el rigor y la autoexigencia informativa no parece que sea considerada por el periodismo impreso ni siquiera como opción de supervivencia. Ni siquiera como expresión de respeto por los lectores y suscriptores que aún mantiene.