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Maruja Torres: “Hay que volver a sentir el olor de los lugares”

Cristina Carbonell

“Tengo la sensación de que él lo que realmente quisiera es ser escritor”, me comentaba un día de un compañero de profesión una amiga periodista. Yo le respondí que probablemente a muchos periodistas les gustaría ser escritores. Más allá de esto, sin embargo, una realidad casi indiscutible es que los periodistas lo son porque les gusta escribir. Y no es extraño, pues, que haya muchos periodistas que hacen ficción también.

BCNegra, la semana de la novela negra, reunió ayer en la mesa redonda “Doble personalidad: periodistas diurnos, novelistas nocturnos” tres periodistas que han sacado novela en el último año. Berna González Harbour (Verano en rojo, RBA, 2012), José Sanclemente (Tienes que contarlo, Roca, 2012) y Maruja Torres (Sin entrañas, Planeta, 2012). También tenía que estar Ignacio Escolar (31 noches, Suma de Letras, 2012), que no pudo asistir por gripe. Periodistas y escritores que transmutan la personalidad en la medida en que transitan entre dos modos de contar la realidad. Una desde la precisión y la otra desde la creatividad. Berna González Harbour matiza que no basta con dos personalidades, que para explicar la realidad el punto de vista es diverso y cambiante –como en este momento, que no es ni la periodista ni la novelista, sino la que viene a hablar–, “el mejor psicópata también se disfraza para cometer los mejores crímenes”.

La realidad pura y dura, la que inspira el periodista, “entristece”, dice Gónzalez Harbour, es una “realidad para sufrir” y pide tragos de whisky, pero quizás también por eso existe otra realidad, la de las novelas, que es “para disfrutarla, para disfrutar leyendo”. El alcohol, al igual que la literatura, sirve para descomprimir. Vías de escape hacia mundos más ingrávidos.

Son un ejemplo los personajes de la novela de Maruja Torres, que “chorrean alcohol”. Así pues, ¿los periodistas y el alcohol son indisociables? Por lo que dice Torres, podríamos decir que el periodista utiliza el alcohol con varias finalidades, y Sanclemente explica que hay la copa terapéutica, en contra de la oscuridad de la realidad, pero también la copa de la alegría, para celebrar que el periodismo también sirve para dar luz a esta oscuridad impuesta. Y la copa táctica, la que se hace para sacar información. Que no se piense todo el mundo, sin embargo, que solo el alcohol caracteriza los periodistas, “también nos vamos a la cama con gente”, confiesa Torres. Y sí, también hay relaciones amorosas. Historias de amor intensas y apasionadas y tensiones sexuales no resueltas, al estilo de los protagonistas de Luz de luna y Expediente X. Que en definitiva son las que enganchan. Por lo menos a los lectores. Todos los ponentes coinciden. Todo esto aparece en las novelas escritas por periodistas y que tienen periodistas como protagonistas.

Ahora bien, de la cama se pasa a la crisis de la profesión. Porque también de eso hablan sus libros. De diarios a punto de cerrar, de EREs y precariedad. Escenarios de la España que estamos viviendo. Con todo nadie se atreve a ser pesimista, no es cosa de periodistas. Sí lo es ser crítico. González Harbour afirma que “el periodismo no desaparecerá, porque es necesario y siempre habrá buenos periodistas, lo que desaparece es el modelo de negocio”. “Pero quien dijo que estábamos allí para ganar dinero?, Quien dijo que estábamos allí para crear grandes grupos, grandes empresas; pues no, el periodismo fue, es y seguirá siendo lo que es, vocación, de muchísimas personas que queremos explicar la realidad, y ello a pesar del tsunami que estamos viviendo resistirá”, enfatiza.

Y este también es el mensaje del libro de Sanclemente: que el periodismo es posible a pesar de la crisis nunca vivida de la profesión. El título, Tienes que contarlo, ya es un grito a la voluntad de hablar de lo que está pasando. Y es que, como dice Maruja Torres, “sin el periodismo la sociedad es peor”. Muy bien que lo saben Rajoy y sus secuaces, que no dejan que en las ruedas de prensa los periodistas hagan preguntas, no sea que... La Torres ya se ha terminado la copa (el vaso de plástico), no se muerde la lengua –nunca– y se pregunta indignada cómo es que ningún periodista no se planta ante esta coerción a su trabajo. El contrapeso que debe ejercer el periodista en este tipo de abuso de poder debe continuar existiendo. Si no, el periodismo deja de tener sentido. Se critica esto, y también se critican los refritos que se hacen con las informaciones, por culpa de la exigencia que impone la inmediatez y de la falta de recursos. “Falta recreación en la escritura” y que se vuelva a sentir “el olor de los lugares” cuando se lee un artículo.

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