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El circo como tradición social

El Dorado /Edu Bayer

Toni Polo

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Cada año, desde hace 17, el Circ d’Hivern ilumina Barcelona desde lo alto. El Ateneu Popular de 9 Barris acoge la obra creada para la ocasión. No se trata de un espectáculo como el del Cirque du Soleil que, con todos sus fastos millonarios y sus impresionantes y fascinantes números, se intstalará también en la ciudad acaparando la (merecida) atención de los medios de comunicación. El esfuerzo, la calidad, la fantasía, son similares. Estamos ante grandes, grandísimos artistas. Pero el Circ d’Hivern del Ateneu representa ya una tradición de nuestra ciudad forjada a fuerza de lucha y de ilusión. Es el resultado de años de pasión desinteresada por el circo.

En 1996, con muy pocos recursos y con toda la voluntad, nació Esplèndid, que fue el primer espectáculo de sala de medio formato en nuestro país. Siguieron Fantàstic, Zog, Celobert, La Terra és blava com una taronja, Casaboja, Ulls Clucs, La Plaça dels Prodigis, Klezmer, Rodó, Sara, Click, Oniricus, Limbus, Circumstàncies y Maravillas. Después del exitoso paso de este último espectáculo por el Mercat de les Flors, forzado por las obras en el Ateneu, el Circ d’Hivern regresa a Nou Barris con El Dorado, la obra escogida en concurso por la Comisión Artística del Ateneu, formada por gente del la entidad y por miembros de anteriores espectáculos, que llevarán a cabo un trabajo de asesoramiento artístico durante la creación de la obra.

Espectáculos inéditos y de calidad

Las condiciones son claras: “Se trata de ofrecer un espectáculo de sala (la del Ateneu, claro) para todos los públicos (sin huir de lo experimental), inédito y creado por un equipo de artistas formado específicamente para la realización de esa obra”, explica Toni Llotja, coordinador del Ateneu. “Se trata de ofrecer una aventura nueva cada año”. Y de dar oportunidades a artistas cercanos, noveles pero experimentados. Se presentaron nueve propuestas sobre el papel de las que salió elegido el proyecto ideado por el argentino afincado en Barcelona Emiliano Sánchez Alessi. La idea es que en algo más de un mes, entre septiembre y octubre, se haya concretado un espectáculo de circo que se ensayará y se entrenará en La Central del Circ y que, durante el último mes (diciembre), se trasladará al Ateneu. “Antes es imposible porque la programación de la entidad, que incluye conciertos, teatro y representaciones de lo más variado, mantiene ocupada la sala”, especifica Llotja.

Las propuestas seleccionadas suelen variar de estilo de año en año. El Dorado es una obra muy dramatúrgica, poética, nada que ver con el circo de la Familia Bolondo que el año pasado maravilló (nunca mejor dicho) con Maravillas, en el Mercat de les Flors. La función de este año nos traslada a un hotel abandonado, olvidado, más bien, en medio de la nada y habitado por unos personajes curiosos, extraños, misteriosos. “Mi referente es David Lynch, un americano europeo, con un universo misterioso y onírico”, explica Emiliano, creador y director del espectáculo. “Trato de contar una historia a través del circo-teatro, contemplando un lugar en el que suceden cosas sin que nadie se entere. Viene a ser una road movie con elementos extraños: un fantasma, una lluvia de medusas, un amnésico... Apelamos mucho al absurdo, aunque sin abusar”.

Lectura y mensaje

La lectura dramática no es fácil, ni pretende serlo. Junto con los números aéreos, acrobáticos, equilibristas, manda el tono coreográfico y gestual. “No es primordial que se entienda el mensaje, que viene a ser que no hay que abandonar los sueños que se tuvieron”, aclara Emiliano. Leticia García, Eva Szwarcer, Fernando Melki, Juana Beltran, Jeremías Faganel y el propio Emiliano Sánchez Alessi dan vida a un conserje que no dice ni mu, a una chica misteriosa que esconde muchas cosas, a la camarera de un restaurante que no existe, a un alocado equilibrista y a una bella muchacha (¿una fugitiva?) que acogerán en El Dorado a un astronauta que les invitará a soñar. “Estos tipos curiosos reciben la visita de alguien que está más loco que ellos, un astronauta que los fascinará y les insinuará que otra vida es posible”.

Soñar. Esa es, quizá, la esencia del circo. Un espectáculo apto para pequeños y para mayores. “El contacto con los niños es importante, porque ellos no atan pistas, como los adultos”, dice el director, “pero sacan sus propias conclusiones, lo ven como un espectáculo más visual que racional”. Y funciona perfectamente. “Hay un trabajo escrito que es como un disparador, la base a la que agarrarnos, pero cada artista tiene su espacio por crear dentro del marco general”, explica Emiliano, con quien ha colaborado en esta función el dramaturgo Carles Fernández Giua.

Una historia de lucha ciudadana

“otra vida es posible...” De alguna manera, el Circ d’Hivern recoge el espíritu de lucha del Ateneu Popular de Nou Barris, un enclave cultural en este distrito periférico de Barcelona que fueron nueve barrios y que ahora son 14 y cuya lucha empezó hace 35 años. “En los ‘70, el teatro de calle tenía mucha importancia en Barcelona”, recuerda Toni Llotja. “Surgieron grupos como La Fura dels Baus, Comediants...” En 1977, la ocupación por parte de unas 200 personas de una fábrica de asfalto para la construcción de las rondas de la ciudad, que era una instalación obsoleta cuyo cierre hacía años que se les había prometido a los vecinos, derivó en la creación de un ateneo popular que se ha convertido en un referente de equipamiento cultural municipal gracias a la intervención apasionada de vecinos y artistas, que se volcaron en una actividad cultural y solidaria, desoyendo en su día falsas promesas políticas. La promoción del circo y de las artes parateatrales fue, desde el principio, uno de los ejes vertebradores de un proyecto que ha resistido más de tres décadas.

“El circo ha sido la seña de identidad del Ateneu y el Circ d’Hivern es la consolidación de ese concepto que surgió hace tantos años”, comenta Llotja. Los logros durante todo este tiempo son evidentes: el propio espectáculo anual que, después, suele encontrar bolos fuera de Barcelona, la Escuela Rogelio Rivel, la creación hace tres años de la Central del Circ, un espacio reivindicado largamente... “Pero esto sigue sin ser Francia, donde hay una potente escuela de circo en cada ciudad de más de 300.000 habitantes. NI, mucho menos, Canadá”, acepta, admirado, el coordinador de la Associació Bidó (en referencia a los bidones de alquitrán de los principios), gestora del Ateneu.

Una arriesgada campaña contra el 21% de IVA

El Circ d’Hivern, coherente a su trayectoria de lucha y solidaridad, combate abiertamente la subida del IVA del 8% al 21% para hacer viable la próxima edición, actualmente en peligro por la actitud del Gobierno. “Nosotros decimos que la cultura no es un lujo y, por eso, no subimos el precio de las entradas (12 € adultos, 6 € niños hasta 14 años) y hemos decidido absorber parte de este impuesto”. El riesgo económico de esta medida es grande, por eso han abierto canales de microdonaciones en persona o a través de ingresos, “para hacer posible que la cultura no deje de ser un derecho”.

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