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Una carcajada improvisada

Juan Luis Cano (izq.) y Guillermo Fesser, Gomaespuma.

Toni Polo

Había una vez dos tíos que charlaban por la radio, que hacían cachondeo de todo, que inventaban personajes, que se reían de todos (empezando por ellos mismos, si no, no habría tenido gracia), que entrevistaban gente anónima y a excelentísimos ministros, que todo se lo tomaban con humor. Y charlaban, y charlaban, y charlaban. De eso hace casi 30 años. Ahora, lejos de la radio y sobre un escenario, siguen haciendo lo mismo: charlan, charlan, charlan. Y la gente también sigue haciendo lo mismo: ríe, ríe, ríe. La fórmula de Gomaespuma, Juan Luis Cano y Guillermo Fesser, funciona. Seguramente, porque detrás de sus hilarantes y presuntamente inocentes discursos la gente se reconocía Y se sigue reconociendo. Porque lo que hacen es hablar a la gente de la misma gente, de sus problemas, de sus pasiones, de sus cosas, en definitiva.

Andreu Buenafuente les ofreció hacer su show Nadie sabe nada, que él y su fiel Berto estrenaron en el mismo teatro BARTS hacia la Navidad. Gomaespuma era la pareja ideal para llevar a cabo un espectáculo de improvisación y humor. Y se han apalancado en el teatro del Paral.lel (sólo hasta el 14 de julio) después de estrenarse en Madrid con bastante éxito. La función consta de tres partes en las que los dos protagonistas hablan entre ellos, comentan noticias publicadas en la prensa del día y responden a preguntas que los espectadores les han dejado escritas al entrar. Y, además, aunque muy poco aprovechado, cuentan con la colaboración del guitarrista Chicuelo (“ha dejado plantado a Poveda para estar con nosotros”, presumen los cómics).

El principal punto a favor que tiene el espectáculo es que cuenta con un público totalmente entregado. Tanto, que en el primer minuto Fesser reconoce que le ha cogido un cariño extraordinario, “como a los perros”. No es para menos, dado que los espectadores son mayoritariamente fans incondicionales, lo que quiere decir que están dispuestos a reír, a menudo, aunque no toque, y exagerando la carcajada, como para hacer ver que han reído, que lo han “pillado”.

A este respecto, hay un detalle que puede pasar inadvertido pero que está ahí: ¿capta el público catalán, por muy forofo que sea de Gomaespuma, todos los matices de las disquisiciones de los actores? No estoy muy seguro, igual que nunca lo he estado de que en Madrid, por ejemplo, saquen todo el jugo del humor de Buenafuente. La globalización difícilmente resolverá esta cuestión (que, por otro lado,tampoco creo que sea un problema).

Lo cierto es que en el escenario hay motivos constantes para reír. Y cada día serán diferentes motivos. Cosas de la improvisación. En el estreno, por ejemplo, les salió algún guiño al duque de Palma, o a Gallardón (“aquellos pelos que cuando salen de la piscina ya están secos”), pero no hablaron de Wert, el ministro de moda. Aún así, aseguran que no tendrán ningún reparo en hacerlo si, por ejemplo, alguna de las preguntas del público se refiere al ínclito político: “Que se vaya lejos, pero lejos del mundo”, dijo Juan Luis Cano en la presentación. “Es el peor ministro que ha dado la historia del mundo”. Así, sin contemplaciones. El humor lo permite todo. Incluso, si toca, hacer cachondeo con el derecho a decidir...

Quizás lo que hacen ellos es lo que no hace la prensa. “La prensa es el reflejo de lo que está pasando y lo que está pasando es una mierda”, dice Cano. “No se contrata a periodistas, se malpaga a gente”, añade Fesser, licenciado en Periodismo. Los mensajes que transmiten ellos están lejos de los que, a veces, tienen que dar los medios de comunicación. Ellos hablan de lo que se habla en los bares, es decir, de la realidad. Y la realidad es el terreno de Gomaespuma, aunque lo tengan que maquillar con humor. Para que pase bien y para que los que puedan sentirse aludidos, puedan ocultar su vergüenza detrás de una sonrisa.

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