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Itziar de Lecuona: “El cuerpo humano no debe ser objeto de tráfico”

Itziar de Lecuona, investigadora Observatori de Bioètica i Dret

Caralp Mariné

Barcelona —

La OMS calcula que uno de cada diez trasplantes de órganos en el mundo proviene del tráfico ilegal. El tráfico internacional de partes del cuerpo humano es un mundo complejo en el que hombres y mujeres en situación de pobreza se plantean vender sus órganos para ganar dinero y donde enfermos se cuestionan si acudir a este mercado negro ante una situación desesperada. Itziar de Lecuona, profesora del departamento de Salud Pública de la UB e investigadora del Observatorio de Bioética y Derecho, participará hoy en un debate organizado por Medicus Mundi Cataluña y Farmacéuticos Mundi, donde se discutirá sobre si el tráfico de órganos es consecuencia o no de las desigualdades que se viven a nivel global.

España está a la cabeza a nivel mundial en número de trasplantes y donaciones. En 2014 la tasa de donaciones era de 36 donantes por millón de personas y se hicieron 4.360 trasplantes.

Tenemos una legislación que se basa en la idea del consentimiento presunto, es decir, todo el mundo es donante a menos que digas lo contrario, y esto se aplica en el donante cadáver, es decir, una persona muere y es donante, el que pasa es que siempre se pregunta a la familia si lo quiere o no. La otra situación es que entre vivos yo puedo dar un riñón a mi madre o a mi hermano, eso la ley lo permite, en determinadas condiciones. Un comité de ética debe evaluar el grado de autonomía, verificar que esa persona está haciendo de manera autónoma esta donación y luego lo tiene que autorizar un juez. Estamos hablando de personas que están relacionadas entre sí, que tienen una relación directa y esto se permite si es entre familiares. Nosotros tenemos un modelo que ha sido de alguna manera referencia a nivel mundial, es por esta regulación y porque tenemos el coordinador de trasplantes, que es una figura que está permanentemente buscando órganos para ser trasplantados en estas condiciones de seguridad, altruismo, solidaridad y, sin ningún pago y sobre todo, bajo la idea del anonimato. Tú no tienes que conocer quién te da el órgano y sólo puedes romper este anonimato en el entorno familiar.

¿Qué entendemos por tráfico de órganos? ¿Una célula organizada que se dedica a la compraventa de órganos y también una persona que paga por recibir un órgano de un conocido?

El clásico ejemplo de explotación de personas en este ámbito es aquella persona que tiene dinero y que compra un órgano al que no lo tiene. Entonces esa persona no es autónoma, no le queda otra opción y se queda con unas condiciones de mayor desigualdad todavía. Este es el clásico tráfico que sería un delito, sería lo que hay que perseguir a nivel internacional. Y el otro debate, que yo creo que se debe replantear, es aquel que habla de personas que están en un mismo nivel económico y establecen una compra-venta. ¿Todo se puede comprar y vender? ¿El cuerpo humano, las muestras, los tejidos, partes de órganos u órganos deben ser objeto de compra venta? Este es el otro debate.

¿Cómo afrontamos este debate cuando una persona dice “es mi cuerpo, yo decido si dar o no un órgano y cobrar por hacerlo porque necesito dinero y estoy en una situación desesperada”, desde un punto de vista ético?

Tenemos un punto de partida que es el respeto por la clásica dignidad humana, que cada uno de nosotros entiende cómo quiere entender, y es lícito. Y desde la protección de los derechos humanos. Aquellos países que no tienen un marco legal, una protección en este sentido, es allí donde irás a buscar estos órganos, pero también en nuestro contexto. Debe haber una concienciación de lo que significa la persona, sus derechos y entender que el cuerpo humano no debe ser objeto de tráfico. ¿Qué derechos se verían afectados cuando yo pongo sobre la mesa un dinero que parece que lo pueden comprar todo?

Se calcula que del total de trasplantes de órganos en el mundo, al menos un 10% se realiza de forma ilegal. ¿Es aún mayor la magnitud de este problema?

Datos concretos no tengo, pero soy consciente de que cada vez hay más tendencia a pensar que todo se puede comprar, entonces claro, la magnitud del problema es mayor. Hay una mentalidad de que no es que haya determinadas partes del cuerpo que nos planteamos si se pueden comprar, es que ya estamos discutiendo qué precio le ponemos, eso me parece grave. Si para participar en un ensayo te pagamos 300 o 400 euros, si tengo que pagar por una intervención en el ámbito sanitario... el precio está sacando a la superficie una tendencia que plantea un problema grave.

Conocemos los casos como el de Oscar Garay, un español a quien después de rechazar un trasplante de hígado, viajó a China y logró la operación pagando 130.000 euros. Él decía: “es esto o morir”. ¿Qué riesgos conlleva el turismo de trasplantes?

Desde la vertiente ética pienso que también es importante ligarlo a la vertiente científica. El caso de Oscar Garay es el caso de un señor que se va a China, un lugar donde no hay una protección de derechos humanos fuerte, que está dispuesto a comprar un órgano con su dinero en una situación de inseguridad total. Claro, las personas también debemos aceptar que científicamente hay unos límites, si nosotros no podemos ser candidatos a una lista de trasplantes esto se debe aceptar. Es muy duro lo que estoy diciendo. No por tener dinero significa que te salvarás, porque quizás te trasplantarás, explotado una persona y tú también morirás, porque claro, ya no hay alternativas para ti. Esta vertiente de carácter científico y técnico la ciudadanía también debe conocerla. En Garay, además, cuando vuelve al sistema sanitario nuestro, vuelve con una situación de inseguridad. De, ¿qué le habrá pasado? ¿qué órgano le habrán trasplantado? Esto no puede ser, se rompe la cadena de seguridad y de sanidad pública.

¿Qué le deberíamos decir al paciente desesperado que necesita un trasplante y al que se le ha negado y que esté pensando en viajar en busca de un órgano?

Pues eso, que todos tenemos los mismos derechos y lo que no podemos estar dispuestos es, porque yo tengo dinero y aquellos no, quitar una parte del cuerpo del otro. Que no es sólo sacar una parte del cuerpo, esa persona no está siendo libre para decidir. Estás afectando otra vida para salvar la tuya sin tener las garantías de que sea cien por cien una salvación.

¿El motivo que lleva a gente con dinero a comprar órganos para salvarse es la falta de órganos?

Es que la falta de órganos es por definición una falta que siempre existirá. No hay órganos para todos y no todo el mundo puede ser candidato a un trasplante, este es el problema. No es: yo tengo dinero yo puedo comprar. ¿En qué condiciones y hasta donde estoy yo dispuesto a, por salvar mi vida o la de un familiar, acabar con la vida de otro? Porque claro, aquellas personas a quienes les quitan un órgano no están en condiciones de seguridad, con una sanidad y con un seguimiento adecuados. Y todos sabemos que dar un órgano no es inocuo, se necesitan controles permanentes. Y si tienes dos riñones y te quedas con uno, eso te condiciona la vida.

Está relacionado con el debate de primer y tercer mundo o el debate de ciudadanos de primera con dinero y ciudadanos de segunda con pobreza.

Estamos en un momento en que la tendencia es, en la línea de Michael Sandel y otras personas que tienen una voz en este debate, que todo se basa en el dinero, es decir, estamos pasando de la economía de mercado a la sociedad de mercado. ¿Todo tiene un precio? No. ¿Si tengo dinero puedo comprar la vida de otro? O, ¿puedo afectar la vida de otro? No, esto no funciona así. Ni con los países en desarrollo ni pienso que en el contexto de crisis que vivimos entre nosotros. El ejemplo es, si se tendría que pagar o no la sangre. Es decir, todo el mundo estaría dando sangre, porque si estamos necesitados de dinero y das dinero no hay capacidad para decidir.

En países subdesarrollados donde el tráfico de órganos es un problema importante, ¿a qué causas se debe? ¿Es la falta de recursos o también falta de regulación?

Claro, por un lado esta la desigualdad social y económica que nos afecta a todos en todos los ámbitos, pero claro, allí donde no hay un marco legal estatal es donde irás buscar órganos. El primer paso es una respuesta internacional. Este tráfico de partes del cuerpo humano también se engloba en una dinámica de crimen organizado o de tráfico de personas o de tratamiento de personas de manera ilegal, es eso contra lo que hay que luchar.

El Consejo de Europa con la Organización Mundial de la Salud ha impulsado un convenio contra el tráfico de órganos que España y otros países ya han ratificado. ¿Qué cambio supone?

La idea es que, sale del Consejo de Europa, que es un referente en la protección de los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho, pero están invitados a firmarlo países que no forman parte del consejo de Europa, por ejemplo, Pakistán u otros países donde este es un problema principal, allí donde los ricos van a buscar órganos a los pobres.

Ratificar es una manera de mostrar voluntad para cambiar las cosas pero, ¿es muy ambicioso pensar que en algunos países, como India o Pakistán, esto hará que se tomen medidas reales?

Creo que el primer interesado en proteger a sus ciudadanos debe ser un estado, y estamos hablando de explotación de personas y de muertes por esta situación. El estado debe luchar para defender los derechos de sus ciudadanos. Ahora, en condiciones de pobreza, de violencia, todas estas prácticas son más fáciles de llevar a cabo, por lo que la respuesta internacional es absolutamente necesaria, para establecer unos estándares de protección mínimos. Y porque también estamos en un momento en que la gente se mueve en función de estos intereses sanitarios, entonces, es una necesidad de carácter global.

¿La ratificación por parte de España ha supuesto un cambio en la legislación estatal?

España se compromete a luchar contra el tráfico de órganos y si tiene que modificar algún punto del Código Penal o debe hacer algo en este sentido, habrá que hacerlo. En nuestro estado ya es una cuestión que está perseguida. Pero este compromiso a nivel internacional tiene esta vertiente de seguimiento, de colaboración internacional y de manifestar que los estados, a nivel internacional como comunidad, se comprometen a ello.

¿Tenemos suficiente información al respecto, el discurso pedagógico hacia este tema está suficientemente expandido?

Puede parecer muy naif pero pienso que si a la gente no se la forma en esta teoría de la protección de la persona y de sus derechos, es como el derecho a la intimidad en la era del Big data o de Facebook, si no tenemos cuidado de esto nosotros mismos, todo es posible. Y también comernos entre nosotros sería posible, ¿no? Hemos estado muchos años luchando a favor de esta idea de que el cuerpo humano y sus partes no deben ser objeto de tráfico, que el primero es el ser humano.

¿Como debemos hacerlo?

Debe haber un trabajo de políticas y regulación y otro que es preguntarnos: ¿el ciudadano qué concepción tiene de todo esto? Existe esta obligación de los profesionales de velar por esa seguridad y de luchar contra prácticas ilícitas y también el ciudadano debe construir una idea de todo esto. Pensando que no sólo se trata de que se proteja a la persona o su familia, los demás también tienen los mismos derechos.

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