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Un centro en Calais permite a los jóvenes refugiados recuperar la infancia

Un joven en el campo de refugiados de Calais

Blanca Blay

“El campo está saturado, hay cerca de 10.000 personas alojadas y la densidad es muy elevada. Son personas que se encuentran atrapadas entre autopistas con vallas y la policía”. Así describe la situación en Calais Grégoire Bonhomme, responsable del centro juvenil que Médicos Sin Fronteras (MSF) tiene montado desde julio para menores no acompañados.

En la Jungla, nombre con el que se conoce el campo de refugiados en esta localidad francesa que conecta con el Canal de la Mancha, se calcula que hay entre 600 y 800 menores no acompañados, es decir, menores que viajan solos en busca de un lugar seguro.

“Los niños son la primera víctima, estamos hablando de menores no acompañados, jóvenes que no tienen ningún referente, nadie que les apoye, que les ayude a tomar decisiones. Quizás su plan era ir a Inglaterra y ahora están aquí desde hace siete u ocho meses sin poder moverse y sin poder reencontrarse con ningún familiar”, explica a El Diari de l'Educació Bonhomme.

Es el caso, por ejemplo, de Samir (17), que huyó de Siria tras resultar herido. Hace nueve meses que espera poder reunirse con su hermano en el Reino Unido. Samir huyó de Siria, como su hermano, a través de Turquía. Ha pasado por Grecia, Serbia, Montenegro y Alemania, jugándose la vida y durmiendo al raso.

Aunque según la legislación francesa y europea los menores no acompañados deben recibir protección, alojamiento seguro y acceso a la atención sanitaria, la realidad es otra. “El gobierno no les protege...Si no, no estarían aquí, a menudo sin duchas o sin unas condiciones sanitarias adecuadas”, explica Bonhomme. A los que quieren quedarse en Francia -a diferencia de Samir- les resulta muy complicado acceder al servicio de protección a la infancia nacional ya que los servicios están desbordados debido al número de peticiones.

Un espacio dentro pero 'lejos' del campo

Ante este desamparo, desde principios del verano Médicos Sin Fronteras (MSF) montó en colaboración con otras organizaciones como Refugee Youth Service (RYS) un centro especial para menores no acompañados, ya que ahora MSF -presente en Calais desde 2015- se centra en salud mental y en este grupo de menores. “Más allá de las necesidades educativas, estos jóvenes necesitan protección y guía sobre cómo utilizar su tiempo en el campo de forma constructiva”, explica RYS sobre su proyecto.

El centro para menores no acompañados montado en verano ayuda a los niños y jóvenes a tener un espacio que se sienten suyo, aunque sea sólo por un tiempo. “Cuando vemos a los niños en el centro tienen mucha energía y están muy contentos de tener un espacio para poder jugar. Ahora bien, si vas más allá y miras más en profundidad, los niños están cansados, cansados del viaje, de lo que están experimentando, frustrados también de estar atrapados y estar aquí en Calais”, asegura este profesional de MSF.

En el centro, los jóvenes pueden asistir a algunas clases y realizar actividades o participar en juegos, pero también pueden recibir atención psicológica, gracias también a los traductores que MSF tiene tanto para el árabe como el pashtun, por ejemplo. “Estamos haciendo consultas individuales y también grupos de discusión donde pueden hablar de su experiencia. También hacemos grupos de terapia e intentamos hacer actividades para crear un vínculo de confianza, para que se conozcan el campo y entiendan su situación”, explica Bonhomme.

“Psicológicamente se encuentran en un estado de total inseguridad y de estupor emocional, es decir, han perdido la capacidad de pensar, de construir proyectos. Les ayudamos a construir su proyecto migratorio”, explica Joelle Vernet, psiquiatra de MSF.

“La idea de nuestro centro es que los niños puedan ser niños, puedan jugar a deportes, con niños de su edad, y hacer actividades”, resume Bonhomme sobre esta iniciativa.

El número de menores solos se cuadruplica

Según datos oficiales, más de 88.000 menores no acompañados pidieron asilo en países de la Unión Europea en 2015 -una cifra que multiplica por cuatro las cifras anuales entre 2008 y 2013-. Del total de peticiones hechas el año pasado el 90% eran hombres y la gran mayoría adolescentes ya que más de la mitad tenían 16 y 17 años y sólo un 13% se correspondían a menores de 14 años. Las peticiones de asilo de los menores de edad supusieron un tercio del total de peticiones de asilo que se hicieron por primera vez en la UE el año pasado.

Ahora, explica Bonhomme, el gobierno francés se ha comprometido a tener espacio para acoger unos setenta menores en los próximos meses. Preguntado por cómo cree que evolucionará la situación en Calais, el joven se muestra más bien escéptico de cualquier mejora: “si se desmantelará el campo o no y qué pasará en un futuro, esto es incierto para todos, lo que es probable es que seguirá llegando gente”.

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