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“Los valores en los que creemos en la escuela no son siempre los que imperan en la sociedad”

La directora Eva Chacón, delante del huerto de la Escola de Bosc / Ana Inés Falcone

Jordi Molina

El Diari de l'Educació —

Artículo publicado originalmente en El Diari de l'Educació.

Hace cien años que la Escola de Bosc late en el corazón de la montaña de Montjuïc. Corrían tiempos de cambio, anhelos de modernización y tanto la Mancomunidad catalana como el Ayuntamiento de Barcelona coincidían en la necesidad de invertir esfuerzos y recursos en educación. En este contexto, en 1914 nació la Escola de Bosc, pensada sobre todo para escolarizar a los niños y niñas de la ciudad que sufrían problemas respiratorios. Cien años después, este centro sigue en el mismo lugar, estrechamente vinculado a una montaña que ha marcado su vida educativa. Desde el año 2001, Eva Chacón es la directora de una escuela en la que la figura de la pedagoga Rosa Sensat, su primera directora, sigue muy presente. Hablamos con ella, que recibe a El Diari de l'Educació acompañada por las maestras Conxita Mundo y Maria Esquius.

Este centro es pionero en combinar naturaleza y educación. Lo hacían hace un siglo y con fines terapéuticos...

Escolarizábamos niños con problemas respiratorios. De hecho, los primeros alumnos de la Escola de Bosc fueron los hijos de los trabajadores de las fábricas de toda Barcelona, que venían aquí por prescripción médica. En aquel tiempo, la escuela seguía la filosofía de la Waldschule de Charlottenburg de Alemania, las escuelas Plein Air de Francia o las Open Air Schools de Inglaterra. Todas ellas defendían una educación basada en el contacto con la naturaleza.

La relación con la montaña ha marcado el proyecto educativo y la vida del centro...

En aquella época, hablamos de 1914, los hijos de trabajadores no iban de vacaciones, ni siquiera de excursión. Así que podríamos decir que, hace un siglo, venir a la Escola de Bosc era como ir de colonias. Profesores y alumnos quedaban en la plaza de España para subir juntos hasta el centro. De camino, podían coger una flor, analizar las hojas y las piedras y, de esta manera, conocían y estudiaban su entorno. Una vez en la escuela, hacían vida en ella, se duchaban, hacían educación física. Era una propuesta educativa muy moderna teniendo en cuenta la época.

Y que ha seguido hasta nuestros días...

Este entorno nos permite y nos permitía hacer las cosas que otras escuelas no podían, aunque es cierto que ahora no es necesario estar ubicado en un entorno natural para trabajar el huerto como elemento pedagógico. En nuestro caso, el huerto forma parte del plan de estudios desde P3 hasta 6º, le damos una importancia fundamental.

La huella de Rosa Sensat, icono de la pedagogía moderna y directora de este centro entre los años 1914 y 1930, es imborrable...

Rosa Sensat fue una pionera. Una gran pedagoga, adelantada a su época, que dotó de unas actividades a la escuela que no se hacían en otro sitio. Le debemos mucho a ella y a los maestros catalanes de la República, que fueron ejemplo de una pedagogía de vanguardia. Tenían fama a nivel mundial por su manera de trabajar y por hacerlo en catalán. Todo esto se acabó con la dictadura. Se eliminó todo lo que se había hecho. El legado de Rosa Sensat desapareció y algunos maestros fueron depurados por los franquistas y, otros, muertos. Todo lo que había sido importante y definidor de nuestra escuela lo eliminaron. Pusieron maestros a dedo que eran ex combatientes militares y el talante de la escuela hizo un giro hacia la oscuridad. Aunque hubo un grupo de maestros que trabajaron para preservar su espíritu. Hombres y mujeres a quienes les tocó vivir unos momentos difíciles e hicieron posible que todo lo que se había hecho no quedara en el olvido.

La Ley de Educación de 1970, aunque todavía bajo el régimen franquista, significa la primera luz tras más de 30 años de represión...

Se introduce la Escola d’Estiu (escuela de verano) y a partir de entonces se produce una corriente pedagógica de recuperación de los principios originarios de esta institución, que quedaría reflejado más adelante en el primer Proyecto Educativo del Centro (PEC), redactado en el curso 87-88. Desde entonces, reivindicamos la historia de la escuela cada 8 de mayo y tratamos de transmitir a los alumnos la importancia del lugar donde estudian. Este año, con motivo del centenario, hemos celebrado un carnaval de época muy espectacular. Alumnos y maestros íbamos disfrazados de personajes de la época, alguna niña incluso hacía de Rosa Sensat.

Afortunadamente, hoy los maestros no reciben el tipo de presiones que recibían entonces, pero aún así hay quien les culpa de un supuesto bajo nivel académico. ¿Evaluamos demasiado en clave de resultados y demasiado poco en clave de valores?

Cada vez hay más papeleo que debemos rellenar. No nos queda más remedio y eso hace que se olviden temas más importantes. Ahora bien, nosotros hace muchos años que hacemos asambleas con los niños en clase para abordar los problemas que pueda haber. Trabajamos la responsabilidad desde el parvulario con los hábitos, con la relación con la naturaleza... Disponer de un huerto dentro de las instalaciones de la escuela permite establecer unos vínculos más fuertes entre los alumnos y la naturaleza, haciéndoles partícipes del cuidado con el que hay que tratarla para que pueda desarrollarse correctamente. Tratamos de trabajarlo todo, pero lo tenemos difícil. Los valores en los que creemos en la escuela no son siempre los que imperan en la sociedad.

¿Como cuáles?

Vivimos en una sociedad muy competitiva. Valores como la solidaridad, la empatía, la convivencia, el respeto o la igualdad que trabajamos de diferentes maneras en la escuela chocan con la mentalidad individualista que, en muchos casos, predomina en la sociedad.

¿Se sienten suficientemente valorados los maestros de hoy?

Tenemos la sensación de que todo el mundo puede opinar sobre nuestro trabajo. Antes no pasaba. Hace muchos años que soy maestra y antes cuando reñíamos a algún niño, los padres le llamaban la atención, entendían que su hijo había actuado incorrectamente. Es decir, confiaban más en nuestro criterio. Ahora, en cambio, es al revés. Si un niño llega a casa y dice que le han castigado, los padres nos piden explicaciones a nosotros, nos lo cuestionan todo.

¿Cómo han vivido los recortes y el anuncio de la Ley Wert?

Los recortes los hemos afrontado con dificultad, pero lo hemos sacado adelante como hemos podido. Hemos tenido que trabajar más horas cuando somos menos docentes que antes. Si un maestro cae enfermo no tenemos como sustituirlo y tenemos que hacer todo lo posible para que los niños no se queden solos. Hemos sufrido los recortes en el personal igual que todas las escuelas. Y, en cuanto a la ley Wert, estamos totalmente en contra. Defendemos la inmersión lingüística en catalán y la escuela laica. Hace muchos años que las escuelas municipales hacen inmersión lingüística, incluso antes que los centros de la Generalitat. Pensamos que es fundamental para la integración, especialmente para los castellanohablantes, que tienen la oportunidad de aprender el catalán cuando con sus familias no lo podrían aprender.

Expertos y colectivos de pedagogos reivindican más presencia de las artes escénicas en las aulas...

Responde Conxita (maestra de música). Nos quitaron el especialista de plástica. Las escuelas municipales, tradicionalmente, teníamos especialistas de educación física, música y plástica. Eran profesionales que tenían titulación en estos ámbitos, más allá de ser maestros. Cuando se produce la homologación con las escuelas de la Generalitat nos reconocen los especialistas de educación física y de música, pero desestiman el especialista de plástica. En nuestro caso, lo perdimos. Y, en cuanto al teatro, es cierto que no ha sido muy contemplado y queda muy relegado al ámbito extraescolar.

La mayoría de los niños y niñas de la Escola de Bosc son vecinos del Poble-sec, un barrio marcado por la diversidad cultural, pero en cambio el perfil del alumnado es todo autóctono.

Muchas familias de raíz catalana valoran nuestro horario continuo, junto con la vecina escuela Tres Pins. Sólo tres escuelas municipales más lo hacen en Barcelona. Esto es un punto que atrae mucho a los de aquí e incluso a familias centroeuropeas. Tenemos muchos niños franceses, italianos y daneses. Evidentemente, también tiene que ver el entorno. Las familias autóctonas valoran más la montaña que las familias recién llegadas, que ponen por delante tener la escuela cerca de casa.

Escuelas públicas al pie de la montaña, como Carles I o Jacint Verdaguer, tienen porcentajes del 80% de inmigración de origen magrebí, paquistaní, dominicano, chino... ¿No cree que habría que repartir este alumnado entre todos los centros del barrio?

No nos oponemos, pero es que muchas de estas familias no quieren venir hasta la montaña. De hecho, cuando hace unos años habíamos tenido alumnos de este perfil, cuando podían, se iban. Más allá de la propuesta educativa, valoran la proximidad de la escuela. El sacrificio de subir la montaña no les convence. Ahora todas las escuelas tenemos programaciones similares, es decir, no es una cuestión de qué ofrecen unos centros y qué ofrecen otros, lo que valoran más es el emplazamiento y el horario.

Cien años no se cumplen todos los días... ¿Qué se siente y qué tienen preparado?

Mucha responsabilidad. Además, se nos ha venido encima muchísimo trabajo. Eso sí, lo abordamos con ilusión. Hay que decir que hay otros centros más antiguos, pero son de la Generalitat, no municipales. Es el caso de los compañeros de la escuela Patronat Domènech, fundada en 1899 y adquirida por el Ayuntamiento más tarde. Por lo que se refiere a los actos del centenario, desde principios de enero estamos haciendo todo tipo de actividades y seguiremos hasta el 17 mayo. El gran día será el 8 de mayo y antes y despúes hemos tratado de configurar un amplio calendario de actividades. Exposiciones de fotos antiguas de la escuela, conferencias, proyecciones, estamos construyendo gigantes y haremos una canción conmemorativa con la ayuda de un compositor. Eso sí, la letra la ha escrito el alumnado. Este aniversario nos permite reencontrarnos con el pasado y ver antiguos alumnos. El Consorci d’Educació, el Institut Municipal d’Educació (IMEB) y el distrito de Sants-Montjuïc nos apoyan en todas las festividades del centenario.

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