“Los sabios de un pueblo tenían que pasar una prueba para demostrar su inteligencia. Un hombre ocultaba una mariposa en la mano y les preguntaba: ¿Está muerta o viva? Pero el truco era una trampa. Si decían muerta, la mariposa salía volando; si contestaban viva, el hombre la aplastaba. Hasta que un día un sabio, ante esta pregunta, le respondió: dentro tu mano está lo que tú quieras”.
Nadia Ghulam explica este cuento una semana antes de estrenar Nadia, la puesta en escena de su infancia en Afganistán con la compañía catalana 'La conquesta del Pol Sud'. Tras quedar gravemente herida a los nueve años en un bombardeo durante la guerra civil, estuvo diez años haciéndose pasar por un hombre para poder dar sustento a su familia. Solo tenía 11 años. “Es una historia de superación que demuestra que somos nosotros los que decidimos nuestra vida: Yo me podría pasar la vida llorando por mi pasado y por la infancia que he perdido, pero estoy contenta de lo que estoy construyendo ahora”, cuenta Ghulam.
Ella misma ya escribió su historia en el libro 'El secreto de mi turbante', pero ahora su carrera de obstáculos personal llega al Teatro del CCCB en el marco del Festival Grec, desde hoy hasta el 26 de julio. Lo hace en formato de documental escénico y será la propia Nadia la actriz protagonista, que revivirá su pasado a través de reflexiones, imágenes y, sobre todo, impresiones. Todo dirigido por Carles Fernández Giua.
El montaje, sobrio, sencillo y contundente, se desarrolla a partir del monólogo de Nadia, que ha querido controlar el proceso de creación de la obra. “Acepté siempre que me dejaran contar lo que yo quería, si podía tener el control sobre lo que se había de explicar a la gente”. En medio del ensayo, ella tiene la última palabra, decide prácticamente cómo, cuándo y por qué se ensaya cada fragmento. Los compañeros contestan “sí sargento” a las indicaciones de la joven, que “co-dirige sin duda la obra”, según Fernández Giua.
Fernández Giua insistió durante cerca de un año para que Ghulam aceptara rememorar su infancia ante un teatro: “Es una historia muy potente sobre una chica a la que la guerra descabezar la infancia, pero que la curiosidad y las ganas de aprender la empujaron a sobrevivir”.
Poner sobre la mesa tantas emociones no ha sido fácil para la protagonista que aunque no se arrepiente de nada de lo que hizo, afirma que ha vivido parte de su vida “inmersa en una mentira que no deseaba”. Con sólo 11 años se puso a trabajar bajo la apariencia de un hombre, una mentira que debía durar “un par de días sólo”, pero que se prolongó 10 años. “Subir al escenario a explicarlo implica revivir todo y saber ordenarlo” con un objetivo muy claro para ella, tal como explica el director, que consistía en “plasmar la historia en clave positiva, para evitar que la gente se fuera de aquí afectada”.
De hecho, para colocar cada cosa en su sitio, el equipo se fue a Kabul, en Afganistán. “Nos cambió la percepción de las cosas y nos dejó impresionados, el país y la dureza de algunas situaciones con las que nos encontrábamos”, recuerda el director del montaje. “Visitar a su familia, recorrer las calles por las que ella caminaba y conocer los lugares donde ella trabajó nos sirvió para entender mejor el pasado de Nadia y llevarlo después al escenario”.
La educación, elemento clave
La historia, en cualquier caso, no se centra en la traumática experiencia de Nadia, sino en el aprendizaje que ha extraído. Según explica Fernández Giua, “sus ganas de aprender son interminables”. A sus 29 años, no ha dejado de estudiar y asegura, convencida, que “la oportunidad que tiene en occidente de formaros es única”.
En el documental escénico que protagoniza, Nadia se refiere continuamente a la educación, la cual considera un “camino a seguir para mejorar nuestra vida”. “Tu tardas 2 horas a leer 50 páginas de un libro y yo en tardaré seis, pero es igual”, afirma Ghulam, que con el corazón dividido entre Cataluña y Afganistán remarca que “si en mi país la gente pudiera estudiar cómo lo hace vosotros estoy convencida de que no estaría en la situación actual”.
Nadia, una niña mayor
Nadia Ghulam tiene la seguridad y la entereza para contar la historia de una guerra que la marcó para siempre, pero que también la ha llevado hasta aquí. Una niña convertida en mujer sin infancia en su pasado y que puede ser capaz todavía de jugar como si fuera muy pequeña. Una niña, en fin, que, sorprendida y satisfecha, asimila que no “aprender a leer hasta los dieciséis años, pero a quien se considera una escritora”.
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